24 nov 2025

El lazo de amor eterno de Nandito Molina y La Cacica

Por John Acosta

La tarde del 25 de septiembre de 2001, Hernando César Molina Araújo iba con el carrito de compras en el supermercado, allá en Guatemala, donde había sido nombrado cónsul unos años antes. Al pasar frente a uno de los televisores de ese pasillo, le llamó la atención un boletín noticioso que pasaban sobre su querido país, Colombia. Se detuvo a escuchar y ver bien el insuceso. Y, entonces, se enteró. El Frente 59 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) acababan de secuestrar a la ex ministra de Cultura Consuelo Araújo Noguera, conocida como La Cacica, en un retén ilegal que ese grupo armado había institucionalizado en la nación como ‘pesca milagrosa’, que era la perversa forma de hacerse pasar por militares en puntos claves de las carreteras y, de esa forma, ‘pescar secuestrables’; es decir, personas con capacidad económica para pagar por su liberación o personajes famosos que le sirvieran de golpe propagandístico: esa tarde, en el corregimiento de Patillal, cercano a Valledupar, la capital del departamento del Cesar, los guerrilleros habían ‘pescado’ a La Cacica con las dos características: ‘pudiente’ financieramente y muy reconocida y querida en Colombia. Al escuchar la noticia del secuestro de su madre esa tarde en el autoservicio de Guatemala, ‘Nandito’, como era conocido el diplomático colombiano, sintió una terrible desazón en su alma.