3 oct 2023

Olmedo Rodríguez y Santander Aguilar unen fuerzas para el Concejo de Candelaria y la Asamblea del Atlántico

De izquierda a derecha: Olmedo Rodríguez
y Santander Aguilar
Por John Acosta

Olmedo Rafael Rodríguez Rodríguez es un hombre levantado, literalmente, con el espinazo expuesto al sol y con sus manos agarradas de la herramienta que el momento agrícola requería para sacarle fruto a la tierra: un machete, un azadón, una pala, un hacha, un saco de lana para recoger algodón, en fin, un campesino de pura cepa. Y empezó a trabajar no en su propia parcela, como siempre lo soñó, sino en fincas ajenas porque ni riesgos de soñar con una suya, cuando ni siquiera su mamá tenía un rancho dónde vivir con sus hijos y marido. Lo concibieron en un pueblo, nació en otro y se crio en otro: era el periplo constante del rebusque de sus viejos. Debían ir donde la cosecha de la época creaba fuentes de empleos, a rasguñar una entradita económica con su papá, Alfonso, y sus hermanos, mientras la vieja Dorina del Socorro, su mamá, quedaba en la casa arrendada de turno, lavando la ropa sucia de la jornada anterior  para que se la pusieran al día siguiente, y preparando los alimentos comprados a precios regateados en el mercado del caserío para que sus hombres repusieran fuerzas suficientes con qué enfrentar una nueva y dura jornada en el campo inclemente.

Este año, Franklin Ortega Julio, candidato a la Alcaldía de Candelaria, le propuso a Olmedo que lo acompañara en su lista para el Concejo de su pueblo. Al aceptar, Olmedo Rodríguez es el número 10 en el tarjetón de la lista del partido Movimiento Alternativo Indígena y Social (Mais) que les dio el aval. Resulta que el empresario de la construcción Santander Aguilar Villa reemplazó a Nicolás Petro Urrego en la Asamblea de diputados del Atlántico. Petro Urrego obtuvo
la curul en la corporación pública, a través del estatuto de oposición, al haber ocupado el segundo lugar en votación en las elecciones a la Gobernación de este departamento en el periodo 2020 – 2023; por tanto, Aguilar Villa, quien obtuvo más de 9 mil votos como candidato a la Asamblea del Atlántico en 2019 con la Coalición Unidos Podemos, integrada por cuatro partidos, con lo que, de acuerdo a la proyección de la nueva cifra repartidora en los términos del artículo 263 de la Constitución Política de 199, le correspondió suplir la curul mencionada. Santander Aguilar aspira a repetir curul en las elecciones del próximo 29 de octubre: es el número 51 en la lista de Coalición Atlántico Avanza, compuesta por los partidos Verde y Nuevo Liberalismo
Olmedo Rafael es el sexto de ocho hermanos, todos hombres. Una recua difícil de alimentar, pero criados bajo el carácter fuerte de su padre, que los enseñó a trabajar desde pelados para que lo ayudaran a sostener un hogar  numeroso. Su mamá lo había registrado en Casacará, un corregimiento de Codazzi, allá en el departamento del Cesar, zona algodonera. Le habían puesto Jovanny, que era el nombre que siempre quiso la vieja Doris, como se hacía llamar su mamá, pero cuando regresaron a Candelaria no encontraron el registro civil por ningún lado, en una época donde no existía fax, ni celular, ni computador para escanear, donde mandar una razón hacia otro departamento era un martirio de meses. De modo que el viejo Alfonso aprovechó esa circunstancia para quitarle el nombre que le había puesto la madre e imponer el que siempre quiso el padre: Olmedo Rafael, nacido en Candelaria el 23 de abril de 1974.
El ahora diputado Santander Aguilar aspira a mantener su curul en la Asamblea del Atlántico. Y, en su búsqueda en todo el departamento de liderazgos surgidos a pulso, como le tocó escalar a él, se encontró en Candelaria con Olmedo Rodríguez. Lo invitó a sumarse a su causa y, en un evento llevado a cabo el pasado sábado 30 de septiembre, en el barrio El Carmen, de Candelaria, donde creció Olmedo, estos dos líderes unieron fuerzas para salir victoriosos en las elecciones del próximo 29 de octubre.

