5 nov 2019

La avaricia y alevosía, tras mi puesto en Uniautónoma (1 de 4)


Por John Acosta

El poema gaucho se llama Me echaron del puesto. Y lo declama el Indio Duarte, de las pampas argentinas. El comienzo es espectacular: el hijo irrumpe feliz a su casa, saluda a su mamá desde la entrada. “Venga, mi vieja, y le encajo un beso grandote en la trompa”, le dice. La madre lo para en seco: “quédese quieto: semejante hombrazo, con bigotes, y haciéndose el chico”. El hijo le insiste: “¡Es que vengo de alegre!”; entonces, la madre, intrigada por la evidente alegría del hijo, empieza a tratar de adivinar: “¿Ya ha encontrado novia?”, “¿Le hacen mayordomo?”, “¿Le aumentan el sueldo?” A todas, el entusiasta hombre le responde que no. Y, entonces, decide confesar el motivo de su felicidad: “¡Me echaron del puesto!” Desde la primaria, salía a declamar poesías, gustoso, en los actos del colegio, pero fue en el bachillerato donde tuve la gran revelación de encontrarme con la lírica popular argentina, especialmente la del Indio Duarte. Lejos estaba yo de suponer, siquiera, en esa época de mozalbete dichoso, que, a mis 54 años, iba a protagonizar mi propio caso, parecido al del campesino feliz que entró súbitamente a abrazar a su madre en su casa.


El inicio

El primer artículo de un empleado en ejercicio de la Universidad Autónoma del Caribe, donde se narraba el viacrucis que vivíamos todos, debido a los malos manejos financieros que realizaba la administración del rector de entonces Ramsés Vargas Lamadrid, lo escribí y publiqué en mi blog Comarca Literaria el martes 6 de febrero de 2018. Lo titulé ¿Y mi derecho al silencio? Y tiene ya más de cuatro mil visitas. Corrí el riesgo de ser despedido, pues ni siquiera estaba sindicalizado. Ahí reconocí que era amigo de Ramsés Vargas y que él me había nombrado en el cargo que hoy ocupo: director del Departamento de Humanidades. En ese texto dije lo siguiente:

“Conocí a Ramsés Jonás Vargas Lamadrid, actual rector de la Universidad Autónoma del Caribe, donde trabajo, cuando ambos éramos estudiantes de pregrado en la Universidad de La Sabana, en Bogotá: él estudiaba Derecho y yo, Comunicación Social-Periodismo. Con dos compañeras de estudio, fundé una revista universitaria, que tuvo mucha aceptación entre los estudiantes y profesores de la época. Tinta, se llamaba nuestra revista. Y se publicaban artículos de opinión, poesías y crónicas de los estudiantes de toda la universidad. Al igual que otros estudiantes, Ramsés Jonás envió trabajos para que se les publicaran en Tinta. Y, como estaban bien escritos, se publicaron. (…) Una vez nombrado nuevo Rector de la Universidad Autónoma del Caribe, Ramsés Vargas Lamadrid fue presentado a todas las dependencias. Cuando llegó a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, donde me desempeñaba como profesor de tiempo completo, dijo delante de todos allí presentes que el primer artículo que publicó en su vida había sido por mí en la revista Tinta. Recuerdo que la mayoría de quienes estaban en el sitio, me decían, después, que yo debía aprovechar esa circunstancia para obtener beneficios en la universidad. Jamás lo hice. (…) Ramsés empezó a nombrar a sus colaboradores cercanos, muchos de la misma institución; otros, traídos de afuera. Más o menos al año de estar en su cargo, me llamó para ofrecerme la Dirección del Departamento de Humanidades: “Usted es un humanista”, recuerdo que me dijo. Acepté”.

¿Los hijos del patrón?

Al poco tiempo, recibí una llamada de Ramsés Vargas, en donde me notificaba su decisión de nombrar un PTC en el Departamento de Humanidades, que venía de vivir en un país del suroccidente de Europa, pero era de un país del nororiente del mismo continente. Le hicimos la entrevista por videoconferencia, él desde la vieja Europa y la sicóloga de Talento Humano y yo, desde nuestra universidad en Colombia. Al terminar, la sicóloga me dijo no le gustaba una actitud específica en él.  Le respondí que sí lo noté, pero que la orden de Rectoría era nombrarlo. “Tú sabes que donde manda capitán, no manda marinero”, le concluí a la sicóloga esa mañana. El europeo no tenía experiencia docente: acepté que me acompañara a mis clases y convencí a otros profesores del Departamento para que permitieran que él asistiera a sus clases y fuera aprendiendo cómo era el proceso. Le compartía los talleres, trabajos y parciales que yo hacía, pues ambos facilitábamos la misma asignatura.

Recuerdo que una de las primeras acciones que hice como director fue nombrar profesor de .tiempo completo (PTC) a un docente, que tenía más de 20 años de estar vinculado a la universidad por horas cátedras; es decir, solo era empleado por ocho meses al año y le pagaban únicamente las horas semanales de clases. Fue una tarea titánica convencer a Ramsés Vargas para que firmara ese nuevo nombramiento, pues ese catedrático tenía la bien ganada fama de ser una persona conflictiva y de lenguaje violento: yo mismo lo había comprobado, cuando lo conocí en 2002, al vincularme a la universidad, también por horas cátedras. Recuerdo que siempre intentaba hacer unas reflexiones con él sobre temas de actualidad política y yo quedaba pasmado con su argumentación virulenta; sin embargo, estaba convencido de que se debía hacer un acto de justicia con él y que ya era hora de que pasara a ser PTC: logré que lo nombraran, después de mucha insistencia.

El campesino que entró feliz a su casa a darle un beso en la “trompa” a su madre porque lo habían echado del puesto, le empezó a contar a su extrañada vieja el motivo de su echada del trabajo: “Hace una semana, llegó la patrona y el patrón del pueblo. Con ellos, trujeron al hijo: Un mozo que dicen que es leído porque estudia en los libros, toma té con wiskhy, se pinta las uñas, pero tiene más humo ese palo verde que usté ha echao en el fuego”.

No pude evitar acordarme de ese poema gaucho, ahora que el docente europeo se unió con el profesor de verbo virulento para tratar de sacarme del cargo que ocupo en esta querida Universidad Autónoma del Caribe.

Aquí, la continuación y culminación del tema planteado en el texto anterior:

La avaricia y alevosía quieren mi puesto en Uniautónoma (2 de 4)

La avaricia y alevosía buscan sacarme de mi cargo en Uniautónoma (3 de 4)

¿La avaricia y alevosía se quedarán con mi cargo en Uniautónoma? (4 de 4)

Aquí puede ver (y leer, si desea) todos los artículos publicados en este blog sobre la crisis que padeció la Universidad Autónoma del Caribe

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