30 ago 2024

Los pequeños productores del Cesar y La Guajira se están arruinando

José Ángel Hinojosa ordeña sus vacas en La Rochela

Por John Acosta

José Ángel Hinojosa Acosta se levanta todos los días a las 4 de la madrugada a ordeñar sus 26 vacas. El establo de La Rochela, su pequeña finca, resuena con las décimas que él canta a todo pulmón, mientras hala las tetas de sus animales para extraerles los 80 u 85 litros de leche diarios que produce. El cantar de los dos gallos finos y tres bastos que tiene, junto con  la respuesta lejana de otras aves de corral desde las  granjas vecinas, son el acompañamiento musical perfecto para su voz. El bramar lastimero de algún ternero desesperado porque no le ha llegado su turno de mamar la ubre desocupada, tampoco desentona en aquel ambiente fiestero que el campesino le impone a su jornada. Hasta el cacareo de las gallinas que acaban de poner los huevos del desayuno se convierte en instrumento armónico para esa orquesta de toque madrugador. Ni siquiera el ladrido de los perros a los ruidos de las motos que pasan por la trocha cercana, ensucia aquel concierto diario.

Esa alegría que antecede el amanecer en La Rochela contrasta enormemente con la tragedia que viven los productores de leche en Colombia, en general y el Cesar, en particular; en realidad, José Ángel vende 70 litros y el resto “lo deja para el gasto aquí en la casa”, le dijo al Semanario La Calle, desde la hamaca colgada en el corredor, donde reposa después de haber apartado los terneros en la tarde para el ordeño del día siguiente. “Le echo a un calabazo, regalo tres litros, hiervo un tanto para el desayuno y la cena. A veces, cuajo mis seis litros para hacer mi pedacito de queso: ayer cuajé, hoy no. Hago ese pedacito de queso para comer aquí”, agregó Hinojosa Acosta a La Calle.

26 ago 2024

Adaníes Díaz le dejó su semilla al vallenato para irse al cielo

Churo Díaz y su padre, Adaníes
Por John Acosta

Las dos fechas históricas que publican en internet los biógrafos de ambos, no coinciden con lo que afirma categóricamente el famoso cantante vallenato Jorge Iván Díaz Lafaurie, el gran ‘Churo Díaz’: mientras él afirma que era un bebé de brazos, cuando su padre, Adaníes Díaz falleció, los biógrafos del difunto dicen que la muerte de Adaníes se dio cuando estaba en la cúspide de su vida musical (era la voz melancólica del género del Valle del cacique Upar), en un lamentable accidente de tránsito, ocurrido el 9 de febrero (a propósito, Día Nacional del Periodista) de 1983, cuando la camioneta en que viajaba chocó con una pila de escombro de asfalto que estaba sobre la vía, a escasos tres kilómetros para llegar a su destino, Riohacha. Y el talentoso Churo Díaz, su hijo, nació el 29 de mayo de 1983.

De acuerdo a esas dos fechas, que nadie aún les ha refutado a sus biógrafos, Churo Díaz era un gestante cuando Adaníes Díaz, su progenitor, murió. Si se atiene a los datos históricos que aparecen en los textos, consultados constantemente en internet, Miriam Lafaurie, madre del Churo, aún estaba en embarazo cuando el padre de su hijo falleció en ese fatal accidente.

16 ago 2024

Paro cívico contra los abusos de Afinia y Air-e, convoca Frente Amplio de Servicios Públicos del Magdalena Grande

Aspecto del encuentro, en Valledupar
Con un llamado a todas las fuerzas vivas de los departamentos de Cesar, Magdalena y La Guajira a organizar y llevar a cabo un paro cívico en estos territorios, concluyó, el pasado martes 13 de agosto de 2024, en la biblioteca Rafael Carrillo Luquez, de Valledupar, el encuentro de gran relevancia que reunió a los Frentes de Usuarios de los Servicios Públicos de tres departamentos: Cesar, Magdalena y La Guajira, territorios que componen el antiguo Magdalena Grande. Además de los líderes de usuarios de estos servicios, también asistieron a la reunión Claudia Margarita Zuleta, ex candidata a la gobernación del Cesar y actual diputada; Jesús Suárez Moscote, diputado del Cesar; y Alejandro Aroca, ingeniero eléctrico y ex secretario de Energía del departamento de Sucre.

