26 dic 2025

El único viernes sin el estrés del cierre del periódico

Por John Acosta

No sé sobre qué escribir, pero tengo ganas de hacerlo. Es viernes 26 de diciembre y llegamos al periódico a hacer el cierre. No es un cierre normal, por supuesto. Alexis, la diagramadora, está haciendo su trabajo frente a su computador. Álix, la reportera gráfica, le da soporte con las fotos necesarias. Las chicas de redes sociales mantienen informados a nuestros seguidores con las notas actualizadas que ellas suben cada 15 minutos: pudieron hacerlo desde sus casas; en realidad, todos podríamos trabajar hoy desde nuestros hogares, pero decidimos venir, después de Navidad, para reencontrarnos. Y, la verdad, se siente uno bien, relajado, sin el estrés cotidiano de todos los viernes normales a estas horas, cuando las fuentes, abordadas desde el lunes y después de insistencia diaria de parte nuestra, empiezan a responder justo el viernes en la mañana, como si quisieran atrasarnos en al entrega de nuestro artículos documentados; no obstante, este último día hábil de la semana es diferente porque nuestro semanario impreso, que circula los lunes, no lleva los temas fuertes que esperan ansiosos nuestros lectores; como es la última edición del año, se dedicará a los personajes que se destacaron en estos 365 días del 2025.


El tintico de Nidia


La risotada de Nidia, desde la cocina, retumba en todos los pasillos y oficinas del periódico. Y el contagio emocional atrapa por ósmosis la alegría de nuestra amiga, impregnándonos esa felicidad espontánea en los espíritus, un tanto abatidos por el trajín (y el alcohol, la verdad) de la Navidad reciente. Para terminar de completar esa sensación de paz y tranquilidad, irrumpe Nidia en la sala de redacción, con su sonrisa como garantía dejada por la carcajada que resonó minutos antes, con la bandeja de pocillos humeantes y nos deja en cada puesto el añorado tinto mañanero.


El señorío de la jefa Irina


Esa serenidad, extraña en un viernes de cierre, ni siquiera fue interrumpida por la llegada señorial de nuestra jefa de redacción, la inefable señora Irina. “Buenos días”, dijo, con su acostumbrada reciedumbre de carácter. “Ajá, señora Irina, y a qué se debe esa manta de leoparda que trajo hoy”, le dije yo, después de contestarle el saludo. Y su inteligencia natural comprendió que más que dirigirme a ella, me estaba dirigiendo al resto de compañeros, como diciéndoles “tranquilos, muchachos: no ha pasado nada, sigamos trabajando con la quietud en la que estamos inmersos hoy”. “Ah, sí: hoy vine de wayuu”, admitió la señora Irina con una sonrisa sincera.


La buena noticia de Kathe


Entonces, entró Kathe y se acercó a Alexis para verificar el diseño de algunos de los personajes que habían pautado en el transcurso del año que agoniza. Su figura jovial, con su jean ceñido y su blusa de adolescente madura, le aportó al aire de frescura que ya se sentía en el ambiente. Poco antes, ya había pasado Ronal por ahí y nos anticipó, sin decirlo literalmente, lo que la gerente general, Kathe, nos diría. “Compañeros, pasen la cuenta de cobro de diciembre”, nos dijo él minutos antes. “Parece que hay buenas noticias: creo que hoy, con el favor de dios, pagamos”, nos dijo, al darse la media vuelta, después de examinar la pantalla del computador de nuestra diseñadora.


La mañana había empezado bien en el trabajo


Cuando entré a la recepción del edificio, temprano en la mañana, tuve la grata vista de toparme con la jurídica ‘Vero’, Verónica, y su sonrisa nerviosa de ángel ruborizado, que hace sobresaltar el alma a cualquiera; de hecho, su sonrojado rostro me acompañó los cinco pisos que recorrimos en el ascensor.  Ya arriba, estaban Ana María y Eve. Entré a la sala de redes a saludar a Andrea, Loraine, ‘Majo’ (María José) y Doris: como cosa rara, ahí estaba el Duende (Johnatan) embelesado con la belleza de estas cuatro jovencitas. Es viernes 26 de diciembre, pero no hay el desasosiego del cierre de todos los viernes; tanto así, que hasta me dio tiempo para escribir sin saber sobre qué hacerlo, aunque debía matar las ganas de redactar.


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