Por John Acosta

El joven no sabía si carraspear para hacerse notar o saludar o decir de una buena vez a qué había ido. No esperó más. Su decisión inquebrantable de buscarle horizonte a su vida, le dio las fuerzas suficientes para enfrentar aquella realidad momentánea, aunque decisiva. "Buenas", dijo. El sastre levantó la vista sin interrumpir su labor. "Sí, ¿a la orden?", dijo. Armando Sierra Gutiérrez no supo qué responder en ese momento. Sintió el recorrido lento que hizo la fría gota de sudor desde su cuello hasta donde termina su espalda.