19 mar 2024

Las historias que se tejen detrás de una mochila Wayúu

Graciela Jayariyú
Por John Acosta

Desde muy niña, Sandra Aguilar supo lo que quería ser: Artesana; por eso, cuando su mamá le llevaba muñecas para que jugara, “yo cogía rabia”, recuerda. Desde que tenía esos deseos, no era consciente de que pertenecían a la tradición artística y cultural de su raza, cuenta hoy con el brillo de satisfacción en sus ojos. Llevada por el impulso de sus anhelos infantiles, la pequeña Sandra recogía los pedazos de hilos de distintos colores que su madre desechaba en la fabricación de chinchorros y tejedura de mochila y hacía sus bolitas con las sobras de sus codicias inocentes. Se iba, entonces, para su casa de ensueño: debajo de la mata de monte (kashushirra), en cuya sombra construyó el pequeño telar, versión en miniatura del de su mama: dos horquetas y el travesaño. Ahí desplegaba, con su aguja, lo que había aprendido observando a su progenitora.