Por John Acosta
Los constantes desmanes cometidos por la antigua guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), en su empeño de derrocar el estado colombiano para imponer su gobierno comunista, lograron que el pueblo de este país no quisiera nada con la izquierda y endureciera su posición contra todo lo que le sonara a socialismo: el gran legado de las Farc, en sus más de 60 años de beligerancia contra el estado, fue derechizar al país. Hasta que la izquierda internacional se dio cuenta de que había que revertir esa tendencia, si se quería ser opción de poder en esta nación suramericana. Lo primero que había que hacer, por supuesto, era desmontar la maquinaria de guerra de esta poderosa guerrilla. Y lo hicieron.
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La tradicional obstinación de
las Farc hacia la prepotencia, los hizo bautizar el partido que surgió de su
desmovilización con las mismas siglas que usaron para la guerra; obviamente,
ese error lo pagaron caro en las elecciones siguientes. Hasta que se dieron
cuenta, por fin, de que el daño causado al pueblo colombiano, en más de 6
décadas de locura revolucionaria, les generaba un rechazo absoluto. Y,
entonces, desmontaron también las siglas y hoy se llama Partido Comunes.
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Lo cierto es que el desmonte
de sus demenciales golpes ha logrado el objetivo de la izquierda internacional:
que los jóvenes no padezcan lo que padecimos los maduros de hoy y vean a la izquierda
colombiana como la salvadora que viene a rescatar al país de las garras de la
derecha corrupta y asesina. Vea, pues, la inversión de lo que tradicionalmente
había sido la izquierda radical en esta sufrida nación y lo que todavía es en
los países donde ostentan el poder: igual que sucedió con los jóvenes de los
años 60 y que generó la violenta aparición de la guerrilla colombiana, cuyos
últimos vestigios aún padecemos. Es como si los jóvenes de hoy, por ignorar la
historia, quisieran repetir en este martirizado país el gran fracaso histórico
de la humanidad: la revolución socialista-comunista.
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Y, entonces, Petro empezó a subir en las encuestas hasta encaramare como el de mayor opción para llegar a la Presidencia de la República. No contaba con que la avaricia económica y política de su tocayo (con rasgos de poblador primitivo y apellido de precursor de la independencia: Bolívar, claro) no solo lo hiciera frenar en esa trepada en las encuestas, sino que, además, lo hiciera regresar en picada. Es que ese otro Gustavo se puso a jugar con candela: incentivó y financió una espiral de violencia que todos creíamos superada con la desmovilización de las Farc; obviamente, se volvió a despertar en el país el rechazo a esas acciones de antaño. Y, justo en los días de la medición de la más reciente encuesta, un copartidario de los dos Gustavo sacó un diciente video en el que reveló una faceta reprochable del Gustavo capo. Resultado: Petro perdió 8 puntos porcentuales en relación con la anterior medición.
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