15 sept 2025

‘Checho’ Castro, el centenario gallero de Valledupar

Por John Acosta

No hubo forma de convencer a Enriquito Orozco de que no echara a pelear a ‘La Mecedora’ esa noche. La razón era más que evidente: las cuerdas gallísticas de Valledupar y Villanueva estaban saladas, como se dice en el argot de estos encuentros de competencia avícola. A esa hora de la noche, nueve y media, no habían ganado ni una sola pelea en la feria internacional que se disputaba en Sincelejo, pero Enriquito estaba decidido a doblarle el cuello al cisne y revertir para el Cesar y La Guajira aquella mala racha de pérdidas sucesivas. Celso ‘Checho’ Castro Castro, que lideraba el grupo de visitantes vallenatos, tenía razones suficientes para estar convencido de que no había manera de quitarse la saladera que esa fatal noche cubría a los gallos de sus coterráneos y a los suyos propios; no obstante, herido en su orgullo por los gritos de los asistentes al coliseo gallístico (sabaneros, en su mayoría), Enriquito Orozco, contra la insistencia de ‘Checho’ y demás compañeros de faenas, alzó su bravía ave de corral. “Se lo juego al más bravo de estas tierras para que lo venzamos enseguida”, desafió, con su voz alta y ronca ya por el esfuerzo realizado al avivar cada pelea de esa jornada en contra.

Su experiencia de exitoso gallero le decía a ‘Checho’ Castro que ya no habría manera de enderezar la suerte torcida de esa noche sincelejana. Él, más que nadie, conocía la calidad de ‘La Mecedora’, pues había salido de las entrañas de su brava cuerda de gallos finos: el propio ‘Checho’ se lo regaló a su afectuoso amigo Enriquito, como muestra de su cariño. Y fue tremendo regalo porque ese gallo hizo historia, no sólo en el Caribe colombiano, sino, además, en toda Colombia por su imbatible forma de pelear.