15 sept 2025

‘Checho’ Castro, el centenario gallero de Valledupar

Por John Acosta

No hubo forma de convencer a Enriquito Orozco de que no echara a pelear a ‘La Mecedora’ esa noche. La razón era más que evidente: las cuerdas gallísticas de Valledupar y Villanueva estaban saladas, como se dice en el argot de estos encuentros de competencia avícola. A esa hora de la noche, nueve y media, no habían ganado ni una sola pelea en la feria internacional que se disputaba en Sincelejo, pero Enriquito estaba decidido a doblarle el cuello al cisne y revertir para el Cesar y La Guajira aquella mala racha de pérdidas sucesivas. Celso ‘Checho’ Castro Castro, que lideraba el grupo de visitantes vallenatos, tenía razones suficientes para estar convencido de que no había manera de quitarse la saladera que esa fatal noche cubría a los gallos de sus coterráneos y a los suyos propios; no obstante, herido en su orgullo por los gritos de los asistentes al coliseo gallístico (sabaneros, en su mayoría), Enriquito Orozco, contra la insistencia de ‘Checho’ y demás compañeros de faenas, alzó su bravía ave de corral. “Se lo juego al más bravo de estas tierras para que lo venzamos enseguida”, desafió, con su voz alta y ronca ya por el esfuerzo realizado al avivar cada pelea de esa jornada en contra.

Su experiencia de exitoso gallero le decía a ‘Checho’ Castro que ya no habría manera de enderezar la suerte torcida de esa noche sincelejana. Él, más que nadie, conocía la calidad de ‘La Mecedora’, pues había salido de las entrañas de su brava cuerda de gallos finos: el propio ‘Checho’ se lo regaló a su afectuoso amigo Enriquito, como muestra de su cariño. Y fue tremendo regalo porque ese gallo hizo historia, no sólo en el Caribe colombiano, sino, además, en toda Colombia por su imbatible forma de pelear.

 Con los gallos desde niño

A la derecha, 'Checho' Castro. Aquí, suelta
unos gallos en 'Kiko' Valdeblánquez
‘Checho’ Castro nació el 3 de septiembre de 1927 “en el hogar de José Guillermo Castro Trespalacio y de Josefina Castro Monsalvo, la bien recordada y querida matrona de la sociedad Vallenata: ‘Mama fina’”, escribió el villanuevero Hernán Baquero Bracho. Desde niño, su orgulloso padre lo llevaba a las fincas y el pequeño ‘Checho’ se fascinaba con los animales, especialmente con los coloridos gallos finos. Ni siquiera la ida a Santa Marta a estudiar su secundaria en el famoso Liceo Celedón, le arrebató ese encantamiento con los gallos: en cada vacaciones, el joven ‘Checho’ Castro aprovechaba para imbuirse en el fascinante mundo gallero. 

Incluso, cuando iba en el vapor que cogía en Barranquilla rumbo a Medellín, donde estudiaba Minas en la Universidad Nacional, recordaba los nombres de los bravos gallos de peleas con que las cuerdas cesarense empezaban a encantar al país, mientras miraba el paisaje que circundaba al río Magdalena de la época. Esa pasión gallística lo persiguió hasta en las gélidas temperaturas del Canadá, donde fue a estudiar Ingeniería de Minas.


Y se casó con la mujer con que compartió su vida terrenal

Ya a punto de culminar su carrera en norteamérica, le tocó regresar súbitamente a su Valledupar del alma por la inesperada muerte de su padre: se vino a ayudar a su hermano mayor, José Guillermo ‘Pepe’ Castro, a levantar el resto de la familia. Dejó la minería inconclusa y se dedicó a la ganadería. ‘Checho’ tenía su novia oficial, como mandaba la sociedad valduparense de entonces: ella era descendiente de una connotada estirpe vallenata; sin embargo, una vez iba montado en su caballo por las calles del centro de la ciudad y vio a una mujer que lo flechó para siempre.

Omaira Gnecco, hija de un riohachero que trabajaba en la zona de carreteras, laboraba en la sede de Valledupar de la entonces Caja Agraria, hoy Banco Agrario. Ella, que era del corregimiento de Papayal del municipio de Barrancas, en La Guajira, iba elegante hacia su oficina y, al verla tan hermosa, ‘Checho’ Castro se dijo: “Con esa es que me voy a casar”. Empezó a enamorarla con la caballerosidad de entonces. Y dejó su novia oficial para casarse con la mujer que lo enamoró: duraron 70 años juntos hasta que la muerte se la llevó a ella. Tuvieron cinco hijos: Miguel, «Chechito», Patricia, Juan Pablo y la Nena Castro Gnecco.

 ‘La Mecedora’ por ‘Los amores de Petrona’

El gran ‘Checho’ Castro cumplió 98 años el pasado sábado 13 de septiembre. Hace siete años le dio una isquemia y le afectó las dos extremidades derecha, pero está consciente, afortunadamente. Ganadero por excelencia, hacedor de fincas, gallero por vocación, a punto de cumplir su siglo de existencia, ‘Checho’ Castro no olvida la noche aquella en que en la feria internacional de Sincelejo, la terquedad de su entrañable amigo Enriquito Orozco vio perder a uno de los famosos gallos de su cuerda: ‘La Mecedora’, que cayó abatido ante otro gallo famoso, llamado ‘La Amistad’, de la cría de Manuel Narciso Jiménez, que se lo había regalado a Álvaro Hernández Gómez.


Enriquito, como agradecimiento, le regaló a `Checho’ Castro un gallo chino pata verde, que el famoso gallero de Valledupar bautizó ‘Los amores de Petrona’, un gallo que ganó 17 riñas: sólo pasaba por encima de su contrincante y lo hacía vomitar los pulmones: murió en la galería por una enfermedad.

Publicada en el Semanario La Calle, el 15 de septiembre de 2025

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