9 sept 2024

Lo que sucede en los buses de los conjuntos vallenatos

Por John Acosta

La primera versión la escuchó el hoy periodista del Semanario La Calle, cuando era un adolescente. La contó Libardo Gutiérrez: resulta que Diomedes Díaz llegó a desayunar al restaurante que la esposa de su paisano Libardo, Marina Moreno, tenía en Casacará, corregimiento de Codazzi (Cesar). Es de suponerse que el cantante de La Junta (La Guajira) vendría de regreso de alguna presentación en algún pueblo cercano y se acordó que el también juntero Libardo tenía esa venta de comida en ese lugar; entonces, el marido de Marina le espetó a Diomedes la pregunta que le carcomía el alma. “Vee, Cacique, ¿y tú de aonde sacaste esa canción?”, le dijo.

Libardo Gutiérrez le contó al adolescente que Diomedes le había dicho que la compuso en el vuelo hacia Barranquilla, a mediados de febrero de 1984; por supuesto, había una imprecisión en lo de ‘el vuelo’, pero lo sustancial era que El Cacique de La Junta había sacado esa composición en un corto trayecto. Joaco Guillén, el gran amigo del cantante juntero, entregaría, después, más detalles. Habían salido ese día en bus, de Valledupar a Barranquilla, a cumplir con seis compromisos en el Carnaval de ese año. No tenían previsto presentarse en el Festival de Orquesta y Acordeones para ganarse el codiciado  Congo de Oro porque “no tenía música nueva”, según cuenta Guillén que le dijo el Cacique, mientras disfrutaba el jugo en la frutera de Ciénaga donde siempre se detenían cada vez que pasaban por ahí.

Diomedes Díaz y Joaco Guillén
“Mi LP tiene un año de haber salido y el del Binomio de Oro salió apenas hace dos meses; además, Rafa Orozco está radicado en Barranquilla y nos lleva ventaja”, dice Joaco Guillén que le remató Diomedes Díaz; sin embargo, una vez de nuevo en el bus que llevaba el conjunto, Diomedes le pidió a Jaime Pérez que le diera nombres insignes de La Arenosa: le nombró a Esthercita Forero, a Édgar Perea, al equipo Júnior, a la Batalla de Flores, al estadio Metropolitano. Cuando llegaron al peaje de Tasajera mandó a sacar los instrumentos musicales y empezó a tararear las primeras estrofas en ritmo merengue. El tumbero Wilson Peña le recomendó que fuera un ritmo más rumbero porque era para el Carnaval. Cuando llegaron al Puente Pumarejo, ya la canción Regalo a Barranquilla estaba lista, con la que lo declararon fuera de concurso en el coliseo cubierto Humberto Perea.

El bus como refugio de inspiración

“A partir de 1970, se consolida una nueva generación de compositores e intérpretes que bebiendo en las fuentes originales de la tradición oral y guardando un sagrado respeto por la obra y los ritmos desarrollados por los abuelos campesinos, aportan sus nuevas propuestas musicales y literarias, plenas de poesía, con sabor a tierra, a campo, a pueblo”, se lee en el documento del Ministerio de Cultura, la Gobernación del Cesar y Cluster de la Cultura y la Música Vallenata, titulado ‘Plan especial de salvaguardia para la música vallenata tradicional del Caribe colombiano’. Entre esa generación están los conjuntos de Los Hermanos López, Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, El Binomio de Oro, Diomedes Díaz, Los Beto: todos constituyeron el bus como medio de transporte para hacer el recorrido en el cumplimiento de sus presentaciones en los pueblos que los requerían.

Los asistentes a las casetas esperaban con ansia la aparición del bus que les garantizara, por fin, que la pinta, rigurosamente escogida en el ropero, no se iba a quedar puesta en vano. Y los músicos que llegaban habían vivido su propio jolgorio en el viaje, entre madera de gallo, afinamiento de instrumentos, interpretaciones de canciones; en realidad, la anécdota de Diomedes Díaz para el carnaval de Barranquilla de 1984 es una constante en los buses de los conjuntos vallenatos, no tanto para la inspiración de una canción ganadora, como para hacer llevadero un trayecto permanente.

¿Se perdió la costumbre de los buses?

No obstante, hay la sensación de que los más importantes integrantes del conjunto vallenato
de hoy, no están acampados a sus músicos en esos deliciosos itinerarios en los buses para ir a  hacer sus presentaciones en los pueblos. “Ahora andan matándose en los carros, ahora es corronchera viajar en los buses”, se quejó Tomás Alfonso ‘Poncho’ Zuleta en abril de 2017; sin embargo, queda la satisfacción de ver en las redes sociales de algunos famosos artistas vallenatos, los videos de ellos compartiendo con los demás integrantes de sus conjunto, mientras interpretan algunas canciones dentro del bus que los transporta. Hace un mes, se conoció uno de Farid Ortiz, en bermuda y con cachucha, cantando con su micrófono.

Hace un año, las redes sociales publicaron un  video de Ana del Castillo cantando a capela en un bus. No queda claro si era una ruta normal de pasajeros o si, por el contrario, era el transporte de su conjunto. En todo caso, los seguidores de uno y otro artista vallenato cruzan los dedos para que la conclusión de la queja de Poncho Zuleta no sea una triste realidad. “El único corroncho soy yo, y yo creo que si Silvestre Dangond se mete en un bus es un crimen, Peter hace lo mismo y es un crimen, pero bueno, aquí está el resultado de todo eso”, terminó diciendo, entonces, el hijo del viejo Emiliano frente al ataúd de uno de sus compañeros.

Publicado en el Semanario La Calle, el 9 de septiembre de 2024

1 comentario:

  1. Cómo todo en la vida, para bien o para mal, los cambios se van dando paralelamente al transcurrir del tiempo.

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