Lamento mucho decepcionar a la enorme cantidad de amigos (entre compañeros de trabajo, egresados, estudiantes actuales y colegas periodistas) que todavía me siguen llamando (y escribiendo) para darme su opinión sobre las posibles causas de mi intempestiva salida del cargo de director del Departamento de Humanidades de la muy querida Universidad Autónoma del Caribe: no comparto las versiones de la mayoría de ellos, en el sentido de que se debe a una concesión al sindicato mayoritario de nuestra alma máter. Sigo pensando que es producto de una reestructuración interna, pues no me creo tan importante como para que Sintrauac cediera tanto por mi cabeza, ni para que la administración hiciera lo que hizo paras eliminar mi cargo. Ni más faltaba.
Ya es vox populi en los corridillos
virtuales de nuestra universidad dizque el sindicato levantó (a finales del año
pasado) la llamada por ellos carpa del hambre, que había puesto sobre la calle
88, primero, y sobre la carrera 46, después, a cambio de la suspensión de los procesos
disciplinarios que la ex rectora María Victoria Mejía había levantado contra la
mayoría de los dirigentes de esta organización sindical por haber dejado
encerrados con candado a varios de sus compañeros de trabajo en el edificio
administrativo de esta prestigiosa institución educativa. Lo cierto es que
hacía mucho tiempo que los dirigentes de Sintrauac no se veían tan asustados
como se les notaba en los pasillos de nuestra universidad por culpa de esos
benditos procesos disciplinarios, que, evidentemente, los trasnochaba.
María Victoria Mejía, ex rectora de Uniautónma |
Hoy circula la versión de que
Sintrauac levantó la llamada por ellos carpa del hambre (en octubre del año
pasado) dizque porque consiguieron que les suspendieran, no se sabe si definitivamente,
los procesos disciplinarios contra sus dirigentes.
Es, precisamente, sobre esa
versión que se afianza la mayoría de mis amigos (compañeros de trabajo,
egresados, estudiantes actuales y colegas periodistas) para decir que, como la
administración ya no tenía más nada que cederle a Sintrauac, a cambio de un punto
importante que necesitaba, les regaló mi puesto. Y, repito, no comparto esta justificación
a mi retirada de director de Humanidades. Sí es cierto que los dirigentes de
Sintrauac de febrero de 2018 hicieron triquiñuelas para sacarnos a los dirigentes
de las protestas masivas de esa vez en contra de Ramsés Vargas y quedarse ellos
con el movimiento para negociar el fin de la protestas a cambio de puestos en
la universidad, como, finalmente, lo hicieron. Sí es cierto que, a través de mi
blog, los ataqué duramente por esa y otras actitudes reprochables.
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Sí es cierto que, a través de varios artículos publicados, instaba al Ministerio de Educación Nacional (MEN) para que tomara cartas en la bellaquería de cómo los ex dirigentes de Sintrauac querían adueñarse de la universidad. También es cierto que, con un grupo de compañeros profesores, logramos recolectar muchas firmas para una carta que enviamos al MEN exhortándolos a que se movieran rápido en torno a este asunto urgente.
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Hasta que, por fin, logramos que el Ministerio de Educación Nacional sacara a los seis miembros del máximo órgano de gobierno que hacían mayoría para lograr su funesto propósito de quedarse con la universidad; entonces, el MEN nombró a un nuevo Consejo Directivo.
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Por supuesto, esa actitud
combativa de mi parte, me granjeó la ira de algunos dirigentes sindicales, que
se habían mancornado con los seis miembros (entre los que estaban varios ex
dirigentes de Sintrauac) de la extinta Sala General que el MEN retiró por
incompetentes; no obstante, no creo que ese odio hacia mí llegara, como lo aseguran
la mayoría de mis amigos, a tanto, como para ceder el punto tan importante que
necesitaba la administración: eliminar de la convención colectiva la prohibición
de retirar a docentes de tiempo completo
sin justa causa.
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Tienen razón quienes me
escriben y me llaman a comentarme sobre estos asuntos, en el sentido de que ya
han retirado docentes sin justa causa. Esto, incluso, ha hecho que surja un
archipiélago de sindicatos (dicen que ya hay nueve) para refugiarse, pues sus
dirigentes tienen fueron sindical, lo que les impide ser despedidos (o suspendidos).
Sin embargo, considero que la eliminación de mi cargo no tiene nada qué ver con lo anteriormente expuesto. Ahora, en el hipotético caso de que mis amigos tuvieran razón (que no la tienen), yo me sentiría feliz de haber servido como garante del futuro de la universidad, pues ese punto de la convención limitaba el proceso de salvación financiera de nuestra universidad.
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Sigo pensando
que mi salida de la Dirección de Humanidades obedece a una reestructuración administrativa, la cual eliminó dos de los
tres departamentos académicos de la universidad: Ciencias Básicas y Humanidades;
y quedó el de Idiomas. También rechazo el despropósito que considera que la rapidez
de la eliminación de Humanidades obedece a retaliación de la administración que
me considera un instigador de estudiantes y colegas periodistas: esto no se
acerca siquiera a la realidad porque es un hecho que la administración se
siente orgullosa de que la Universidad Autónoma del Caribe forma seres humanos
con enorme capacidad de pensamiento crítico, que no necesitan (ni se dejan) ser
manipulados. Y ni se diga de los periodistas. Agradezco profundamente a la
administración el que me permitiera seguir siendo docente: es mi pasión, mi
orgullo y mi satisfacción.
Por último, agradezco a los
múltiples compañeros de trabajo que me han ofrecido ser mis socios en la conformación
y dirección de un nuevo sindicato, lo que me protegería de un inminente (según ellos)
despido o suspensión de mis labores en la universidad: la verdad, sobrepasan el
número mínimo para la creación de un nuevo ente sindical, pero no le jalo a
eso. Prefiero protegerme con mi trabajo honrado y eficiente. Mi Dios proveerá.
Dios proveerá.
ResponderBorrarBienvenidos a la docencia educadores pulcros, responsables, forjadores de nuevos ciudadanos ejemplos de la sociedad, como lo ha sido el Comunicador Social y Periodista John Javier Acosta Rodríguez, docente de la Universidad Autónoma del Caribe.Sus calidades humanas, profesionales y pedagógicas, lo hacen acreedor a la admiración y al respeto de sus colegas, discípulos y conciudadanos.Mi beneplácito por su desvelo por el bien de la sociedad, Afranio Acosta Mendoza.
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