Los creyentes católicos del sector
de Villa Campestre, junto con su sacerdote, Diógenes Marrero, estaban felices. Hace
más de dos meses, realizaron una manifestación pacífica en el terreno donde se construirá
su templo en el corredor universitario para presionar que se les permita el pronto
inicio de la edificación. Después de una larga y desgastante controversia, consiguieron
que la Alcaldía de Puerto Colombia diera la autorización respectiva: por fin, tendrían,
de nuevo, un sitio propio donde congregarse; sin embargo, la euforia les duró
poco: el poderoso vecino del sector (curiosamente, un católico que se ha
opuesto a la realización de esta obra sagrada) se volvió a interponer mediante
una acción jurídica para impedir que los devotos cristianos tengan otra vez,
por fin, un lugar donde congregarse a realizar la eucaristía, después de que
hace año y medio la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), luego de un
largo y sonado litigio, les tumbara la parroquia San Francisco Javier para permitir
el paso de la Circunvalar de la Prosperidad.
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