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Aspecto del segundo piso de la Biblioetca Benjamín Sarta, de la Universidad Autónoma del Caribe |
Por
John Acosta
Nadie podía creer que la
Universidad de La Sabana hubiera hecho la excepción en esa época en que solo
tenía mujeres trabajando en su biblioteca. Lo cierto es que de no haber sido
por esa oportunidad que me dieron, yo no hubiese podido terminar mi carrera. De
manera que tengo dos grandes motivos para estar eternamente agradecido con La
Sabana: el que me tendiera la mano para culminar exitosamente mis estudios y,
como consecuencia, el haberme permitido ser inmensamente feliz entre tan
hermosas y eficientes mujeres, rodeado, además, y como si fuera poco, por
tantos libros. Fui el único hombre bibliotecario en la Universidad de La
Sabana, en mi época de estudiante con los bolsillos vacíos, pero con el
espíritu rebosante de sueños. Esos recuerdos me llegaron a la memoria, a propósito
del mensaje que me puso al WhatsApp mi amigo Adolfo Estrada, director de la biblioteca
Benjamín Sarta, de la Universidad Autónoma del Caribe: “Hoy también es día del
bibliotecólogo y del bibliotecario”, me escribió.