24 abr 2022

Tío Jose: la nobleza en pasta

Por John Acosta

Tío Jose me regaló la flauta que yo quería en diciembre de 1975.  Y, ese mismo día, me la robó un muchacho más grande que yo. El instrumento de pasta lo expendían en la droguería que Héctor Paz tenía en el cuarto de la esquina que Jorge Zedán, el esposo de tía Vila (Elvira Mercedes), le había arrendado de su enorme casa esquinera. Apenas me bajé del bus a conocer a Codazzi, vi la flauta en la vitrina y me gustó. Tenía menos de 10 años de edad y Omar Hernández, el esposo de tía Tey (María Esther), me dio ese viaje de La Junta, La Guajira, (donde me criaba la vieja Aba, mi abuela) a Codazzi como regalo por haber sido el primero de la clase del segundo de primaria que acababa de culminar. Tío Jose trabajaba en Cofrasu (Colombo-Franco-Suizo), un enorme taller de maquinaria pesada. Apenas recibí la flauta, me puse a tocarla con mi primo Fabio en el muro que quedaba donde tía Tey, pegado a Cofrasu. Y el muchacho apareció ahí: me pidió el aparato musical prestado dos veces; se lo prestaba y me lo devolvía; mi inocencia de entonces me impidió inferir que me estaba cebando. A la tercera prestada, salió corriendo con mi flauta y se perdió entre el monte de la pista de aterrizaje de avionetas de fumigación que quedaba al costado de Cofrasu. Fabio y yo salimos detrás a perseguirlo, pero se nos perdió entre el follaje espeso. Tío Jose nunca me recriminó por haber perdido su regalo.