Esa mañana de octubre, el río Guatapurí bajaba caudaloso, como lo hacía siempre
por los aguaceros de esta época del año. Aníbal Rafael Martínez Zuleta, ya
conocido como ‘El Negro grande del Cañaguate’, no desperdiciaba día en
Valledupar sin darse el gusto de pegarse su baño diario en el gran afluente de
la capital del Cesar. En esa oportunidad, había un invitado especial de fuera de
la ciudad: Álvaro Uribe Vélez, que aspiraba a ser presidente de la República en
las elecciones de 2002. Los acompañaba un pupilo de Aníbal Martínez: Víctor
Martínez Gutiérrez, quien apoyaba al contrincante de Uribe dentro del Partido
Liberal, Horacio Serpa Uribe. “Tenga cuidado con las piedras. Mire que el río
está bravo”, le advirtió Martínez Zuleta al entonces candidato presidencial. “No
se preocupe: yo sé de ríos”, le respondió Uribe y se lanzó al agua. La fuerza
del río terminó arrastrándolo un poco, lo que aprovechó Víctor Martínez para
tirarle un sablazo al oponente de Serpa: “Eso le pasa por irse contra la
corriente”, le dijo a Uribe. Muerto de la vergüenza por la impertinencia de su
alumno, Aníbal Martínez lo recriminó con su mirada inquisidora. “Fue como
diciéndome ‘¿cómo se te ocurre decir eso, Víctor?’”, le contaría el pupilo al
semanario La Calle. Entonces, Álvaro Uribe salió chorreando agua por su cuerpo,
miró a su joven interlocutor y le respondió: “Ya le entendí, pero dígale a su
amigo que yo soy como el bambú: aunque me doble, no me tuerzo”.