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Cinco melancólicas imágenes actuales contrastan con la colorida fotografía de hace unos años |
Por
John Acosta
El alma se desgarra poco a
poco, como trapo viejo, a medida que va uno viendo el deterioro de lo que cinco
años atrás había sido ícono de que la ciudad había decidido darle, por fin, el
frente al Gran Río de la Magdalena, después de muchas décadas de crecer a sus
espaldas. El pavimento estaba mohoso por las llantas, sucias de polvo, de
vehículos pesados que transitan la vía; incluso, esas volquetas, cargadas de
material de construcción, ya han ocasionado la aparición de huecos sobre el
asfalto. Definitivamente, el esplendor y la bulla nacional, levantados un
lustro atrás por la Avenida del Río, se habían evaporado con el tenue olor a
alcantarilla que todavía esparce por el ambiente la principal arteria fluvial
de Colombia.