8 feb 2024

La oscuridad en las calles vallenatas: otro dolor de cabeza para su habitantes

Por John Acosta

Javier Rodríguez Valdés salió de su oficina anoche a las 9:00, pues debía entregar un trabajo urgente. Acostumbraba a salir a las 5:00, antes de que oscureciera, por lo que no había notado la triste realidad con que se topó apenas puso el pie derecho fuera del umbral de la puerta: la calle estaba oscura y sola. Eso no debería asustarlo porque fue criado en un pueblo en el sur de La Guajira, cuando aún se alumbraba con lámpara de querosen en las casas y a los caminos serpenteantes no les alcanzaba a llegar la claridad artificial; sin embargo, en ese momento, sintió pavor: estaba muy cerca del centro de Valledupar, ciudad cercada por la más terrible ola de inseguridad.

Rodríguez Valdés se llenó de ánimo y avanzó. La mayoría de los postes del alumbrado público tenían sus pantallas funcionando, pero la luz no alcanzaba a caer en la calle porque se lo impedían las ramas de los frondosos árboles. Para caminar en el día, como lo hacía a diario, la sombra era perfecta porque lo protegía de los intensos rayos solares, pero la oscuridad de la noche es, lamentablemente, sinónimo de atraco y hasta de asesinato.