31 dic 2022

Triste Navidad y turbio Año Nuevo, en Uniautónoma: ¿por qué no se ha ido Mauricio Molinares?

Por John Acosta

Como en los grises tiempos de Ramsés Jonás Vargas Lamadrid, los empleados de la Universidad Autónoma del Caribe vuelven a pasar una Navidad triste y un Año Nuevo cargado de nubarrones negros; definitivamente, a esta querida institución de educación superior (IES) se le ha enfrascado el imán gigante que el gitano Melquiades arrastró por las calles polvorientas de Macondo y que se convirtió en uno de los primeros delirios de José Arcadio Buendía. Solo que el mineral enquistado en la universidad no atrae los clavos que arranca de las paredes de tabla, ni los corotos metálicos de las cocinas macondianas, ni los objetos perdidos que nunca aparecían en las búsquedas minuciosas de los paisanos de Úrsula Iguarán: no, el imán de la Autónoma tiene la desgracia de atraer a pésimos administradores.

El símil con Cien años de soledad no es gratuito. El realismo mágico de Gabriel García Márquez es desplegado en toda su magnitud en esta obra cumbre de la literatura universal, donde se dibuja, con un pincel real-maravilloso, las vicisitudes del Caribe colombiano ante un estado indolente, tal y como sucede, desde hace unos 15 años, con dos pequeños intervalos de respiro, en la Universidad Autónoma del Caribe.

Primero en la rectoría de Silvia Beatriz Gette de Ponce, con menos intensidad (la verdad sea dicha), en la última parte de su período administrativo. Y, cuando creíamos que la tapa de las funestas administraciones había sido la de Ramsés Vargas (esa sí elevado a la enésima potencia), aparece Mauricio Javier Molinares Cañavera con una enorme insistencia (a través de sus hechos administrativos) a que se le compare con Ramsés.

Lo cierto que las dos respiraciones cortas (la aceptable administración de Claudia Da Cunha y la resaltable labor de la ex rectora María Victoria Mejía) fueron oasis pasajeros en la truculenta vida que les ha tocado padecer a los empleados de la muy querida Universidad Autónoma del Caribe, desde que los intereses particulares de sus sucesivos administradores primaron sobre los intereses institucionales. Da Cunha renunció por sus desacuerdos con los sindicalistas y Mejía se fue porque tuvo que regresar a atender asuntos personales en su ciudad de origen.

Dentro de ese tormentoso proceso sufrido por los empleados, se ha vivido de todo: contratos amañados, vaivenes sindicales y periodísticos, riñas internas, políticos encubridores, indiferencia estatal, en fin. Veamos.

Mineducación: a veces, sí; a veces, no

En las rectorías de Silvia Gette y Ramsés Vargas hubo una indiferencia del Ministerio de Educación Nacional (MEN) y del Ministerio del Trabajo, al principio de cada admnistración, tal y como sucede ahora frente a Mauricio Molinares. A ambos les aprobaron, en tiempo récord (como ha pasado también ahora con Mauricio Molinares), sendas reformas a los estatutos generales de la universidad para apoderarse del máximo órgano de gobierno (antes, Sala General; hoy, Consejo Superior) y administrar a su antojo.

Solo hasta que los trabajadores (sindicalizados y no sindicalizados), junto con los estudiantes, decidieron protestar unidos para sacar, primero a Silvia Gette y, después, a Ramsés Vargas, el MEN reaccionó, por un tiempo. Acompañó en las luchas de depuración de ánimos caldeados, pero se escondió (¿o apoyó bajo la mesa?) al momento del nombramiento (ya sin la supuesta injerencia del MEN) del Rector en propiedad.

A propósito de la escogencia de Mauricio Molinares como nuevo rector de la Universidad Autónoma del Caribe, después de que se lograra que el MEN depurara a la sala general de entonces, aquí escribimos que debía ser un rector de afuera y no de adentro, pues las rencillas entre los distintos grupos de poder que habían en esa época dificultaría la labor de alguien escogido de adentro. Teníamos la ilusión de que el de afuera pondría los cimientos para el necesario acercamiento entre los distintos sectores de influencia internos; lamentablemente, no fue así: Mauricio Molinares echó más leña al fuego para poder reinar en la división acrecentada por él.

