6 oct 2025

Tin Daza, el profesor que puso a sonar el vallenato en las emisoras de Valledupar

Tin Daza
Por John Acosta

Ya en la terraza del frente de la casa, el operario de Emdupar que hizo la revisión del medidor de agua, le preguntó el nombre completo. “José Agustín Daza Díaz”, le respondió el profe, sentado en la silla donde atendía al periodista. Cuando lo llamaron en la mañana del Semanario La Calle para la entrevista, Daza Díaz dijo que vinieran, pero advirtió que estaba esperando al personal de la empresa pública de Valledupar. El operario llegó en mitad de la conversación y el profe interrumpió el diálogo en la terraza para atenderlo. Al abrir el medidor, el empleado público comparó con las cifras que llevaba en su libreta: “aumentó de 13 a 23 metros cúbicos el consumo de agua. Por eso, llamamos porque creíamos que era una fuga”, le dijo al profe. “Es que llegó la nuera con dos nietos y uno tiene que bañarse. Imagínense, con estos calores”, justificó el profesor José Agustín Daza. Una vez terminado el chequeo, regresaron a la terraza, que fue cuando el operario le solicitó el nombre. Cuando escuchó a su esposo responder,  Inírida Lucila Fontalvo de Daza se asomó a la ventana y le aclaró al trabajador de Emdupar. “Tin Daza”, dijo. “Ahhh, el famoso Tin Daza. Ahora sí”, dijo feliz el operario.

¿Por qué Tin y no José Agustín?
El sacerdote barranquillero José Agustín Mackenzie Useche, famoso en Valledupar y sus alrededores, fue quien bautizó al entonces bebé en Patillal, donde nació el que sería profesor el 27 de agosto de 1946. Y el religioso quiso ponerle su nombre. “Ay, padre, y cómo le voy a llamar si yo tengo ya un José en la casa”, le suplicó Petronila Díaz Maestre al siervo de Dios. “No importa, llámelo Tin”, le dijo el sacerdote a la madre del niño. Y así se quedó para siempre.El enorme impacto de la niñez en Patillal
Ya próximo a cumplir 80 años, Tin Daza no olvida nunca al hombre desesperado que corría por la calle con un revólver en la mano, con el que acababa de matar a su esposa. Detrás venía el hermano de la difunta con una escopeta, dispuesto a vengar la muerte reciente de su familiar cercano. Tin tiene el nombre claro de la víctima, de su asesino y del pariente que quería vengarse. Fue en Patillal el 4 de octubre de 1951, siete días después del cumpleaños de Tin, que entonces tenía cinco años. “Hombre, detente, no cometas ese crímen ¿No ves que ese hombre va para el monte a suicidarse?”, le dijo el papá del niño al hombre de la escopeta, quien escuchó el consejo: se detuvo y le entregó el arma al padre del pequeño Tin. Entonces, se escuchó el disparo en el monte y todos corrieron hacia allá. Hoy, el profesor de la tercera edad aún recuerda la escena dantesca: el tiro entró por una sien y le salió por la otra.

Profesor en los colegios donde estudió
Inírida Lucila, esposa de Tin

Tin Daza se vino de Patillal el primero de febrero de 1962 porque allá no había bachillerato. Y le tocó repetir el quinto de primaria en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Terminó la secundaria en el Colegio Nacional Loperena en 1970 y en 1971 ingresó a trabajar como docente en donde había repetido el último año de primaria. Del 72 al 77 facilitó clases en la Concentración Ramón Mejía Franco, de Manaure. Y en mayo de 1977 regresó al Loperena como profesor. También fue docente en el Colegio Parroquial El Carmelo (1979-2002), en el Milciades Cantillo Costa (2002-2008) y en el Consuelo Araújo Noguera, del 2009 al 20011, donde se pensionó a los 65 años.
Tenía entre 16 y 17 años: conoce a Alfredo Gutiérrez y a Calixto Ochoa
Esa mañana, el joven Tin Daza jugaba baloncesto con un grupo de compañeros de clases del Loperena, precisamente, en la cancha del colegio. El grupo Los Corraleros de Majagual llegó a tocar cerca del Banco Popular, en unos billares que quedaban ahí cerca. Calixto Ochoa y Alfredo Gutiérrez se acercaron a Tin Daza a preguntarle dónde quedaba el Club Nuevas Juventudes. Y los muchachos se fueron con ellos porque les dieron unas boletas para que entraran al toque. “Ahí me hice amigo de ellos”, contó Tin en la terraza de su casa, ya casi octogenario, al periodista de La Calle, justo cuando llegó el operario de Emdupar a interrumpir la entrevista.
Su lucha para que en las emisoras de Valledupar pusieran música vallenata
José Agustín, cirujano plástico: el hijo, la nuera y los
nietos de Tin Daza
Fue tal la amistad que hizo con los dos músicos que fue al centro y compró un disco de acetato de 78 revoluciones (que tenía dos canciones grabadas, una en cada cara) y otro de 75 (que tenía seis canciones, tres en cada cara) y los llevó a las dos únicas emisoras que existían en Valledupar: Radio Guatapurí y Radio Valledupar, pero se encontró con la decepcionante noticia de que ninguna ponía música vallenata porque sus propietarios (uno de Bucaramanga y el otro de Santa Marta) consideraban a este género musical como de cuarto patio; es decir, que se escuchaba en el último rincón de los patios.
Radio Guatapurí suspende a control de sonido por poner vallenatos
El joven Tin Daza se hizo amigo de Antonio Álvarez, que era control de sonido en Radio Guatapurí y lo convenció para que pusiera un vallenato, ya tarde de la noche, ya al cierre de la emisora. “Y una vez que Manuel Pineda bastidas oyó que puso un vallenato, lo sancionó con 15 días sin trabajo por haber puesto un disco de música vallenata”, contó el octogenario Tin a La Calle, en la terraza de su casa, después de que el operario de Emdupar se retirara.
Unos primos lo ayudaron en Radio Valledupar
Raúl Ignacio y Susana Hoyos:
hijo y nuera de Tin Daza

