Pedro Sierra, Jesús Pantoja, Cindy Solarte y Ramsés Vargas durante una de las sesiones del juicio que les sigue por posible desfalco a la Universidad Autónoma del Caribe |
Por John Acosta
Verse obligado (por la autorregulación)
a usar la palabra “posibles” en el titular de este artículo (cuando a uno le
tocó padecer en carne viva el accionar de los “presuntos” culpables) es otra
forma cruel e inhumana de revictimización. Y resulta que este artículo resulta
de otra revictimización de que hemos sido objetos por culpa de la ¿inoperancia,
corrupción? de la justicia colombiana: ¿cuántas veces seremos revictimizados
ante los ojos indolentes de la sociedad, que mañana le abrirá las puertas de sus
salones putrefactos a los nuevos “ricos”, productos del “corone” en su desfalco
a la Universidad Autónoma del Caribe?
¡Por Dios!
Duele profundamente el alma
cuando uno ve fallar (literalmente) a la justicia de este país. Y más penetrante
es esa aflicción cuando se es víctima del protagonista que la justicia trata
con benevolencia (por decirlo con suavidad). La impotencia de ver que quedarán
en la total impunidad todos los padecimientos sufridos por la crueldad y
desfachatez del victimario es tan miserable e invivible como los meses en que
fuimos actores del drama humanitario padecido por culpa de los inmisericordes a
los que hoy la justicia se pliega con total cinismo.
La amistad traicionada
Ramsés vargas es conducido a prisión por agentes del CTI |
Les brindé mi amistad sincera,
sin reservas (como lo acostumbramos a hacer en mi tierra guajira), a las tres
cabezas más visibles, presuntos determinadores de la compleja situación financiera
que aún padecemos en la Universidad Autónoma del Caribe. Ya he contado en este
mismo blog cómo a Ramsés Jonás Vargas Lamadrid lo conocí en nuestra época de
estudiantes, allá en la Universidad de La Sabana: él estudiaba Derecho y yo,
Comunicación Social y Periodismo. Casi dos años después de haber sido nombrado
Rector de la Autónoma del Caribe, Ramsés Vargas me ofreció la Dirección del
Departamento de Humanidades y yo se la acepté; dos o tres días antes del paro
que iniciamos para sacarlo de la Rectoría, fui a su oficina a reclamarle por la
agobiante situación en que nos mantenía a los empleados de la universidad; fue
una discusión tensionada, en la que me permití el atrevimiento de decirle
muchas verdades; al final, supongo que, dolido por el precario escenario que le
describí, me pidió que le aceptara un préstamo (tan amable él): sacó de su
bolsillo cinco billetes de 50 mil pesos y me los entregó; le dije que, de todas
formas, íbamos a hacer el paro. Todavía le debo los 250 mil pesos que me prestó
ese día.
Es posible que con esta
aceptación pública de mi deuda económica con él, Ramsés Vargas decida cobrarme
judicialmente (y con intereses); y, de hacerlo, lo más seguro es que también
aquí terminará la justicia dándole la razón a él. No sería raro, si se tiene en
cuenta que, hace pocas semanas, él ganó la acción de tutela que obligó al Fondo
de Empleados y Profesores (FEP) de la Universidad a pagarle a Ramsés Vargas lo
que él había ahorrado; esto no sería legalmente extraño si los empleados no
supiéramos que la administración de Ramsés Vargas, prácticamente, también
arruinó al FEP, pues nos descontaban a todos los trabajadores los aportes al Fondo
y las cuotas de los préstamos que el Fondo nos había hecho, pero nunca le
consignaban al FEP ese dinero que nos deducían; por eso, nos pareció un descaro
de su parte que le exigiera al Fondo que le devolvieran sus aportes; y, peor,
aún, que también aquí le diera la razón la justicia.
