4 oct 2024

El Brujo manda la parada en la calle sexta de La Nevada

Por John Acosta

Caminando, otra vez, sin rumbo por las calles de Barranquilla, el joven Luis Antonio Gómez Camargo tomó otras de las drásticas decisiones de su vida, que habría de cambiarle el curso de su destino para siempre. “Me someto a apostarle al truquismo: me metí a brujo”, le confesó al Semanario La Calle, más de 50 años después. Compró un juego de barajas bañada en ferromagnetismo y las abría como un acordeón: cuando la gente veía esas cartas alienadas y suspendidas en el aire, gritaba: “¡Ese man es un brujo!”. Ayudado con su inteligencia natural (“Y con mi parla”, le contó al periódico), empezó a leer la suerte en la mano, en el tabaco, y en la borra del café. “Me formalicé famoso en el barrio Tayrona, de Barranquilla”, le dijo al semanario. Para convencer más a sus potenciales clientes, vestía siempre de camisa negra manga larga.

“Embustero sí he sido, pero siempre me he cuidado de no cogerme lo ajeno; incluso, me convidaban a meter vicios: nunca lo acepté. Lo que me perjudica, no lo dejo pasar. Nunca he estado preso, nunca he tenido nada con la Policía. Y siempre andaba sin papeles. No tengo malos antecedentes. No le debo nada a nadie. Ando feliz”, aclara.