30 ago 2024

Los pequeños productores del Cesar y La Guajira se están arruinando

José Ángel Hinojosa ordeña sus vacas en La Rochela

Por John Acosta

José Ángel Hinojosa Acosta se levanta todos los días a las 4 de la madrugada a ordeñar sus 26 vacas. El establo de La Rochela, su pequeña finca, resuena con las décimas que él canta a todo pulmón, mientras hala las tetas de sus animales para extraerles los 80 u 85 litros de leche diarios que produce. El cantar de los dos gallos finos y tres bastos que tiene, junto con  la respuesta lejana de otras aves de corral desde las  granjas vecinas, son el acompañamiento musical perfecto para su voz. El bramar lastimero de algún ternero desesperado porque no le ha llegado su turno de mamar la ubre desocupada, tampoco desentona en aquel ambiente fiestero que el campesino le impone a su jornada. Hasta el cacareo de las gallinas que acaban de poner los huevos del desayuno se convierte en instrumento armónico para esa orquesta de toque madrugador. Ni siquiera el ladrido de los perros a los ruidos de las motos que pasan por la trocha cercana, ensucia aquel concierto diario.

Esa alegría que antecede el amanecer en La Rochela contrasta enormemente con la tragedia que viven los productores de leche en Colombia, en general y el Cesar, en particular; en realidad, José Ángel vende 70 litros y el resto “lo deja para el gasto aquí en la casa”, le dijo al Semanario La Calle, desde la hamaca colgada en el corredor, donde reposa después de haber apartado los terneros en la tarde para el ordeño del día siguiente. “Le echo a un calabazo, regalo tres litros, hiervo un tanto para el desayuno y la cena. A veces, cuajo mis seis litros para hacer mi pedacito de queso: ayer cuajé, hoy no. Hago ese pedacito de queso para comer aquí”, agregó Hinojosa Acosta a La Calle.