Por
John Acosta
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Sepelio de Ana Rosa Blanco. Foto de ADN Barranquilla |
Esta tarde conocí el miedo
en persona. Tiene cara de tristeza, mirada perdida en la nada, tembladera en el
cuerpo, un silencio profundo, incertidumbre
y una impotencia infinita. Lo tuve sentado a mi lado por una hora. Su
estrategia es apoderarse de una persona, anularla y suplantarla. Maura está
muerta del susto. Y tiene toda la razón del mundo para estar así. Acabo de dejarla en el entierro de la tercera
compañera de trabajo (según los medios de comunicación) que le asesinan en 36
días. “En total, van cinco matadas, desde que inició esta locura”, me dijo en
uno de sus regresos esporádicos a su conciencia, contrariando lo que dicen los
medios. Otras tres han sido heridas de gravedad, cuando sicarios intentaron
asesinarlas. “Lo peor es que no sabemos quién será la próxima porque dicen que
van a liquidar a 25 boliteras de la empresa”, alcanzó a decirme en una de las
pocas veces en que su carácter logró arrebatarle, por pocos segundos, su yo al
miedo. Bolitera es el nombre con que
se les conoce a las vendedoras de chance.