Por John Acosta @Joacoro
Ramsés Jonás Vargas Lamadrid llegó a la Rectoría de la Universidad
Autónoma del Caribe con la misión que todos apoyamos desde un principio:
recuperar a esta querida institución del lastre financiero y de reputación en
que la dejó sometida la anterior rectora, Silvia Gette Ponce. La misma sociedad
barranquillera rodeó este loable propósito y confió también en la gestión que
emprendía Ramsés Vargas. Incluso, en estas mismas páginas de Comarca Literaria
se publicaron varios textos de apoyo al nuevo rector. Yo mismo redacté y
publiqué varios artículos de adhesión al enorme reto que asumía Vargas Lamadrid.
Lamentablemente, con una profunda decepción, hay que reconocer que Ramsés Jonás
nos traicionó a todos: no solo fue inferior al monumental potencial que tenía
por delante, sino que, además, desvió el camino, hizo el retorno para regresarnos
a las oscuras épocas en que nos había sumido Silvia Gette Ponce.
Este era el monumento que Mario Ceballos tenía en la plazoleta de la universidad |
Ramsés Vargas resultó ser un
desastre para la Universidad Autónoma del Caribe, igual que su antecesora,
Silvia Gette; sin embargo, veo con mucha preocupación, que algunas personas
añoran ahora la funesta administración de Silvia Gette a la cabeza de nuestra
querida Institución. Precisamente, Ramsés Vargas llegó como el alma salvadora.
Lo que pasa es que aquí aplica perfectamente el dicho de que resultó ser peor
el remedio que la enfermedad. En el mando de Silvia Gette también hubo
problemas de no pagos; es más, ahí fue donde inició este mal asunto. Los pagos
eran quincenales y ella llegó a demorarse más de tres quincenas para pagar.
Precisamente, en vista de que se estaba demorando en los pagos, ella fue quien
puso la modalidad de los pagos mensuales. Hoy, bajo la administración de Ramsés
Vargas, los docentes tuvimos que vernos en la obligación de protestar públicamente
porque nos deben más de cuatro meses de salarios, además de que no nos pagan
las prestaciones sociales.
La estatua de Mario Ceballos que Silvia Gette instaló en la plazoleta y la remodelación que Ramsés Vargas le hizo al mismo sitio |
A mí, particularmente, me
pareció exagerada la actitud que asumió Gette Ponce frente a la adoración de la
imagen de Mario Ceballos Araújo, el fundador de la Universidad Autónoma del
Caribe. Creo que lo hacía (y así se lo comenté a varios amigos en su momento)
para poder robar como lo hizo, sin levantar sospecha alguna. Primero, instaló la
estatua del fundador en la plazoleta de la Universidad; y para colocarla, quitó
una imagen en bronce que simbolizaba a la Alma Máter y que el propio Mario
Ceballos había puesto en ese mismo sitio: la figura de la mujer daba la
bienvenida a quienes ingresaban a la Universidad por la calle 90, hoy entrada
principal.
Además de la nueva estatua
del fundador, Silvia Gette Ponce colgó un inmenso cuadro (creo que era un óleo),
con la imagen de Mario Ceballos en la recepción del edificio administrativo. También
instaló un busto gigante en la entrada de la calle 46; este busto ha sido de lo
poco que ha respetado Ramsés Vargas en su afán para demeritar la figura de don Mario
Ceballos Araújo como el fundador de la Universidad Autónoma del Caribe e
imponer la del padre de Ramsés Vargas (Eduardo Vargas Osorio) como el fundador.
No hay que olvidar que Silvia Gette le construyó un imponente mausoleo en el
cementerio donde Mario Ceballos está sepultado. Aún quedan en algunos salones y
oficinas lejanas los cuadros que Silvia Gette Ponce mandó a colocar en todos
los rincones de la Universidad, con una foto a color de Mario Ceballos. Mejor
dicho, como dice el popular refrán: bueno es culantro, pero no tanto. Y lo peor
es que todo ese sospechoso culto a la personalidad, alrededor del difunto
fundador, salía de los recursos de la Universidad.
Tanto Silvia Gette como Ramsés Vargas sacan pecho porque ambos trajeron a presidentes de la República a las instalaciones de la Universidad |
La cafetería de la universidad
estaba a cargo de un hermano de la rectora, que no pagaba arriendo, ni
servicios públicos; es decir, por más increíble que parezca, en vez de recibir
dinero por el alquiler de los locales de la cafetería, la universidad tenía que
pagarle la luz y el agua al arrendatario. Ramsés Vargas remodeló el sitio y
construyó varios locales que, en principio, dio en concesión a reconocidas
cadenas de alimentos y bebidas, lo cual no era malo; sin embargo, poco a poco,
esas reconocidas marcas se han ido retirando y devolviendo los locales y, en su
reemplazo, han aparecido nombres nuevos en esos espacios. Hay sospechas de que
esos distintos sellos son de la misma familia de Ramsés Vargas o de allegados
suyos; es decir, también en esto se parecería a la administración Gette Ponce.
No hay que olvidar de que la
detestable modalidad de poner a toda su familia en la Sala General y el Consejo
Directivo, la inició Silvia Gette. Era la diabólica manera de lograr que nadie
la controlara. Pues bien, Ramsés Vargas hizo lo mismo.
Ambos consiguieron condecoraciones del Congreso para la Universidad Autónoma del Caribe |
Ambos, tanto Silvia Gette
como Ramsés Vargas se jactan de haber traído presidentes de la República a la
Universidad, de haber conseguido condecoraciones del Congreso: Gette, en la
conmemoración de los 40 años de fundada nuestra institución, trajo a Álvaro
Uribe; y Ramsés, diez años después, en la fiesta de los 50 años, trajo a Juan Manuel
Santos. Lo cierto es que en los dos casos, los docentes y demás empleados de la
Universidad vimos cómo corrían ríos de dinero para estos gastos, mientras
nosotros sufríamos buscando quién nos prestaba para comprar los alimentos
diarios para el sustento de nuestras familias, pues tanto Silvia como Ramsés se
demoraban en pagarnos los sueldos.
Lo único que haría la diferencia
en las dos
administraciones es que a Silvia Gette se le imputan algunos
crímenes ocurridos antes y después de llegar al cargo, mientras que a Ramsés todavía
no. Algunos piensan que, si el Estado no actúa pronto en lo concerniente a la
crisis actual de la universidad, puede ocurrir algo lamentable; de hecho, hace
poco, once desconocidos se infiltraron dentro de la Universidad e intentaron
agredir a unos estudiantes que se disponían a realizar una protesta. Lo curioso
es que los infiltrados entraron sin carnet en una época en la que los
directivos de la universidad habían intensificado las medidas de control para el
ingreso a las instalaciones del claustro académico. Aún se esperan las
explicaciones por parte de los directivos. Además, los estudiantes y docentes
líderes de las movilizaciones se sienten amenazados, pues los guardaespaldas de
Ramsés Vargas han estado tomando fotos en las manifestaciones.
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Arriba, una de las cafeterías de la era de Silvia Gette; abajo, las remodelaciones de Ramsés Vargas |
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