22 nov 2021

A la Triple A le quedó grande el desarrollo urbano del corredor universitario

En algunos conjuntos del sector, los vecinos han tomado
decisiones drásticas
Por John Acosta

Recuerdo cuando llegué a Barranquilla en 1991 a hacer mis prácticas profesionales al conocido edificio Miss Universo, donde tenía su sede la entonces minera Intercor, operadora, para esa época, de Cerrejón: la ciudad era un caos en servicios públicos. Había que esperar hasta media hora, con el auricular pegado en la oreja, a que diera tono para poder hacer una bendita llamada; la luz eléctrica era un extraño e intermitente privilegio, al que se podía acceder muy de vez en cuando; y no había un solo baño en Barranquilla que no tuviera un tanque, de varios galones de capacidad, debajo de la ducha (con la llave siempre abierta) para aprovechar la rara ocasión en que llegaba el agua y guardar algo de este preciado líquido: jamás olvidaré el potecito de plástico boyando sobre el agua y que se usaba para echarse el agua en el cuerpo durante la añorada bañada y para bajar el inodoro. Hoy, 30 años después, los operadores de telefonía celular y Aire (que reemplazó a la también privada Electricaribe) han mejorado bastante los dos primeros servicios enumerados en este párrafo; no obstante, la empresa Triple A, tristemente, ha hecho que los habitantes del corredor universitario, regresemos a las épocas del baño con totumita.

Lo paradójico de todo esto es que la empresa de servicios públicos municipales de Barranquilla (oficial, no privada) era un ejemplo de eficiencia nacional y un referente mundial, durante las primeras décadas del siglo pasado. Hasta que la voracidad rampante de la clase política barranquillera acabó con ella y hubo que acudir a la privatización.

Este párrafo, tomado de un artículo de escrito por unos profesores de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, resume un poco el proceso de lo que han sido los servicios públicos en Colombia: “Su carácter colectivo o público, su escala y grado de concentración, su baja circulación mercantil, sus períodos de rotación, la falta de una demanda solvente y el enfrentamiento de barreras jurídicas, no permiten que se genere un proceso de acumulación privada y ningún capital separadamente estaría en condiciones de asumirlo. El mecanismo que tiende a fortalecer estas relaciones es la intervención estatal, la cual adopta diversas modalidades. La primera: El Estado asume directamente la producción de estos valores, donde se crean organismos entidades especializadas, que no son propiamente polos de acumulación y sus objetivos no están signados por la búsqueda de ganancia. (Jaramillo, 1998). La segunda: Es la creación de circunstancias para que el capital privado pueda operar, a través de instrumentos tales como subsidios, transferencias y concesión de monopolios. Como se indicó, en el sector urbano es donde espacialmente se concentran más las actividades capitalistas, se aumenta la productividad y se facilitan los intercambios, sin embargo, el proceso de acumulación implica enormes costos, es decir, la creación de unos bienes y servicios, el cual consume gran cantidad de trabajo social y necesariamente nuevas inversiones”.(Tomado de: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/tecges/article/view/4387/6609v. Artículo: Una visión histórica de los servicios públicos en Colombia. Autores: Eladio Rey Gutiérrez, José Andelfo Lizcano Caro y Gustavo Chacón M).

Lo cierto es que la Triple A mejoró el servicio del agua potable en Barranquilla; sin embargo, también es una verdad incuestionable que el proceso de desarrollo urbanístico del llamado corredor universitario va mucho más rápido que la respuesta de inversión correspondiente de esta empresa. “Estoy convencido de que el tema es que, con el crecimiento que ha tenido este sector, nunca se tuvo en cuenta, por parte de los constructores ni de los que otorgan las licencias, que las redes de agua que existían no iban a ser suficientes. Y, simplemente, no es urgente para ellos porque no pasa nada”, expresa José Mejía, un residente de este sector afectado.

Quienes fuimos los primeros en mudarnos para las, entonces, recién construidas casas y apartamentos del corredor universitario, hemos sido testigos impotentes del paulatino deterioro del servicio de agua en este sector: a medida que aparecían nuevos conjuntos de viviendas, el chorro del agua de nuestros baños (en los primeros meses, potente y abundante) iba menguando hasta que ahora, todos los días, desaparece por completo. “Evidentemente, hay un problema de fondo, que no permite que se estabilice el suministro. Porque es demasiado recurrente y en los mismos horarios, como si cortaran, a propósito, aquí en zona residencial, para enviar esa agua a sector industrial y/o comercial en horas de trabajo”, agrega José Mejía.

El agua se va en las mañanas y regresa en las noches. Y, así como los estudiantes desaplicados que acuden a todo tipo de sortilegios como excusas para justificar ante el profesor la no presentación de sus trabajos, la Triple A se ha vuelto muy creativa en crear subterfugios para argumentar su incapacidad de invertir en el corredor universitario de acuerdo al crecimiento urbanístico del sector: que Aire no ha arreglado la avería de su subestación eléctrica en el barrio El Silencio, bastante distante de nosotros; o que se reventó un tubo de alta conducción en el barrio Rebolo, en el otro extremo de la ciudad; en fin.

La verdad es que la mayoría de los chat de los grupos de WhatsApp de cada conjunto residencial del corredor universitario se llena con la misma pregunta todas las mañanas de cada uno de los residentes: “¿en sus casas también se fue al agua?” Y en la tarde, la misma súplica en forma de pregunta: “¿en sus casas tampoco ha llegado el agua?” Si no fuera por lo dramático del asunto, uno hasta diría que la Triple A, al menos en el corredor universitario, hace apología a uno de los famosos dichos del desaparecido cantante de La Junta Diomedes Díaz: “No hay chorro que no termine en gota”.

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