Además, se invita a los frentes departamentales del resto del Caribe a sumarse a este plan de actividades, en defensa de los derechos de los usuarios y en contra de los abusos tarifarios.

9 ago 2024

La nieta de Máximo Movil que lucha la vida con la humildad con que lo hizo su abuelo

Por John Acosta

Margarita María Movil Chinchía, hija del famoso compositor Máximo Movil, murió a los 35 años en Casacará, Cesar; entonces, su esposo, Damián Julio Valdés (pariente del famoso campeón de boxeo Rodrigo Valdés) decidió entregar a su pequeña hija huérfana de madre a su media hermana Dorina del Socorro Rodríguez Valdés. La niña tenía los nombres invertidos de su mamá fallecida: María Margarita Julio Movil. Y su tía Dorina era tan especial para Damián, que, incluso, a su primera hija con Margarita Movil le puso el nombre de su media hermana: Doris (como exigía Dorina que la llamaran porque le parecía horrible el que le pusieron sus padres) Janeth. De manera que no habría mejor hogar sustituto para la pequeña María Margarita que el de su tía ‘Doris’. Además, era muy cierto el argumento con que Damián Julio terminó convenciendo a su hermana ‘Doris’ para que le recibiera a María Margarita: tuvo ocho hijos varones, ni una sola mujer. Damián terminó yéndose para Venezuela con sus otros dos hijos, Doris Janeth y Abel Damián.

2 ago 2024

El Tigre de Las Marías lleva 52 años vendiendo raspao en Casacará

Por John Acosta

El hoy periodista del Semanario La Calle llegó a Casacará, corregimiento de Agustín Codazzi (Cesar), en 1978 y ya Juan Martín Reales Daza era una institución  en el pueblo. Empujando su carrito de madera, ‘Martín Chupa’ (como se le conocía entonces) surcaba los arenales de las calles destapadas, desafiando la intensidad de los rayos del sol tropical con su determinación intacta y su humildad altiva. Se paraba en cada esquina y, con la tapa del cepillo metálico con que raspaba el hielo, golpeaba la base del mismo para producir el sonido concéntrico con el cual sería recordado por siempre. “¡Refréscrese bien!”, repetía en coro a todo pulmón, acompañado por el repique de su instrumento de trabajo. Cuarenta y seis años después, el comunicador de La Calle se lo encontró al frente del cementerio de la población, ‘refrescando bien’ a los asistentes al sepelio de una matrona de Casacará, que había fallecido el día anterior. “Ya llevo 52 años en este oficio”, le dijo con orgullo a La Calle al tiempo que vertía el jarabe marrón de tamarindo sobre el granizado que él acababa de raspar.

Juan Martín Reales Daza llegó a Casacará a los 11 años de edad. “Su papá vino aquí a los catorce. Recuerdo que una vez le dije: ‘yo vine más joven que usted”, le dijo al periodista de La Calle, mientras le echaba leche condensada a otro raspao para otro cliente del velorio. Juan Martín venía con sus padres y sus nueve hermanos de El Paso, Cesar, de donde salieron a rebuscarse la vida. Después de un periplo de supervivencia que los había llevado a pernoctar en La Loma y en Las Palmitas (también en el Cesar), decidieron radicarse en ese corregimiento del vecino Codazzi, atraídos por la fiebre del algodón. Martín Reales le aprendió el oficio a una de sus hermanas, que vendía raspao en un punto fijo, bajo la sombra protectora de un árbol plantado a la orilla de la carretera nacional que atraviesa al pueblo; entonces, construyó su primer carrito de madera y decidió ofrecer el servicio puerta a puerta, a los 18 años de edad. Lo pintó con esmalte de aceite y le puso un letrero en la parte delantera, cuyo mensaje definía muy bien su espíritu: ‘El Luchador’, decía.