19 mar 2024

Las historias que se tejen detrás de una mochila Wayúu

Graciela Jayariyú
Por John Acosta

Desde muy niña, Sandra Aguilar supo lo que quería ser: Artesana; por eso, cuando su mamá le llevaba muñecas para que jugara, “yo cogía rabia”, recuerda. Desde que tenía esos deseos, no era consciente de que pertenecían a la tradición artística y cultural de su raza, cuenta hoy con el brillo de satisfacción en sus ojos. Llevada por el impulso de sus anhelos infantiles, la pequeña Sandra recogía los pedazos de hilos de distintos colores que su madre desechaba en la fabricación de chinchorros y tejedura de mochila y hacía sus bolitas con las sobras de sus codicias inocentes. Se iba, entonces, para su casa de ensueño: debajo de la mata de monte (kashushirra), en cuya sombra construyó el pequeño telar, versión en miniatura del de su mama: dos horquetas y el travesaño. Ahí desplegaba, con su aguja, lo que había aprendido observando a su progenitora.

14 mar 2024

"La cachaca" que lleva 15 años vistiendo piloneras en Valledupar

Teresa Bohórquez Orjuela
Por John Acosta

Llegó a Valledupar enamorada de un hombre conocido en la ciudad por su jocosidad y por la honestidad y nobleza de su estirpe: Cristóbal Toba Mendoza. Teresa Bohórquez Orjuela llegó recién parida a la tierra donde el padre de su hijo había hecho una vida social admirable por la grandeza profesional de sus hijos matrimoniales y por el don de gentes de esa familia. Ella conocía a los mayores porque frecuentaba el apartamento donde ellos vivían en Bogotá, mientras realizaban sus estudios universitarios; precisamente, en la capital del país conoció al reconocido ganadero vallenato, donde llegó viudo a realizarse unos estudios médicos. Y ella lo acompañó en el hospital, sin saber que el humor espontáneo con que Toba Mendoza trataba de vencer su soledad recién adquirida la flecharía para siempre.

En Valledupar, vivió en arriendo, mientras hacía curso de pintura y bordado. Recuerda que le pidió al viejo Toba una máquina de coser, pero, al principio, el hombre se negó hasta que La Cachaca (como el mismo Toba la llamaba frente a sus amigos) usó sus dotes de persuasión femenina y lo convenció: ya esa máquina tiene 42 años y aún trabaja con ella. Al fallecer el padre de su hijo, ella salió de la tranquilidad de la casa, que él le había dejado, para trabajar en talleres de confección. Con ese esfuerzo, compró su propia fileteadora y pudo montar su propio taller en su hogar.

13 mar 2024

¿Me desterró Mauricio Molinares de Barranquilla?

Por John Acosta

Pensé que el destierro era ya historia: una pena común en la antigüedad que el estado imponía como inmediatamente inferior a la pena de muerte. Alguien que haya cometido un delito o una fechoría era expulsado del lugar donde hizo la falta. Ante la falta de autoridad del estado en ciertos territorios, las organizaciones ilegales imponen su ley y destierran a quienes le incomodan so pena de asesinarlos, como lo hacía el estado antiguo; no obstante, hay otras formas modernas de condenar a personas a desterrarlas del seno de sus familias para obligarlas a buscar la subsistencia de su hogar en sitios lejano, en donde no incomoden a un poder local que teme se les revele sus andanzas; sobre todo, si el desterrado ya había participado en la cruenta batalla argumentativa con que, junto con otros soldados ideológicos,  tumbó a quien el nuevo poder pretende emular. A mí me pasó.

12 mar 2024

Valledupar tiene su "cartuchito" por el colegio Loperena

Por John Acosta

Gabriel Rodríguez creyó que esa era la última noche de su vida. Aún hoy, más de dos años después, está convencido que eran 19 vigilantes los que lo estaban moliendo a golpes, amparados por la oscuridad citadina. Entre la sangre que le bajaba por la frente, alcanzó a ver que le pusieron su mano zurda sobre el tronco y uno de sus verdugos alzó el machete con que se la cortaría; entonces, sucedió: la luz incandescente se coló entre las rendijas que dejaba el líquido espeso y escarlata y tomó fuerzas para sacar el brazo completo. La filosa arma blanca apenas lo rozó; aunque fue suficiente para causarle una profunda herida, agradeció a Dios que aún mantenía su palma completa. El ruido del motor y el ensordecedor pito le hizo caer en cuenta que el potente hilo luminoso no era divino sino el de un carro que pasaba por ahí; en todo caso, se lo atribuyó a una obra del Espíritu Santo.

11 mar 2024

En la emblemática ‘Cuatro Vías’ ofrecen el mejor friche guajiro

Adelaida Epinayú, en su negocio
Por John Acosta

Nunca olvida el almuerzo de ese día, no sólo porque fue la primera comida que hizo en su vida, sino porque, además, se la proveyó la madre naturaleza cuando ella, una niña de diez años, no tenía con qué acompañar el arroz blanco preparado en el fogón de leña de su ranchería. Siempre sucedía que su mamá se iba a trabajar a Venezuela y las provisiones de la casa se agotaban antes del regreso de la progenitora; entonces, la pequeña Adelaida Epinayú desplegaba la creatividad alimenticia de su mente infantil para rebuscar, en el aledaño monte árido, el sustento para ella y sus hermanos. Ese día inolvidable, preparó iguana desmechada. Y la chicha de maíz (cultivado en la ranchería) se la tomaron de cerrera porque el azúcar se acabó antes de lo previsto.

4 mar 2024

¿Educador corruptor?: la reelección del señor Mauricio Molinares, en Uniautónoma

Reflexiones de Antonio Donado Tolosa Docente- investigador, Maestría en educación.

(1) El título es un oxímoron o una expresión que contiene términos que no es razonable unir: es inconcebible un educador que, en lugar de formar en valores humanos y demostrarlos con su comportamiento, explícita o soterradamente incita a conductas contrarias a la verdad, el respeto a la dignidad humana y la decencia en la administración de los bienes que se le encomiendan. El reverso o la suposición de que el corruptor sea un educador, solo es concebible en una sociedad u organización en profunda decadencia.

(2) El colombiano decente se sostiene en el filo de una navaja haciendo equilibrios e inventando razones para auto motivarse y no caer en el fango de la descomposición que pareciera dominante; sin embargo, arrastrando el pesimismo, los hombres y mujeres de bien se levantan cada mañana animados por el amor de sus hijos, con la esperanza, así sea incierta, de que se puede vivir en una sociedad en la que los principios del bien ajeno y la confianza en las buenas intenciones sean el pedestal de la justicia y el bienestar colectivo.