Lo cierto es que una vez escogido Molinares, el Ministerio de Educación Nacional ha tenido la misma actitud que tuvo al inicio de las administraciones de Gette y Vargas. Hubo una resolución de investigación a Molinares y sus amigos cercanos, que fue sacada a última hora y, tal vez, como una forma de salvamento ante un posible escrutinio de la gestión, realizado por el parte del recién elegido gobierno, que había ejercido la oposición con vehemencia.

Sin embargo, el ministro de Educación actual, Alejandro Gaviria, ha permanecido pasivo ante las denuncias públicas que han habido alrededor de la administración de Mauricio Molinares ¿Hasta cuándo? Dios (en quien el ministro no cree) quiera que hasta muy pronto.

Y la política, ¿cómo se ha portado?

A Silvia Gette no la pusieron en el cargo los políticos. Y la gente asegura que si ella no los hubiera desafiado, al declarar, con bombos y platillos, que sería candidata a la gobernación del Atlántico, aún fuera rectora de la universidad, a pesar de algunos manejos turbios durante su administración. Tampoco Ramsés Vargas fue puesto en la rectoría por la política: fue la habilidad de su padre, consentido por el fundador de la universidad, quien aprovechó la mala racha de Silvia Gette con los políticos de Barranquilla, para imponer a su hijo en ese alto cargo.

Fue al revés: una vez ungido como rector, Ramsés Vargas buscó regodearse con sus antiguos amigos de la política, de la que había disfrutado las mieles burocráticas, con desastrosos manejos de parte del ahora rector. Esa convivencia con sus congéneres le permitió una holgada administración en la Universidad Autónoma del Caribe hasta que la asfixia de los trabajadores no pudo más y le explotó a Ramsés en sus narices: entonces, sus amigos políticos le dieron la espalda hasta que él, una vez en la cárcel, amenazó con prender el ventilador y, entonces, súbitamente, su caso jurídico se opacó y hoy goza de libertad.

En cambio, hay unanimidad entre la gente de que a Mauricio Molinares sí lo puso la política en el cargo. Y, se asegura, que, con el histórico giro en el cambio del Gobierno nacional, a él le ha tocado bailar con la rubia y la morena; esto es, seguir coqueteándole a la casa política tradicional del Atlántico que lo puso en la rectoría, por un lado, y, por el otro, tratar de mantener contenta a la otra casa política, que, hábilmente, se unió al petrismo y quiere arrebatarle la influencia (y el poder, por supuesto) a la casa tradicional. Algunos aseguran que Mauricio Molinares ha sabido salir airoso en esa situación difícil de cucaracha en baile de gallinas en la que se encuentra; sobre todo, con la milimétrica forma en que hizo los recientes nombramientos en los que, de acuerdo al sentir de la gente, supo satisfacer a las dos casas en disputa.

Lo más probable es que la certeza de sentirse protegido por esas dos poderosas casas políticas es lo que lo ha llevado a percibirse a sí mismo con la fortaleza de poder desafiar a los estamentos de la universidad y a descuidarse en la prudencia de los manejos financieros de la misma.

Por tanto, harían bien esas dos conocidas casas políticas en hacer un acto de contrición y permitir que la fuerza de las evidencias, salidas a la luz pública recientemente, saquen a Mauricio Molinares de la universidad.

Periodismo local, ¿indiferente?

Los destacados comunicadores sociales y docentes Jaime De La Hoz, Anuar Saad y Jorge Peñaloza crearon, a mediados de la primera década del presente siglo, el Premio de Periodismo Mario Ceballos Araújo a instancias del entonces decano de la Facultad de Ciencias Humanas Marcos De castro y de la entonces directora del programa de Comunicación Social-Periodismo Belinda García. Desde su implementación, Belinda García ha sido el alma en cada una de las 10 versiones del premio.

Hay que decir que el premio ha contado con jurados independientes, reconocidos e idóneos. Las directivas de la universidad no se inmiscuyen en nada en la libre decisión de cada uno de los integrantes del jurado; sin embargo, para nadie es un secreto que un evento para periodistas le da resonancia a quien lo promueve; en el caso del Mario Ceballos Araújo, le da buena vitrina al rector en turno de la Universidad Autónoma del Caribe. Consciente de ello, la administración de Silvia Gette no escatimó esfuerzo y dinero en la realización de las ocho versiones (de las 10 realizadas) que se hicieron durante su mandato.