Tin Daza tuvo la fortuna de que Radio Valledupar contratara a dos locutores primos de él: Gustavo y Hugo Cuello Díaz. “Entonces, ellos empezaron a ayudarme a promocionar el vallenato en esa emisora. Y en Radio Reloj me ayudó Chico Mejía Cataño”, recuerda en su terraza al periodista de La Calle.
Otra vez Radio Guatapurí: “Si trae música de cumbia, lo ayudamos”
Nunca olvida la mañana en que regresó a Radio Guatapurí a insistir en que le ayudaran a promocionar a Alfredo Gutiérrez. “Ahí me encontré con Electo Gil Bustamante y le dije el motivo de mi visita. Y me dijo que él no ponía esa música, que si le llevara cumbia sí. Entonces, le respondí que yo no era de El Banco, que yo era vallenato y esa era la música que promocionaba”, cuenta ahora, mucho tiempo después, cuando este género abunda en todas las emisoras de Valledupar.
Tin Daza convenció a Radio Guatapurí con publicidad
Cuando iba a promocionar a Radio Guatapurí los toques de Alfredo Gutiérrez en los distintos pueblos del Cesar y del sur de La Guajira, donde se escuchaba bastante esta emisora, Tin Daza cuenta que Manuel Pineda Bastidas le decía que sin poner canciones: “sólo se puede decir ‘Alfredo Gutiérrez toca en tal pueblo’”; entonces, el aún joven profesor del Loperena le replicaba al director de la estación radial: “Noo, pero hay que poner la música para que sepan qué disco le gusta a la gente”, insistía Tin. Hasta que un día recibió la respuesta deseada: “Bueno, así, sí, pues”, aceptó Pineda Bastidas.
El empujoncito de profesor del Carmelo en Radio Guatapurí
Ya siendo docente en El Carmelo, Tin Daza tuvo la fortuna de ser profesor de tres hijos de un hermano de Manuel Pineda: Régulo Pineda, el otro fundador de Radio Guatapurí. Entonces, esa feliz circunstancia hizo que Régulo fuera aceptando que se pusiera música de Calixto Ochoa (es decir, vallenato) en Radio Guatapurí.
La primera entrevista en medios de Alfredo Gutiérrez fue en Radio Guatapurí
Una tarde de 1967, Tin Daza fue a Radio Guatapurí a promocionar uno de los toques de Alfredo Gutiérrez y Calixto Ochoa. “Allá me encontré con Isaac León Durán y Emilio Alfonso Arias Acosta; ellos me dijeron ‘hey, Tin, sabemos que Alfredo Gutiérrez está aquí. Traételo y le hacemos una entrevista’. Y le propuse a Alfredo y me dijo nervioso ‘¿y yo qué voy a decir allá?’. Y lo tranquilicé diciéndole que le iban a preguntar a qué edad comenzó a tocar, en cuántas casas de grabación ha estado, a quiénes les grabó canciones en el larga duración que estamos promocionando, no te pueden preguntar otra cosa. Y me respondió ‘bueno, si es así, vamos, pue’. Se quitó las abarcas tres puntá y la bermuda, se puso zapatos y pantalón y nos fuimos. Lo noté nervioso, pero se defendió. ‘Tin, es la primera entrevista que me hacen en una emisora’, me dijo”.
Pregrado y posgrado: subir en el escalafón
De junio de 1986 hasta diciembre de 1990, Tin Daza terminó la licenciatura en Administración Educativa en la Universidad de San Buenaventura: subió de la categoría 10 a la 13 en el escalafón docente. Y en el 2008 terminó la especialización en Tecnología Informática en la Universidad Andina: subió a la categoría 14. Estudió en las sedes de Bogotá de ambas universidades y lo hizo a distancia, pero presencial en vacaciones de mitad y final de año.
Sus cinco hijos en su matrimonio
Tin Daza conoció a Inírida Lucila Fontalvo en 1973, cuando ella llegó a pasar unas vacaciones con una compañera vallenata que estudiaba en su ciudad natal, Santa Marta. “Esa vez nos fuimos a bañar al río Guatapurí. Me casé con ella el 23 de abril de 1975. Tuvimos cinco hijos: César Nicolás, José Agustín, Claudia  Liliana y Laura María”, cuenta el feliz octogenario. 
Ella, Inírida, salió esa mañana de la entrevista con La Calle en la terraza, a aclararle el nombre de su esposo al operario de Emdupar.

Publicado en el Semanario La Calle el 6 de octubre de 2025

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