Al final de la mañana de ese domingo, el pequeño Jairo Alonso Daza no fue a la escuela dominical después del servicio, como lo hacía siempre, pero se quedó en la enseñanza: menos mal porque el crujir de sus tripas vacías delataban el hambre que sentía. Lo cierto es que la crisis financiera de su madre se había agudizado tanto en los últimos días que ya ese día no hubo para el desayuno, ni tampoco había para el almuerzo y mucho menos para la cena. El pastor Ángel Flórez no conocía por el nombre a la madre del niño de siete años que iban sagradamente al servicio dominical con una devoción admirable. Mucho menos sabía cómo se llamaba el pequeño, que se sorprendió con la seña que el líder espiritual le hizo a su madre para que no se fueran tan pronto terminara la enseñanza, sino que lo esperaran un momento. Así lo hizo la mamá, que fue hasta donde el pastor con su hijo. “Nos dijo que el Señor le había mostrado que estábamos en una necesidad económica y le había dicho, incluso, que no habíamos comido. Nos invitó a comer ese día y nos regaló un mercado. Eso quedó grabado en mi corazón para siempre”, le contó al Semanario La Calle el mismo Jairo Alonso Daza, 28 años después, desde la iglesia donde él es pastor ahora.
Del cristianismo católico al protestante
José de los Santos Flórez asistía con su familia a la iglesia tradicional, la católica, allá en Cerro Redondo, vereda de personas muy religiosas, perteneciente a El Carmen, en Norte de Santander; no obstante, su inquietud por la lectura, lo llevó a leer directamente la Biblia, una actitud que, antes de los años 50, sólo la conservaban los sacerdotes: eso lo llevó a acercarse a los protestantes. “Pero en esa zona del país, y en muchas otras, la persecución contra la iglesia protestante fue, y sigue siendo, pero fue muy de frente y hubo persecución. Entonces, los empezaron a hostigar, a hostigar, a hostigar y les tocó huir por la violencia religiosa que se presentó en Colombia y que no lo podemos tapar con un dedo, sino que hace parte de la historia de Colombia”, contaría más de 70 años después su nieta Kendys Flórez al Semanario La Calle. Y se vino bordeando la misma cordillera Los Andes hasta llegar a San José de Oriente, en el Cesar, con su señora y sus primeros tres hijos, entre ellos Ángel.
Robarse un libro: primer crimen del futuro pastor
| El pastor Ángel Flórez, de sombrero, con su familia |
De los primeros profesionales evangélicos en Valledupar
Después de culminar su bachillerato en el Colegio Loperena, se fue a estudiar Ingeniería Agronómica en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, en Tunja. Su padre, José de los Santos, había fallecido de un infarto y Ángel sentía la enorme responsabilidad de cumplirle a su viejo el ser un profesional. Esa determinación, más el inmenso amor que sentía por la joven guajira que había conocido en la iglesia, fueron el motor que lo movió para terminar con éxito sus estudios universitarios. Y regresó a Valledupar a ejercer en los grandes cultivos de los prestantes agricultores de la región, lo que fue acercando poco a poco a los cristianos protestantes con la gente de élite.
Hablar en lengua: Jesús es verboÁngel Flórez, desde joven, empezó a hablar en lenguas, después de recibir el Espíritu Santo. Y ese don divino, muy apreciado entre las nuevas generaciones, choca un poco entre ortodoxos tradicionalistas, incluso, en los protestantes: es visto un poco como lucha generacional. Más o menos unos 20 años después de esa maravillosa revelación, vino a Valledupar un predicador puertorriqueño, que estuvo de visita en Barranquilla. Y hubo un poco de fricción entre tradicionalistas y los jóvenes, como Ángel, que veían un evangelio con más carisma. La profundidad de este hecho divisorio propició la separación y un grupo le pidió al ingeniero agrónomo que los dirigiera él.
El frenesí con el pastor Ángel Flórez
Como mucho, tres meses duraron en la casa con la nueva iglesia: ya la gente se agolpaba en la calle y la cerraban para escuchar las prédicas del nuevo pastor, Ángel Flórez; entonces, buscaron una casa más amplia, en el barrio Novalito: la casa de Aníbal Martínez Zuleta. Tanto el barrio, como el mismo relacionamiento que había cultivado el pastor en su ejercicio profesional, hizo que mucha gente de la élite valduparense se acercara a la iglesia del pastor Ángel Flórez. El 31 de octubre cumplirá 32 años de fundada; de ahí pasaron a la sede actual, donde antes había un bingo. Y, precisamente, un 31 de octubre, el pastor Ángel Flórez falleció, después de más de 40 días de estar internado en la clínica por un derrame cerebral; luego de su muerte, algunos jóvenes que asistían a su iglesia, desde muy niños, como Jairo Alonso Daza a sus siete años, sintieron el llamado de montar su propia iglesia, como el hoy pastor Jairo Alonso Daza: “el pastor Ángel era un hombre muy generoso, era muy dadivoso, cualquier persona que, de alguna manera, tuvo contacto con él, si fue muy cercano, pudo descubrir eso de él: una persona bastante amplia, con un corazón muy compasivo, dispuesto a a ayudar, dar y a sembrar en la necesidad”, le dijo el pastor Daza a La Calle.
Publicado en el Semanario La Calle el 27 de octubre de 2025

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