Miller Soto, candidato al Senado, con el · 18 en el tarjetón del Centro Democrático |
Por John Acosta
El recreo era una oportunidad
para que saliera a flote el interés que despertaba el joven quinceañero entre
las jovencitas barranqueras. Ellas aprovechaban el descanso para ganarles a sus
amigas el mejor galanteo femenino y obtener, así, por lo menos, la atención del
agraciado estudiante en disputa. Es que Miller Jesús Soto Solano tenía los tres
motivos que añoraban las adolescentes de entonces en un muchacho: hijo del
alcalde del pueblo, destacado estudiante de décimo grado y un físico varonil que
les desmigajaba el corazón a todas; sin embargo, esa mañana, el recreo
terminaría opuesto a lo que había sido siempre: el sino trágico que sacudiría
el disfrute apacible estaba a punto de ocurrir.
Una cuadrilla armada ilegal irrumpió esa mañana al Instituto Cristo Rey, uno de los más reconocidos de la región, y fue directamente hasta donde estaba el joven Miller Soto. Bastante cerca de Miller, estaban sus dos hermanos menores, William y José Francisco, pero los milicianos, vestidos de camuflados y con armas de largo y corto alcance, fueron solo por Miller Soto. Lo agarraron y salieron con él a las malas, rumbo a las montañas cercanas. Eran las 11:15 de la mañana del 10 de octubre de 1990.