La gente del común no es tan
apática al quehacer político, como aparenta (y como sus dirigentes desearían
para poder dominarla a su antojo). El pueblo suele darse cuenta de las
jugarretas de los líderes, más de lo que estos desearían. La evidencia es
palpable, máxime cuando las estratagemas usadas por ellos se convierten en un
enorme elefante que se pavonea por la sala del país nacional. El caso más
aberrante, por lo descarado e indiscutible, es el maridaje entre la Corte Suprema
de Justicia y los antiuribistas para tratar de destruir, con el desprestigio, a
sus odiados oponentes. La muestra más
palpable de esta abominable relación es el caso Andrés Felipe Arias - Juan
Manuel Santos: ambos fueron ministros del expresidente Álvaro Uribe Vélez,
ambos fueron cuestionados por hechos detestables ocurridos en sus respectivos
ministerios, mientras ellos los encabezaban; sin embargo, uno está en la cárcel
y otro fue reelegido presidente de la República, a pesar de que las vicisitudes
del segundo pueden considerarse peores que las del primero, pues hubo muchos
muertos inocentes de por medio. Así es: el escándalo de corrupción de Agro
Ingreso Seguro (en el Ministerio de Arias, donde ricos terratenientes
parcelaron sus haciendas para obtener generosos aportes económicos del estado)
no fue peor que los tristemente célebres falsos positivos (en el Ministerio de
Santos, donde unidades descarriadas de las Fuerzas Militares asesinaban a jóvenes
inocentes para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combate).
¿Por qué, entonces, Andrés
Felipe Arias está en la cárcel y Juan Manuel Santos fue reelegido presidente,
con los votos, incluso (¡qué contrariedad!), de quienes tanto critican los
horrendos falsos positivos? La razón, aunque aborrecible, es sencilla: porque
Arias no se ha declarado antiuribista y Santos sí. Es el mismo motivo del porqué
los parapolíticos fueron todos a la cárcel (no quisieron declarar en contra de
Uribe) y los de las farcpolítica están todos libres: en ambos casos, la
evidencia de la vinculación de los implicados con grupos armados ilegales era
contundente, pero los políticos de izquierda mencionados en los correos de los ex
líderes guerrilleros de las Farc, como sus colaboradores eficaces, quedaron
todos absueltos por una razón más que suficiente para la Corte Suprema de Justicia:
son antiuribistas. Y al revés: los otros fueron condenados por una razón más
que suficiente para la misma corte: no quisieron declararse antiuribista, como
terminó haciéndolo Juan Manuel Santos.
Aquí no se trata de defender
la inocencia de los uribistas, sino de criticar la hipocresía de los antiuribistas.
Preocupa enormemente la parcialidad de la Corte Suprema de Justicia: la única
manera de ser condenado es no dejar de ser uribista; y la única manera de ser
absuelto es declararse, precisamente, antiuribista. Esta ecuación, en
apariencia simplista, es gravísima. Lo que uno desearía es que no hubiese
necesidad de ningún rótulo político para aplicar justicia como debe ser:
condenar al culpable y absolver al inocente, así de imparcial, sin distingos
ideológicos.
Claudia López |
Me causa curiosidad que lo que
catapultó a Claudia López como dirigente política nacional fue su echada como
columnista de opinión del diario El Tiempo, por un texto de ella sobre el caso de
Andrés Felipe Arias; precisamente, la líder criticó en su última columna publicada
en ese periódico, el manejo que ese medio de comunicación masiva le estaba
dando al escándalo de Agre Ingreso Seguro. Como eran dos los precandidatos con más
opción de obtener el deseado guiño del reelegido presidente Álvaro Uribe para
reemplazarlo en el poder, Claudia López aseguraba, en la mencionada columna, que
El Tiempo quería favorecer a su accionista Juan Manuel Santos sacando de la contienda
electoral a Andrés Felipe Arias. Conociendo la cambiante forma de pensar de la
hoy candidata a la Alcaldía de Bogotá, sería bueno ver qué piensa hoy de la
desproporcionada condena de la Corte Suprema de Justicia a Andrés Felipe Arias.
(Le puede interesar: Cuando la columna de opinión no coincide con el editorial )
Moisés Wasserman |
Hasta un notable académico, ex
rector de la Universidad Nacional de Colombia, Moisés Wasserman, ha publicado
dos columnas en El Tiempo (con tres años de diferencia) para alertar sobre la
exageración de la condena a Andrés Felipe Arias. En la primera, concluye que “en
este caso, la hipótesis de culpabilidad requiere más supuestos que la de
inocencia” (le puede interesar: Hurgando en la sentencia contra Arias). Y en la segunda, apoya la segunda instancia para el caso de el ex
ministro de Agricultura: “es un derecho en la justicia”, termina (le puede interesar: Más sobre Arias).
La gente del común se ha dado
cuenta de todo esto; ¿sería por eso que Álvaro Uribe se convirtió en el senador
más votado en la historia política del país y sería por eso que volvió a poner
presidente de la República? ¿Como una especie de rechazo a tanta ignominia?
¿Tanta campaña de desprestigio estará logrando el efecto contrario al que
desean los antiuribistas?
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