Por
John Acosta
Se respira un aire de
optimismo renovado por los pasillos de la Universidad Autónoma del Caribe
debido a la certeza de que el Ministerio de Educación Nacional (MEN) parece
que, por fin, decidió tomar el toro por los cachos en relación con la
recuperación plena de la gobernabilidad de nuestra amada institución educativa:
rechazó el remedo de propuesta de reforma estatutaria que la Sala General,
máximo órgano de gobierno de esta querida alma máter, había aprobado (aunque no
en forma unánime) y había enviado al Mineducación para su refrendación; por
supuesto, los estamentos de la Autónoma del Caribe nos resistimos frente a esa
imitación de reforma y, en una carta de más de 500 firmas, enviada a finales de
febrero del presente año, le pedimos al Ministerio que “se abstenga de aprobar
esos estatutos propuestos hasta que no se incluya la proposición construida con
la participación de todos los estamentos y que, claramente, no incluiría la
cooptación”; afortunadamente, el MEN nos escuchó.
Lo cierto es que ya habíamos tratado
de que el bloque mayoritario de Sala General se abstuviera de enviar esa
reforma al Ministerio de Educación Nacional; de hecho, en una carta enviada el
25 de enero del año en curso a la Sala General por la Junta Directiva de la
Asociación de Profesores de la Universidad Autónoma del Caribe (Asoprofesuac), a
la cual estoy afiliado, se les hace “un llamado a la prudencia y, por ello, les
solicitamos, muy respetuosamente, que no se envíe al Ministerio de Educación
Nacional la propuesta de Estatutos que ustedes han aprobado, sin antes se haga
la debida socialización de los mismos al interior de nuestra comunidad
académica. Es hora de demostrar que somos capaces de hacer autocrítica y que estamos
dispuestos a clausurar lo que son focos de errores; de esa manera, estaríamos
recuperando la confianza de los padres de familia, de los estudiantes, en fin,
de la sociedad y del Ministerio de Educación”.
Es más, en una carta firmada
por los presidentes de tres órganos relacionados con nuestra universidad (Zuleima
Blanco, por la Asociación de Padres de Familia; Ernesto Cantillo, por la Asociación
de Egresados; y Nataly Álvarez, por el sindicato Sintrauac), entregada a la Sala
General el 1º. de febrero de este año, les solicitan “entregar copia de la
propuesta de estatutos aprobados por la Sala General, socialización de los
estatutos aprobados por la Sala General, abstenerse de radicar el contenido de
la reforma estatutaria sin antes socializar a la comunidad universitaria los
estatutos para su respectiva refrendación y legitimación de acuerdo a lo
pactado el 8 de marzo de 2018”.
Sin embargo, el bloque
mayoritario de la actual Sala General (compuesto por tres nuevos integrantes que
entraron a ese organismo después de negociar las protestas masivas contra Ramsés
Vargas y, una vez allí, se aliaron con dos miembros más puestos ahí por Ramsés
Vargas para hacer mayoría en esa corporación de ocho personas) hicieron caso
omiso a esos clamores de la comunidad académica y enviaron la propuesta al MEN como
ellos la vislumbraron; afortunadamente, como lo dijimos en el primer párrafo,
parece que ahora sí el Ministerio de Educación Nacional (MEN) va a coger el
toro por los cachos. Debió haberlo hecho hace mucho tiempo, pero, una vez más, es
mejor tarde que nunca.
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La Sala General debe
responderle al MEN la próxima semana. Lo más seguro es que el bloque
mayoritario de este organismo no se allane a la solicitud del Ministerio. Y
para desviar los focos que ahora están sobre el asunto, no es de extrañar que pongan
a los tres miembros que tienen en la Junta Directiva del sindicato a inventar
enemigos peligrosos y a fantasear sobre “acciones neoliberales” contra los
empleados de la universidad; entonces, las luces dejarían de alumbrarlos a
ellos en la Sala General e iluminarían a estos temas inventados estratégicamente.
Por supuesto, como he sido
víctima constante de sus sucias estrategias, no me prestaré para seguirles ese
juego.
De hecho, yo he tenido siempre
una posición firme contra la cooptación como sistema para elegir a los miembros
de la Sala General, pues ya la Autónoma del Caribe no tiene fundadores dentro
de la universidad ni familiares del fundador en la misma. He escrito y publicado
tres artículos en donde argumento mi oposición a este sistema; incluso, me
apersoné de la recolección de las más de 500 firmas de la carta que se envió al
Ministerio para solicitarle que rechazara los estatutos enviados por la Sala
general. Y en venganza por todo esto, he recibido todo tipo de agravios de los
poquísimos que apoyan al bloque mayoritario de la Sala General: memes
oprobiosos, correos anónimos, panfletos virtuales, en fin.
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Como vieron que ya crié cayos
contra tanta infamia que me inventan, determinaron, entonces, ir por mi cargo. El
que funge de líder de las mayorías en la Sala General ha pedido, de todas las
formas posibles, que me saquen del cargo; de hecho, como no le han parado bolas
con este insistente requerimiento suyo, echó mano a las tres personas que tiene
en la Junta Directiva del sindicato: ya me referiré de este caso específico en
cuatro textos que publicaré en este blog la semana entrante; por lo pronto, le adelantaré a
ese grupúsculo un dicho de mi tierra guajira: “Podey hacé como chivo, pero cachos
no te salen”, que no es otra cosa que “pueden seguir tirándome sus inmundicias,
pero yo seguiré firme contra la cooptación”.
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La
universidad que soñamos
En la carta de más de 500
firmas que le enviamos al MEN en febrero de este año, le decimos que deseamos
un mecanismo de selección de miembros de los órganos de gobierno “que le
garantice su naturaleza jurídica de depositaria de la autonomía universitaria,
integre a los diversos estamentos de la Universidad Autónoma del Caribe
(Docentes, directivos académicos, administrativos, trabajadores, estudiantes y
egresados), y haga de la Asamblea general
de la nueva Corporación el órgano superior de gobierno de nuestra
Universidad”; obviamente, ese mecanismo no debe ser otro que la elección
democrática.
Y en la aludida carta que
Asoprofesuac le envió a la Sala General en enero se les dice que “es el momento
de construir nuevas instancias y nuevos reglamentos, si de verdad nos preocupa
la suerte de nuestra universidad, estatutos que potencien los recursos y los
talentos que poseemos, que liberen energías creativas y enciendan de nuevo la
confianza entre nosotros mismos, de la sociedad, y de la comunidad
universitaria nacional e internacional hacia nuestra universidad”.
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