Cuando alguien persigue la muerte, basta engañarlo con su apariencia para que la vida continúe.
Fingir su propia muerte fue, entonces, el único recurso del magistrado de la Corte Suprema de Justicia doctor Humberto Murcia Ballén, entre el 6 y 7 de noviembre de 1985 cuando el grupo guerrillero M-19 se tomó por las armas el Palacio de Justicia, en pleno centro de Bogotá. Solo esa era la manera de burlar a los esclavos de la violencia.
El doctor Murcia Ballén completaba ese año su periodo de la magistratura y se preparaba para contar con su jubilación desde el mismo 6 de noviembre, motivo por el cual esperaba esa mañana al doctor Héctor Marín Naranjo, quien sería su reemplazo.