Ramsés Vargas, en cambio, no realizó ni una sola versión del premio. No porque quisiera aparentar de puritano en la exposición mediática, sino porque tenía un interés absoluto de desvincular el nombre de Mario Ceballos Araújo de la creación de la universidad; incluso, hasta se tuvo la iniciativa de cambiarle el nombre al premio; afortunadamente, este proyecto no prosperó. Ramsés creó, entonces, un evento internacional de resonancia que, igual, le dio notoriedad en los medios de comunicación, no solo locales, sino también nacionales.

No obstante, Ramsés Vargas contaba una generosa chequera para publicidad, que tenía cautivados a los medios locales; hasta llegó a establecer un convenio con la entonces poderosa Casa Editorial El Tiempo. Lo cierto es que, dentro de la crisis creada por la administración de Ramsés Vargas en la Universidad Autónoma del Caribe, solo se pudo conocer noticias negativas de esta rectoría en los medios locales después de que W Radio soltara la bomba nacional de los malos manejos de Ramsés Vargas en la universidad; obviamente, esos mismos medios locales, luego del bombazo lanzado por la cadena radial desde Bogotá, hasta nos apoyaron decididamente en las protestas masivas que hicimos para sacar a Ramsés y sus amigos de esta querida IES.

Mauricio Molinares, por su parte, y tal vez con la misma percepción de “mojar” prensa de Silvia Gette, revivió los premios Mario Ceballos Araújo en 2021: la última versión la había realizado la ex rectora argentina en 2010. Esta vez, en 2021, se incluyó una nueva categoría, que tiene que ver con la exaltación a periodistas destacados (Reconocimientos Especiales, se llama) , en cuya escogencia no intervienen los jurados del concurso, sino las directivas de la universidad. El año pasado aún no se conocía ninguna turbiedad en el ameno administrativo de Molinares en la universidad, pero para el 2022 sí empezaron a verse fisuras, que se hicieron más notorias a comienzos de la segunda mitad del año; además, cuatro días después de que en este blog se publicara una primera voz de alerta sobre lo que pasaba en la universidad administrada por Molinares, el MEN sacó su resolución de apertura de investigación en contra del rector actual y sus más cercanos servidores. Extrañamente, en el periodismo local, solo Blu Caribe, El Heraldo, Lametronoticias.com y Alternativacaribe.info sacaron la noticia de la resolución. Y la W Radio también lo hizo.

Solo algunos días después (y antes de la entrega de la versión 2022 de los premios Mario Ceballos Araújo), Emisora Atlántico y el Cardenal Noticias sacaron, no la versión del MEN, sino la versión del rector Molinares sobre esa resolución. “Hace dos años no había Universidad, la hemos recuperado y la Autónoma presenta grandes avances: Mauricio Molinares”, tituló Emisora Atlántico el 21 de septiembre de 2022; Cardenal Noticias se fue por esa misma línea

Al día siguiente, los directores de noticias de estos dos medios estuvieron, en forma coincidencial, entre los periodistas exaltados en la nueva categoría del Premio Mario Ceballos Araújo, Reconocimientos Especiales, creada el año anterior; obviamente, estos dos periodistas insignes jamás venderían una noticia por un premio (ni siquiera lo necesitan), pero el que Mauricio Molinares los hubiera escogidos crea una sensación de desgano, no por el merecimiento (que, sin duda, merecen más todavía), sino por venir de un rector cuestionado.

En todo caso, y debido a las medidas de intervención por parte del MEN, la Universidad Autónoma del Caribe no podría invertir en publicidad: ignoramos si esta prohibición específica ya fue levantada. Lo cierto es que las dos casa políticas antagónicas del Atlántico, que podrían apoyar a Molinares, tienen funcionarios públicos regionales y locales de alto rango que manejan altos presupuestos para este rublo.