Dorina del Socorro y Alfonso decidieron instalarse por completo en Candelaria. En octubre, viajaba el viejo con sus hijos a la zona algodonera del Cesar (Codazzi, Casacará, Becerril, Pailitas) a enfrentarse, desde la madrugada hasta la noche, al intenso sol tropical, mientras arrancaban la preciada mota blanca. Regresaban en diciembre a aprovechar la época de siembra del melón para recogerlo en enero y febrero. Tenían para gozar los tiempos de carnavales. Los cuatro hijos mayores de la vieja Dorina del Socorro, con otros tres hombres, habían emigrado a trabajar de jornaleros en fincas de otras regiones; incluso, de otros países. Quedaban, entonces, los cuatro menores que ella tuvo con el viejo Alfonso. Los puso a estudiar en el colegio público, cuyo patio trasero colindaba con el frente de la casa que Alfonso había construido con sus propias manos y su propio esfuerzo financiero. Puso dos a estudiar en la jornada de la mañana y dos, en la jornada de la tarde, de tal manera que se turnaban para ir la parcela que Alfonso logró obtener: en la mañana, se iba en un burro para el monte el par que estudiaba en la tarde y regresaban al medio día, almorzaban y se iban para el colegio; entonces, después de almuerzo, se iban para la parcela, en el mismo burro, los dos que estudiaban en la jornada de la mañana.


Olmedo Rodríguez y Santander Aguilar, después
de pronunciar sus discursos
Para compartir con sus amigos y vecinos del barrio una sopa, después del evento del 30 de septiembre, que se desarrolló en la mañana, Olmedo Rodríguez fue al mercado a regatear, como en sus tiempos de la niñez, precios en la compra de los ingredientes necesarios para el sancocho que se tomaría sus vecinos y demás amigos venidos de Carreto y Leña, los dos corregimientos de Candelaria. Los asistentes escucharon atentos los planteamientos de Santander Aguilar y de Olmedo Rafael esa calurosa mañana. Aguilar habló de su infancia difícil en medio de las necesidades propias de una familia pobre. De la lucha de su madre para sacar a sus hijos adelante. De cómo todos pusieron de su parte para hacerse profesionales. Y de su empresa que ha podido sacar adelante, gracias al éxito de su fuerte, las viviendas de interés social.


Del burro a aspirante al Concejo de su municipio


Dorina del Socorro, frente al
afiche de su hijo, en su casa
Entre los viajes diarios en burro a la parcela y los fines de año a coger algodón en el Cesar, Olmedo Rafael culminó su primaria e hizo hasta octavo grado, pues el sistema no ofrecía futuro para los bachilleres y los muchachos sentían que estaban haciendo en balde el doble esfuerzo de estudiar y trabajar al mismo tiempo; además, la mayoría de los adolescentes tenían relaciones sexuales sin conocer de la existencia de preservativos ni anticonceptivos por lo que, muchas veces, las novias salían embarazadas, lo que implicaba, en el mundo supremamente machista de entonces, que el muchacho debía trabajar el doble para atender, como correspondía, según la concepción de entonces, su nueva obligación. Y ambos dejaban de estudiar.


El evento de unión de esfuerzos entre Santander Aguilar, candidato a repetir curul en la Asamblea del Atlántico, y Olmedo Rodríguez, candidato al Concejo de Candelaria, fue un éxito total: en asistencia de personas, en los argumentos presentados por los dos aspirantes a las distintas corporaciones, en el fervor generado entre la comunidad, que aliviaba en parte el intenso calor reinante en el sitio. El diputado se refirió al hecho de que le dieran la curul en reemplazo del hijo del presidente de la República. “Obró la justicia divina porque la injusticia terrenal me quitó esa posibilidad en 2019”, dijo.



Ya adulto, y con  hijos para mantener, Olmedo Rafael se fue a la fronteriza Cúcuta, con el hermano con que le tocaba ir al monte en su época de estudiante, a venderle a los muleros colombianos el acpm que traían de Venezuela. Hace diez años tiene un trabajo estable. Y ahora ha puesto su nombre a consideración de sus paisanos para servirles desde el Concejo.


2 comentarios:

  1. Gracias señor jhon acosta por darme un espacio en sus crónicas poder compartir parte de mi historia con ustedes,

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Muchas gracias por su amable lectura; por favor, denos su opinión sobre el texto que acaba de leer. Muy amable de su parte