A mi modo de ver, sí, claro que sí
Por Gustavo Téllez Abuabara, exempleado de Cerrejón
Aquí escribo lo que
sería una solución para desentrabar este punto y llegar a un feliz acuerdo y
firmar la convención colectiva en marras, pero antes de halar la silla para
sentarse en una mesa de diálogo, el sindicato y la directiva de Cerrejón, a mi
modo de ver, deben saber que existen tres verdades para lograr un entendimiento
de buena voluntad sobre lo fundamental.
¿Por qué me meto en
estas vainas, si ya no trabajo en Cerrejón?, me han preguntado algunas personas.
La respuesta es bien sencilla: Tengo una deuda de gratitud enorme con Cerrejón.
Gracias a esta empresa, logré criar una familia exitosa y cariñosa. Si pudiera
darle más vida se la daría. Pero la única que tenía se la di. Bueno, dejando de
ser “jala bolas”, como me llamaron algunos, pasemos al tema que nos ocupa. Lo
fundamental.
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Primero, el
sindicato debe ver a la empresa como un socio estratégico y la empresa ídem.
Pongo al sindicato en primer lugar en esta ecuación porque generalmente ellos
-el sindicato- hacen creer que son a unos enemigos a los que se están
enfrentado, que ellos son unos héroes de la segunda guerra mundial, y que van a
salvar a diez mil familias de las garras del capitalismo salvaje, joodaaa…
mejor dicho… y resulta que son dos actores que están en una misma embarcación en una sola tormenta,
si la embarcación hace agua... a todos les llegará. Esto que escribo de una
manera sencilla, no es un misterio, pero parece que nadie asimila este concepto
hasta que lo enfrenta. No me explico por qué razón. Este es un arreglo, que,
por supuesto, debe favorecer a ambas partes; es decir, a los socios
estratégicos y deben estar de acuerdo con que lo son, si es así, no hay ningún
problema, podemos seguir adelante, si no hay acuerdo en esta línea base, es
mejor ni para qué seguir adelante.
Lo segundo es: a) Conocer
la situación económica actual de la empresa y b) Conocer cuál es
el contexto
mundial del carbón; no voy explicar ninguno de los dos puntos en esta nota, ¿por
qué? Porque de estos puntos ya se han encargado la presidenta de Cerrejón, dra.
Claudia Bejarano, sobre lo delicado que se encuentra esta compañía y el segundo
punto, ya muchos expertos han diagnosticado la situación actual del carbón,
inclusive una “cuña de su mismo palo” (por lo guajiro, digo), el dr. Amílkar
Acosta ha expresado en varias notas lo delicado que se encuentra el carbón a
nivel mundial; por consiguiente, también doy por hecho que ambas partes
entienden estas situaciones principalísimas para la toma de decisiones. Una
persona seria y sensata, no hallaría ninguna dificultad en entender estos otros
dos puntos. Si no hay acuerdo en estos dos puntos, tampoco sería bueno seguir
adelante: ¿pa´qué?
A partir de estas
reflexiones, se tejen las distintas estrategias por parte de la empresa para
sobrevivir esta dura crisis, y, en una de esas líneas de acción, surge la idea
de copiar este turno de otras minas, aplazar un tanto más esta agonía de la
supervivencia o quizás salvarla definitivamente que es -me imagino- lo que
todos quieren, pero mientras tanto, ambos ganan con la implementación de este
turno de trabajo, ¿y ambos por qué? ¡Bueno, mijo, fácil!: la empresa hace unos
ahorros fundamentales que necesita para lograr su punto de equilibrio y
permanencia en el mercado y el grueso de los trabajadores conservan sus puestos
de trabajo... ambos ganan, ¿o no es así?