Pedro Sierra es conducido por el CTI a una audiencia |
A Pedro José Sierra García lo
conocí cuando Ramsés Vargas lo nombró Vicerrector Administrativo. Me pareció un
tipo bonachón; sin embargo, cuando ya la asfixia financiera comenzó a hacer
estragos en mi hogar, empecé a tener largas y duras discusiones con él, tanto
presencial como por teléfono. Mi reclamo frecuente era que cómo es posible que
llevaban dos años diciéndonos que en dos meses se solucionaría el asunto. Su
respuesta era siempre la misma: que era imposible recuperar en cuatro años lo
que Silvia Gette había destruido en 10.
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A Jesús David Pantoja Mercado
lo conocí cuando Ramsés Vargas le llevó como empleado de la Oficina Jurídica de
la Universidad Autónoma del Caribe; de ahí fue ascendido a secretario general
de nuestra alma mater.
Pedro Sierra, Jesús Pantoja y Johana
Martina Hildebrandt Royo, entonces vicerrectora financiera de la universidad,
fueron quienes me notificaron la decisión de bajarnos el 25% de nuestro salario
a unos 30 funcionarios de la universidad, un terrible e ilegal golpe del cual,
al sol de hoy, no me he podido recuperar.
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En este blog publicamos varios artículos en los que insistíamos en la necesidad de que se hiciera justicia. Y celebramos la captura de los presuntos implicados en terrible drama que nos ha tocado vivir.
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Y la impunidad se campea
Jesús Pantoja, cuando fue llevado a prisión por agentes del CTI |
En diciembre de 2019, Pedro Sierra
fue dejado libre porque se venció el tiempo entre la presentación de escrito de
acusación e inicio del juicio. La juez 14 penal de Barranquilla decidió dejarlo
en libertad porque debían pasar 240 días y en total, según lo manifestado, pasaron
253. En su resolución, la juez confirmó que en efecto desde que se presentó el
escrito de acusación el 2 de abril hasta el 11 de diciembre del año en curso,
habían pasado 253 días.
El pasado 10 de febrero, un
Juez de Barranquilla dejó en libertad por vencimiento de términos a Jesús
Pantoja. Según la Fiscalía, Pantoja, Sierra Vargas y otros funcionarios de la
Universidad habrían participado en la creación fraudulenta de un comité
administrativo en donde se manejaron los dineros ingresados en efectivo por
concepto de matrículas a finales del 2017 e inicios del 2018.
En cambio, el Juzgado de
Barranquilla que lleva el caso de Ramsés Vargas Lamadrid, le negó la libertad
por vencimiento de términos al ex rector de la universidad, que era solicitada
por la defensa. La defensa de Ramsés Vargas alegaba que ya habrían transcurrido
los 301 días de los 240 máximos que se tiene estipulado en el Código Penal para
que se inicie el juicio desde que fue presentado el escrito de acusación; por
su parte, la Fiscalía sostuvo que no había vencimientos de términos porque, al
tratarse de un Grupo Delincuencial Organizado, se necesitarían 500 días para el
vencimiento de los términos. En buena hora, la Juez acogió el concepto de la
Fiscalía.
¿Por qué en los casos de Pedro
Sierra y Jesús Pantoja la justicia no se acogió a los pertinentes argumentos de
la Fiscalía, como lo hizo en el caso de Ramsés Vargas? Vaya uno a saber. Antes
de tomar decisiones ligeras, sería bueno que esos jueces leyeran los testimonio
de las víctimas que todavía sufrimos la canallada de quienes ahora se presentan
como monjitas de la caridad. Esos testimonios los puedes encontrar en las
páginas web de los medios de comunicación, que registraron los sucesos que algunos
jueces pretender desconocer. Aquí en este blog encontrarán mucho de eso.
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Ojalá prime la sensatez en los
jueces de Barranquilla para que no nos sigan cercenándonos el alma al revictimizarnos
indefinidamente con sus decisiones detestables sobre el evidente desfalco a la
Universidad Autónoma del Caribe.
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