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El Chiche Maestre, un poco más joven |
Por
John Acosta
Más de 45 años después, recuerdo aquel momento como si
fuera ahora: el niño tocaba el acordeón en la tarima, mientras su hermano (o
primo hermano, no sé: eran iguales en todo caso) cantaba. El público delirante
aplaudía el coraje de aquellos infantes que le sacaban notas y sentimientos a
la caja, guacharaca y acordeón. Era, por su puesto, un espectáculo digno de
admirar por todos, que se desarrollaba en una media mañana del mes de julio,
que era cuando se realizaba el Festival Folclórico del Fique, en la muy amada
población de La Junta, allá en La Guajira indomable de Colombia. Yo presenciaba
ahí, entre el público, la gallardía en tarima de aquellos muchachos de mi edad.
Me evoco en pantaloncito corto, a pies descalzos y sin camisa, que era la única
manera como me le podía escapar de la casa a mi abuela sobreprotectora. Se
trataba del pequeño José Alfonso El Chiche Maestre y su conjunto, integrado por
niños de la vecina población de Patillal, en el departamento del Cesar, así sin
tilde en la e. Esa mañana, obviamente, me fui para la casa sin saludar
personalmente a los ídolos de mi edad porque los adultos se los llevaron,
seguramente a amenizar parrandas en sus patios traseros. Hubo de pasar más de
10 años para volverme a encontrar con El Chiche y hacernos amigos de
compincherías universitarias.