Debo confesar, de antemano, que la expresión “Movimiento 19 de junio” (J-19) no es mía: es de un primo, ingeniero de sistemas; sin embargo, me pareció tan oportuno y exacto que hoy me lo robo para escribir este artículo. Es más, siento una envidia (de la buena, si es que puede haber un dolor bueno como este) por no habérseme ocurrido hacer esa parodia con el “Movimiento 19 de abril” (M-19), pues ambos tienen que ver con Gustavo Petro y ambos serían producto de la no aceptación de la derrota en unas elecciones presidenciales; lamentablemente, no es una exageración pensar en los graves disturbios que podrían preparando los jóvenes de la llamada Primera Línea, muy cercana a Gustavo Bolívar, senador alfil del candidato presidencial Petro.
Combinación
de todas las formas de lucha
La violencia es una de las formasde lucha, entre muchas otras cuestionables, de la izquierda para obtener el poder. Y, con tal de generar las condiciones para esa amenaza, son capaces de todo. Para ellos, el fin (el poder) justifica los medios empleados para alcanzarlo. No hay que olvidar que el día en que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán (9 de abril de 1948), un tal Fidel castro, joven estudiante desconocido por ese entonces, estaba en Bogotá por una extraña coincidencia, y él mismo confesó, años después, que trató, en vano, de encausar a la turba enardecida por la muerte del líder liberal. Castro hacía parte de un encuentro de varios estudiantes latinoamericanos que se reunieron en Bogotá en una conferencia de izquierda, paralela a la IX Conferencia Latinoamericana, promovida por Esta Unidos, y que se desarrollaba en la capital del país, en el marco de la confrontación “fría” entre las superpotencias de EE UU y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Unos cinco años después de ese
día (el 26 de julio de 1953), en una acción casi suicida, el mismo Fidel
Castro, entonces joven abogado desconocido, comandando a un grupo de jóvenes
compañeros, asaltó el Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba, con el fin de
derrocar a Fulgencio Batista, presidente de ese país. Fueron derrotados,
enjuiciados, condenados y amnistiados, dos años después, por el propio Batista.
En 1959, Fidel Castro, con su “Movimiento 26 de julio” (M-26, en honor al fallido
asalto) derrota a Fulgencio Batista.
No es descabellado, entonces,
suponer que lo que persiguen Gustavo Bolívar y sus jóvenes de la Primera Línea
es incendiar el país el próximo 19 de junio.
El
M-19 del ¿Cacas?
Los tres salieron con la idea
de formar un grupo armado citadino, que impulsara la lucha armada desde las ciudades.
Solo esperaban las condiciones para hacerlo. La encontraron en los resultados
de las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, cuando Misael
Pastrana Borrero le ganó (por una estrecha diferencia de 63.500 votos) a
Gustavo Rojas Pinilla. Rojas Pinilla calificó el hecho como fraude electoral.
Al final del gobierno de Pastrana, en 1974, surge el “Movimiento 19 de abril”
(M-19), que participó en el conflicto armado hasta 1990, cuando se desmovilizó.
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Gustavo Francisco Petro Urrego ingresó al M-19 en 1977, pero su paso por esta guerrilla solo es conocido por la triste versión de que él era el encargado de las tenebrosas cárceles del pueblo, degradantes espacios subterráneos, donde esa organización delictiva mantenía a sus secuestrados. Dicen que Petro acostumbraba a defecar por los tubos de ventilación de estas ratoneras humanas con la única intención de humillar y mortificar aún más a los detenidos. De ahí que sus compañeros en el M-19 lo llamaran con el remoquete del “Cacas”.
¿Surgirá
el J-19?
Y ahora, tal y como sucedió en
las elecciones presidenciales de 1970, hablan de la posibilidad de que haya
fraude. Mientras Rodolfo Hernández ha dicho que respetará los resultados, sean
cuales sean (es decir, gane o pierda), Gustavo Petro no confirma lo mismo. Es
más, Gustavo Bolívar ha dicho que ellos no pueden asegurar que aceptarán o no
los resultados porque eso dependen de lo que le digan sus testigos electorales,
muchos de los cuales pertenecen a la Primera Línea.
Lo preocupante es que se han
visto movimientos extraños de integrantes de este movimiento de jóvenes: se han
desplazado a algunas ciudades del país, en especial a Bogotá y se mueven en
grupos en las calles llevando pertrechos ocultos.
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