Sin embargo, yo le aconsejaría
a la dra. Claudia que le explicara al grueso de los afiliados del sindicato, como
si tuvieran 15 años, ¿qué gana la empresa de llegarse a implementar este turno
de trabajo?; entonces, una vez entendido estas realidades, y llegando a saber
que, por fuerza mayor, y por ser una estrategia de supervivencia de la empresa,
es necesario el implementar dicho turno de trabajo, viene lo que debería ser mi
propuesta: implementar este turno,
mientras subsistan las causas que lo originaron, se establecerán indicadores y,
al cabo de un tiempo, se mide y se evalúa… si los resultados son favorables, se
vuelve al turno original… fácil, ¿verdad? Esto hacen unos socios
estratégicos. Esa es la solución, a mi modo de ver.
El mal llamado
“turno de la muerte”, no es ningún turno de muerte, más bien yo le llamaría
turno de la vida porque eso es lo que va a generar. Ya en una nota anterior
demostré que someterse a este turno no es nada del otro mundo, no va haber cambios
climáticos, no habrá una hecatombe, la tierra no girara al revés, ni mucho
menos se incrementará la accidentalidad, ni nada por el estilo: para mí, esto
no tiene discusión alguna; prueba de ello, es que en la operación de “la otra
gente” se estuvieran matando y las estadísticas no lo demuestran… así que saco
de mi léxico que este turno sea llamado de esta forma y más bien lo llamaré de
ahora en adelante el turno de la vida
porque eso es lo que va a generar: Bienestar a toda la comunidad cerrejonera.
Uno de los
problemas que surge con implementar esta propuesta es creer que, cuando las
cosas retornen a su nivel, se regresen al turno de trabajo actual, pero yo les
digo: si hay un acuerdo, debemos creer en la palabra de Cerrejón, ya también lo
escribí en una nota anterior, que ellos tienen la impronta de la EXXON y sus
valores, una compañía gringa que inició las operaciones de carbón en Cerrejón,
dejando su huella en el ADN de cada uno de sus trabajadores, a pesar de que hoy
en día son otros los dueños, pero son las mismas personas que rigen su destino.
Sé que ellos honran la verdad, debido a la formación gringa de cristiano
ortodoxo que, incluso, practican hasta el día de hoy a rajatabla el Credo de Nicea, principios que inspiró
esta empresa, y que son formados para apegarse a la verdad… y huirle de las
mentiras… el primer consejo que me dio mi hijo cuando llegué a vivir a los
Estados Unidos, quien no nació aquí, pero que ha absorbido toda la cultura
gringa fue: “Papi, siempre di la verdad, si te detiene un policía y cometiste
un error, di la verdad, si conversas con
un funcionario de los Estados Unidos y él te pregunta algo y la respuesta puede
ir en contra tuya, no importa, di la verdad, si vas a comprar un elemento y te
dan vuelto de más, devuélvelo, si ves un objeto que no es tuyo, déjalo quieto, nunca
jamás te vueles un semáforo… ñerda mijo… todo esto porque esta es cultura de la
“verdá pelá”; por eso, debemos creerle a Claudia cuando habla. Algunas veces, en
el pasado, había pensado que los gringos son bobitos por su candidez en creer
todo los que se les dice, pero bobitos no, ellos creen en lo que dices y punto.
