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Escuela Rural de Varones de La Junta, donde estudió Javier |
Por
John Acosta
Fotos: Fabián Acosta
Bien temprano, en la mañana,
Javier supo que ya no podía postergar la decisión de sentarse a escribir de una
buena vez el relato que había prometido sobre unos amores infantiles nunca
expresados, que le revolvieron los cimientos de su alma de niño. Se dio cuenta
ahí, sentado al borde su cama matrimonial, al encender su celular y consultar
los mensajes de textos que entraron uno tras otro, como si hubiese estado
esperando en el espacio virtual que le abrieran las puertas digitales de su
mundo inmediato. Lo primero que revisó fue el
grupo Junteros WhatsAppeando y, entonces, lo vio: la hermosa niña que le
movió hasta las entrañas más íntimas de su espiritualidad atormentada en su
infancia precoz, unas décadas atrás,
estaba cumpliendo años ese día. Todos los paisanos pueblerinos, desde los
rincones más remotos del planeta, la estaban felicitando. Javier se contuvo de
hacerlo para sorprenderla más tarde con el escrito ofrecido unos tres años
antes. (Click aquí para leer más sobre el grupo Junteros WhatsAppeando)