24 jul 2022

Vuelven a dilatar construcción de templo católico en corredor universitario

Por John Acosta

Los creyentes católicos del sector de Villa Campestre, junto con su sacerdote, Diógenes Marrero, estaban felices. Hace más de dos meses, realizaron una manifestación pacífica en el terreno donde se construirá su templo en el corredor universitario para presionar que se les permita el pronto inicio de la edificación. Después de una larga y desgastante controversia, consiguieron que la Alcaldía de Puerto Colombia diera la autorización respectiva: por fin, tendrían, de nuevo, un sitio propio donde congregarse; sin embargo, la euforia les duró poco: el poderoso vecino del sector (curiosamente, un católico que se ha opuesto a la realización de esta obra sagrada) se volvió a interponer mediante una acción jurídica para impedir que los devotos cristianos tengan otra vez, por fin, un lugar donde congregarse a realizar la eucaristía, después de que hace año y medio la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), luego de un largo y sonado litigio, les tumbara la parroquia San Francisco Javier para permitir el paso de la Circunvalar de la Prosperidad.

Desde esa fatídica semana en que los “monazos” echaron a tierra el templo, los fieles católicos de esta zona iniciaron un tortuoso peregrinaje para edificar, de nuevo, la parroquia donde pudieran reunirse para transustanciar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, mediante la eucaristía. Cuando pudieron encontrar el terreno adecuado y lo adquirieron, empezó otra lucha para lograr el permiso de construcción por parte de la alcaldía de Puerto Colombia. No entendían cuál era el motivo de la demora si el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de este municipio no impedía que se ubicara la parroquia en ese lugar.
Primero les adujeron que el terreno tenía serias dificultades friáticas en invierno. Los fieles respondieron que eso no era problema porque se contaba con los recursos suficientes para adecuar el suelo. Después, devolvieron los planos dizque porque una edificación de esa magnitud, necesitaba de más parqueaderos. Los devotos redujeron el tamaño del edificio y aumentaron el espacio para el parqueo de vehículos. A pesar de todo, la demora en otorgar el permiso continuaba. Hasta que quedó claro que la férrea oposición para el inicio de la obra provenía de alguien que teme se le desvalorice su inversión por la enorme cantidad de carros estacionados alrededor del futuro templo en las horas de servicio religioso.

El padre Diógenes Marrero y sus feligreses, frente
al terreno donde se construirá el templo
La alcaldía de Puerto Colombia propició un encuentro para el diálogo cordial entre las autoridades eclesiásticas del departamento del Atlántico y el particular que se opone a la construcción del templo. Ahí fue donde se definió la ampliación del número de parqueaderos que, finalmente, se presentó y que la Secretaría de Planeación municipal aceptó. Por eso, se otorgó el permiso que puso felices a los católicos del corredor universitario; no obstante, la dicha fue muy corta, pues el vecino católico interpuso una acción para revocar ese permiso, a pesar de que, de acuerdo a lo informado por el sacerdote Diógenes Marrero, el obispo en persona le dijo que lo llamara en caso de alguna desavenencia. Y, otra vez, quedó en el limbo la edificación de la parroquia de San Francisco Javier.

De nuevo, los cristianos católicos del corredor universitario (que fueron derrotados hace año y medio en su oposición a que les derribaran su templo) volvieron a ser víctima de la vulneración a su derecho al culto; es decir, las autoridades municipales de Puerto Colombia no han podido garantizarles aún este sagrado derecho. Los fieles han quedado, otra vez, desperdigados en distintas parroquias de otros barrios y sectores distintos al suyo porque la alcaldía de Puerto Colombia no ha podido evitar, en este caso específico, que el interés particular esté por encima del beneficio común.

Ojalá los funcionarios de este querido municipio tengan el coraje suficiente para amarrarse los pantalones como lo amerita la situación y no permitan que se dilate más la construcción del templo de esta sufrida y paciente comunidad.

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