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Capitán, Jaime Hernández
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Quisiera traer un
ejemplo de una empresa en conflicto laboral de reciente fecha que sellaron un
acuerdo -del día de hoy que escribo esta nota-, los empleados de Avianca,
acordaron en bajarse el sueldo partiendo entre un 15% hasta un 45%... y reducirse
otras especies ya “conquistadas” jejejejeje… ¿qué tal esta propuesta? ¡Y
aceptaron, siiiii…! “triunfó la razón”, dijo el sindicato, “qué buen acuerdo”, dijeron,
¿cómo la ves? ¡Nooo…! ellos no están locos, increíble; sencillamente, en ellos primó
la prudencia y un equilibrio sano al decidir entre estar en sus casas buscando
trabajo o, lo que es peor, en una carpita con una sopa desabría o luchar por la
conservación de su empresa...… todo por el bien de ellos y de la empresa, -en
la misma barca en la misma tempestad- pero el Cerrejón no les está diciendo
eso, ¡no les está tocando sus ingresos… solo les están diciendo acomodemos este
turno! ¡Nada más! yo creo que los miembros del sindicato de Cerrejón deberían
pasarse un rato por el sindicato de Avianca para que les explicara más de una
cosita, o mejor, Cerrejón llamar a los miembros del sindicato de Avianca para
que le explique al suyo que “el café ya no está a ochenta…”
El presidente de Acdac (el sindicato de Avianca), capitán Jaime Hernández, dijo textualmente: "Marcamos el comienzo de una nueva era al interior de Avianca y en las relaciones laborales, puesto que este acuerdo evidencia que los intereses de la actual administración y de los trabajadores son los mismos".
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Claudia Bejarano, presidente de Cerrejón
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No conozco a la dra.
Claudia personalmente, pero, por lo que he escuchado, es una señora
recta y
jodida… inteligente, amable y sabe escuchar, pero directa al punto, como toda
persona que se ha desarrollado entre números; de Igor, lo distingo porque lo recibí
cuando entró a trabajar a Cerrejón, cuando era solo un muchacho lleno de
ilusiones, muchachos estos, que solo sabían montar en burro y cuidadito en
bicicleta, eso era todo; bachilleres, sí, pero nada más. Y les enseñábamos a
operar equipos, cosa que aprendían rapidito porque el guajiro tiene una
habilidad sicomotriz enorme, y de Igor lo distinguí como una persona callada,
seria, huraña, con una mirada muy desconfiada y altiva como su raza. Y
honestísimo, como el que más; en realidad, debo confesar que me une una amistad
muy grande con uno de sus familiares de consanguinidad y sé que la educación
que recibieron de sus padres fue la más recta… así que ambos son gallos bien
jugados para llegar a un acuerdo feliz en este conflicto…
Pero están
trabados…
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Igor Díaz, presidente de Sintracarbón |
Hace ya mucho tiempo, cuando empezábamos un tajo de
explotación dentro de la mina, en una época de lluvia, se desgajó un torrencial
aguacero y se cayó un talud sepultando algunos equipos. Cuando dejó de llover, el
ingeniero Fernando Jaramillo, que en esa época era un superintendente de los
mejores que tuvimos, reunió a su equipo para dar las instrucciones rápidas
sobre qué hacer, cómo enfrentar dicha emergencia y cómo recuperar esta parte de
la mina. Y, encontrándose él dándonos instrucciones, llegó el vicepresidente de
entonces, señor Finley (El Canguro, le decíamos cariñosamente por debajo de
cuerda, claro, porque era de Australia) -espero que no se moleste, si está vivo
y leyendo esta nota mía- y llegó insultando y fuck pa´quí y fuck pa´allá, mejor
dicho: El Canguro se convirtió en un titi, tenía su cara enrojecida de la
rabia. Y, al verlo, Jaramillo, se sintió lesionado en su gestión y le dijo:
“Señor Finley, yo estoy aquí hablando con mis ingenieros sobre qué hacer para
enfrentar esta emergencia, pero, si usted quiere, le cedo mi puesto y ordene
qué debemos hacer ¡Mande!”, le alzó
un poco la voz. “¡Qué
quiere que hagamos!”. Y, a continuación, dio unos pasos atrás y se
alineó con nosotros. Ese man se puso más rojo, llave. El señor Finley se montó en su camioneta y
solo se le vio el polvo. Se fue, me imagino, apenado. Extrapolando un poco esta
situación, entonces, le digo a Claudia: Préstele sus zapatillas a Igor y
dígale: señor Igor, mande, ¡qué quiere que hagamos! ¡Y díganos qué
podemos hacer en Cerrejón para sobrevivir! ¡Y no jodamos más!
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