Lo que esperan los receptores (esto es la comunidad, la gente, la sociedad a la que se deben los medios) es que se informe la verdad (no la del rector, sino la “verdad verdadera”) de lo que está sucediendo al interior de esta querida Alma Máter.

¿Y los sindicatos?

En la administración de Silvia Gette no hubo sindicatos en la Universidad Autónoma del Caribe, a pesar de que en la finalización de su rectorado empezaron los retrasos en los pagos de nóminas de prestaciones sociales; en realidad, estos organismos de reivindicación laboral nacieron en la Autónoma en el período de transición entre Gette y Ramsés Vargas. La consolidación de los sindicatos en esta universidad se dio durante el proceso de protestas contra la administración de Vargas.

En la administración de Mauricio Molinares ha habido altibajos en la relación patrono-sindical. Lo que se ha percibido es que la habilidad política del rector mantenía tranquilos a los sindicatos, cediéndoles lo que pedían en las convenciones colectivas. Hasta que el inconformismo de la base trabajadora, por la demora en el pago de compromisos laborales, hizo desaparecer de un solo tajo esa especie de serenidad sindical que se vivió en tiempos recientes. Y cuatro sindicatos (entre ellos, los dos más grandes: Sintrauac y Sintraunicaribe) llevaron a cabo un combativo (en el argumento, por supuesto) plantón en la Plaza de la Universidad, en la mañana del pasado 26 de diciembre.

Depositamos la confianza en la administración de Mauricio Molinares, pero nos ha fallado en repetidas ocasiones. Es hora de actuar con la contundencia que nos caracteriza”, se lee en el Twitter que Sintraunicaribe puso en su cuenta al publicar la convocatoria al plantón que hicieron los cuatro sindicatos.

Ojalá esta reacción de las organizaciones sindicales no pare con la puesta al día de las acreencias laborales (si es que logra hacerlo Molinares), sino que se mantenga firme hasta lograr lo que ellos exigen con razón: la salida de Mauricio Molinares y de sus amigos de esta querida universidad porque los cuestionamientos que se le han hecho a su administración son bastantes serios.

Los gremios: ¿decepción?

Durante la rectoría de Silvia Gette no hubo una participación decidida de empresarios, industriales, comerciantes y demás miembros del sector productivo privado de la región en los procesos de la Universidad Autónoma del Caribe. Con Ramsés Vargas hubo acercamientos; sobre todo, al principio, cuando todos creímos en la buena voluntad de este rector; después, al irrumpir la fuerza de los hechos que demostraban la turbieza de las decisiones de Vargas, estos importantes grupos de la economía regional se volvieron a alejar, como era obvio que sucediera.

En los estatutos generales, promovidos en la rectoría de María Victoria Mejía (a mi modo de ver, muy adecuados) y aprobados por el MEN en su momento, se da participación (como debe ser), por primera vez en la historia de la universidad, a los gremios en el máximo órgano de gobierno de la universidad, el Consejo Superior, compuesto por nueve miembros: cinco externos y cuatro internos.

Y, lo mejor (a mi modo de ver), es que tres, de esos cinco miembros externos, eran designados por el Comité Intergremial e Interempresarial del Atlántico, como sucede con grandes universidades del mundo; los otros dos, por la Fundación Empresarios por la Educación. Los cinco debían tener “las más altas calidades e idoneidad académica, profesional o científica”; lamentablemente, una de las primeras malas acciones de Mauricio Molinares, al llegar a la Rectoría de la Universidad Autónoma del Caribe, fue quitarles a los gremios (económicos y académicos) esta facultad. Lo más grave es que en los nuevos estatutos, promovidos en la rectoría de Molinares, no queda claro quién designa a estos cinco miembros externos: ¿acaso lo hace el mismo Molinares?

Una vez se produzca la necesaria (y urgente) salida de Mauricio Molinares, se hace indispensable corregir esta grave falta en la designación de estos cinco consejeros. Ojalá se de les devuelva a los gremios la facultad de elegir, por lo menos, dos.

¿Contratos amañados? ¿Para favorecer a quiénes?

