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El Mono Arjona de la novela y El Negro Acosta de la realidad |
Por
John Acosta @Joacoro
Era tal la ternura que
irradiaba hasta por los poros, que ni siquiera dábamos para decirle lo que todo
el mundo le decía por cariño: El Negro, sino que íbamos más allá y le decíamos
Ñego. Cada vez que veo al furibundo El Mono Arjona en la novela Diomedes Díaz, El Cacique de La Junta,
se me arruga el alma al ver la antítesis que creó RCN del verdadero El Negro
Acosta. Uno sabe que novela es novela y que el libretista tiene todo el derecho
del mundo a crear su propia realidad, pero, de todas maneras, uno, que conoce
la historia real y los protagonistas verdaderos, no puede evitar comparar la
fantasía del drama televisivo con los recuerdos que le rondan la mente como
fantasmas en rebelión y, bueno, termina en estas: escribiendo para deshacerse
de esa huelga mental que me han creado en mis remembranzas las ánimas benditas
que también ven la novela en mención.