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| Ingeniero Wilman Vargas Altahona, alcalde de Puerto Colombia, inspecciona obras de reparcheo en el corredor universitario |
Una de las situaciones más difíciles de la vida es complacer a todos los seres humanos: los que para unos es una maravilla, para otros es la peor desgracia; por eso, es una dura tarea de los funcionarios de gobiernos, al momento de planificar y ejecutar políticas públicas, mantener contentos a todos, pues siempre habrá quien critique lo desarrollado. Al final, debe primar el bien común. Es, precisamente, lo que se acaba de evidenciar en el proceso de tapar los huecos de la prolongación de la 51B, por el corredor universitario: mientras la mayoría de vecinos del sector aportaron para comprar merienda y refrigerio y llevárselas a los obreros que realizaban la labor (en señal de gratitud por algo que estaban esperando hace tiempos), unos cuantos (muy pocos, la verdad) pasaban en lujosos carros, bajaban el vidrio eléctrico de la ventanilla del conductor y gritaban las miserias de sus amarguras: “¡Eso no sirve para nada!”. Subían el vidrio y seguían su marcha, satisfechos por la gran proeza que acaban de realizar.
