Por John Acosta
En La Junta, La Guajira, siempre se ha sufrido por la falta de agua; eso, a pesar de que su nombre proviene por la junta de dos arroyos (nuestro alto valor por el precioso líquido hace que los llamemos ríos), el San Francisco y el Santo Tomás, cuyo punto de encuentro lo llamamos (allá, en la tierra del cacique Diomedes Díaz) Los dos caños. Ambos ríos se secan hoy en el intenso verano que azota todos los años. El acueducto que admiré de niño en ese querido pueblo era una bomba que succionaba agua en un pozo de anillos de concreto cavado a la orilla del río Santo Tomás, en la parte alta del pueblo, y la enviaba a un tanque elevado, también de concreto, para repartirla por gravedad a las casas de la vereda. Yapara los inicios de mi pubertad, esa solución no alcanzaba porque La Junta había crecido. Y nos tocaba bajar a pie al río para subir con peroles llenos y paliar en algo la falta de agua en la casa de la vieja Aura Elisa, mi abuela. En las mañanas, cuando mi primo mayor llegaba en burro con la leche de Fundación, la parcela familiar, aprovechábamos el animal para ir en él al río y llenar de agua los calambucos, cuyo contenido no alcanzaba para el consumo de todo el día. Increíble que casi medio siglo después, este drama “veredal” se repita en las goteras de la primera ciudad de la costa Caribe colombiana, gracias a la empresa Triple A.
Las redes de distribución de
agua del corredor universitario son las mismas que existían desde el comienzo
de entrega de licencias de construcción de conjuntos residenciales y centros comerciales;
es obvio que ya no son suficientes para garantizar un servicio eficiente, como
lo podemos comprobar a diario quienes padecemos la baja presión, cuando llega
el agua, que nos obliga a bañarnos pegado a la pared y el constante y prolongado
corte del suministro.
“El agua se va en las mañanas
y regresa en las noches. Y, así como los estudiantes desaplicados que acuden a
todo tipo de sortilegios como excusas para justificar ante el profesor la no
presentación de sus trabajos, la Triple A se ha vuelto muy creativa en crear
subterfugios para argumentar su incapacidad de invertir en el corredor universitario
de acuerdo al crecimiento urbanístico del sector: que Aire no ha arreglado la
avería de su subestación eléctrica en el barrio El Silencio, bastante distante
de nosotros; o que se reventó un tubo de alta conducción en el barrio Rebolo,
en el otro extremo de la ciudad; en fin”, escribimos ese 22 de noviembre. Y el mismo
párrafo, sin una letra menos, debe repetirse hoy: llevamos una semana que nos
cortan, otra vez, el servicio en la madrugada y lo restablecen en la noche.
Lamentamos mucho que, en la reunión
de Asamblea extraordinaria de accionistas para elección y nombramiento de Junta
Directiva, convocada para este lunes 7 de marzo, no se pueda tratar la solución
urgente de esta problemática del corredor universitario, pues ni siquiera se incluye
un punto de Varios en el orden del día. Ojalá para la reunión ordinaria de la
Asamblea General de Accionistas, que se llevará a cabo en pocos días, el 25 de
marzo, se trate este asunto, por lo menos, en el punto 8 del orden del día, que
se refiere a “Proposiciones y varios”.¿Nos devolverá a esto la Triple A
en el corredor universitario?
Como los problemas del agua en
el corredor universitario, denunciados en el artículo del pasado 22 de
noviembre, persisten, toca darle a esta nueva denuncia el mismo cierre de la
anterior: Si no fuera por lo dramático del asunto, uno hasta diría que la
Triple A, al menos en el corredor universitario, hace apología a uno de los
famosos dichos del desaparecido cantante de La Junta Diomedes Díaz: “No hay
chorro que no termine en gota”.
Mal servicio y costoso
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