6 oct 2025

El drama de Graciela, la artesana Wayúu de la primera de Riohacha

Así estaba la Primera, de Riohacha, hace dos años
Por John Acosta

Graciela Jayariyú tiene 10 años de haber llegado a vender sus tejidos Wayúu a la Avenida Primera, de Riohacha. Los periodistas de La Calle la conocieron el año pasado y hasta el Semanario La Calle publicó una crónica de ella. Resulta que la semana pasada, Graciela se volvió a comunicar con el periódico y envió un mensaje desesperado.

Así está ahora, vacía
“Yo, como una de las artesanas que hacen vida aquí, que lucho el día día para mi sustento,   tengo esa  inquietud.  Y qué pasa con el turismo  porque nuestro  representante Riohacha (el alcalde Genaro) no nos dice nada. Señores periodistas, regresen,  pregunten, miren, caminen para que vean cómo está  Riohacha.  No solo  es  acordarse un momento  porque  la ciudad tiene playa,   tienes cosas que pueden  atraer al turismo:  hay  hoteles y tiene un aeropuerto. Sólo es algo de una  mujer Wayúu  trabajadora se pregunta: qué pasa con Riohacha.  Los turistas llegaban antes  y cada uno de nosotros les vendíamos  nuestras   artesanías,  ahora  esto está solo. Nos  preguntamos entre  nosotros   dónde están nuestros ángeles.  Sólo nos respondemos ‘ya deben venir cerca’.   Esa es nuestra respuesta para animarnos los unos a los otros que estamos aquí”, escribió.

“Dios permita que el alcalde y el gobernador nos tenga en cuenta”: Graciela Jayariyú

Graciela Jayariyú con su tía Conchita, hace
dos años: antes se podía sonreír
Y, entonces, aterrizó en algo más concreto. “Bueno, Dios permita que el gobernador y el alcalde nos tengan en cuenta porque los artesanos de La Primera  tenemos esa  inquietud   sobre nuestro espacio.  Es que, en estos momentos, ya se está trabajando con el proyecto del malecón y no nos han dicho qué van hacer con nosotros. No nos han socializado nada. Vivimos en una zozobra porque nadie ha venido a decirnos qué va a pasar con nuestro trabajo artesanal. Uno ve que trabajan y trabajan en el nuevo malecón, que encierran con láminas de zinc para trabajar, pero no nos dicen absolutamente nada sobre si nos reubicarán, si nos dejarán aquí”.

Está ahora en Medellín, pero tampoco le ha ido bien

El Semanario La Calle trató de ubicarla en Riohacha el pasado viernes, pero no estaba en la capital guajira. “Ahí le cuento: recogí unas  mochilas y me vine a explorar a Medellín, por Antioquia,  pero le cuento que no he vendido  mochila, vea, y  me vine completita justo con el pasaje de venida, confiando en que aquí haría el de regreso, como no tenía más,  sólo pensando en mirar otro horizonte, pero no es como lo pensé yo en medio de mi desespero en busca de  mi sustento y de mis hijos. Acá es diferente a Riohacha: el espacio público no me dejó y yo no tengo cómo regresar a Riohacha”.

Es la primera vez, desde que llegó a la capital de la península colombiana, que salió a buscar mundo, guiada por el desespero, pero no le fue bien. Lo cierto es que no es la única de sus compañeras artesanas que le ha tocado emigrar a otras tierras en busca de un mejor presente.

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