Por
John Acosta @Joacoro
Hubo júbilo casi total (todavía
falta que caiga el jefe) entre los empleados porque, por fin, la Fiscalía
General de la Nación se dignó a proceder para empezar hacer justicia frente a
la empresa criminal que atentó vilmente contra el bienestar económico, social,
familiar, personal y reputacional de más de 1.200 empleados, de más de 10.000
estudiantes y de más de 50.000 egresados. La captura de implicados en el peor
desfalco cometido contra la Universidad Autónoma del Caribe hizo de ayer (21 de
noviembre de 2018) otro día histórico para esta querida institución de
educación superior. El atentado fue de tal magnitud que muchas de las heridas físicas
y espirituales aún siguen abiertas. A pesar de la sal que cae, a veces, sobre
las llagas lacerantes, derramada con sorna por malintencionados que quieren
pescar en río revuelto, no deja de ser un paliativo importante que las
autoridades competentes hayan decidido, después de tanto titubeo, agarrar el
toro por los cachos.