En la tarde del miércoles primero de julio de 2020 (el mismo día que asumió como rector), Mauricio Molinares nombró a Antonio Prada Castellanos, "su hermano, su llave" (como el mismo Molinares lo llamaba en los eventos públicos) director financiero de la Universidad Autónoma del Caribe. Mes y medio después de ese nombramiento, el 12 de agosto de 2020 fue creada la empresa TRI3 Solutions, con supuesta oficinas en Bogotá y cuyo representante legal, de acuerdo a denuncias publicadas en redes sociales, era un primo de Prada Castellanos.

Las mismas denuncias daban cuenta de que, hasta el 31 de diciembre de 2021 (es decir, menos de año y medio después de creada), TRI3 Solutions le había facturado a la Universidad Autónoma del Caribe 372 millones de pesos. Lo paradójico es que, mientras a los empleados de esta empresa le pagaban sus salarios cumplidamente, a los trabajadores de la universidad no.

Lo cierto es que, después de conocidas estas denuncias, Antonio Prada Castellanos salió de la Vicerrectoría Administrativa y Financiera, cargo al que había sido ascendido. Esta circunstancia hizo recordar cuando Fernando Botero Zea le renunció al Ministerio de Defensa al entonces presidente Ernesto Samper Pizano, al denunciar públicamente que el entonces candidato Samper sí sabía que a su campaña presidencial (gerenciada por Botero Zea) habían ingresado astronómicas sumas de dinero provenientes narcotraficante del Cartel de Cali. Samper respondió, para defenderse, que ese hecho ilegal se había dado a sus espaldas. Esta justificación desafortunada hizo que el entonces arzobispo metropolitano de Bogotá Pedro Rubiano Sáenz pronunciara una parábola que se volvió famosa durante el proceso 8.000, acción judicial de la que salió airoso Samper Pizano: “Cuando a uno se le mete un elefante a la casa, tiene que verlo”.

Después de la salida del “hermano y llave” Prada de la universidad, surgieron cuestionamientos sobre otros supuestos contratos actuales que no han sido aclarados, como el, supuestamente, firmado con un locutor de una conocida cadena radial dizque por 24 millones de pesos (144 millones en seis meses). O el otro supuesto contrato establecido con una lujosa firma de muebles y decoración por 288 millones anuales (24 millones mensuales); dizque hubo que ampliarle el objeto social a esta empresa de muebles y decoración para poder contratar el mantenimiento de la antena de la emisora universitaria. Dizque también se le pagó a una firma de audiovisuales unos 90 millones de pesos para la digitalización de un antiguo un programa de televisión: “no era sino pasar las imágenes de unos cassetes viejos a un disco duro, lo que llaman los periodistas ‘hacer transfer”, de acuerdo a una fuente anónima.

Conclusión

Es urgente que lo que el estadista Álvaro Gómez Hurtado llamó Régimen (estado, políticos, medios de comunicación, sindicatos, gremios, religión) contribuya, con la inmediatez debida, al rescate de la Universidad Autónoma del Caribe, insigne institución colombiana. Es indudable que esa salvación debe iniciar, necesariamente, con la salida de Mauricio Molinares (y sus amigos) de esta importante IES. Solo así sería posible que el imán macondiano, que se ha incrustado en el devenir de esta querida alma máter, le dé, por fin, una segunda oportunidad sobre la tierra a la estirpe obrera de esta empresa académica.

Aquí puede ver (y leer, si lo desea) los más de 40 textos publicados en este blog, desde febrero de 2018, sobre la crisis de la Universidad Autónoma del Caribe. Una vez abierto el link, no olvide darle clic, en la parte inferior de la pantalla, a "Entradas antiguas" para que le muestren más textos sobre este tema

3 comentarios:

  1. Lamentablement ei imán de la corrupción está enquistado en la muy querida Universidad Autonoma del Caribe.

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  2. Hola John, buena pero triste columna, lo invito a que también incluya en la sección de "contratos amañados" a la empresa BQ Transporte Carga y Logística SAS, quien tiene como gerente y representante legal a la esposa del señor Prada (verificable en el RUES), esta empresa recibió en 2022 un par de contratos de la U (no sé si en años anteriores también), violando en todo aspecto el "código de ética y buen gobierno", al igual que la empresa Vivero la Sierra, que también en el RUES tiene como sub-gerente a un tal Mario Mulford, un abogado que Prada metió a trabajar en la U.

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