Por Gustavo Téllez Abuabara, ex empleado de Cerrejón
Había pensado que ahora que me “cogieran” un poco más los años, me sentaría a escribir mis propias vivencias de mi paso por Cerrejón, especialmente con la comunidad indígena Wayuu, pero esta última prohibición de este “experto ambientalista”, relator de la ONU, David Boyd, me hace adelantar un poco sobre lo que pensaba escribir más tarde; lo hago, antes de que se siga confundiendo a la galería con este tipo de recomendación “que se suspenda la explotación del carbón por la contaminación...” porque, entre otras cosas, las emisiones de polvo de carbón a “los indígenas wayuus les produce dolores de cabeza…”. Habráse oído tamaña estupidez, según este experto que quien sabe de dónde coño viene, aunque tenga, quizás, tantos cartones de estudio, más de los que tiene un barrio de invasión...
Les tengo terror a
los “expertos” debo confesar, les tengo pánico para un mejor decir, y lo tengo
bien fundamentado, no es que desconfíe de ellos, es que, como todo buen abogado
que se respete, para ellos, los ambientalistas, las cosas son relativas: a
veces, sí; a veces, no, dependiendo del marrano; “los conozco como si los
hubiera parido…”, decía mi vieja q.e.p.d. Esa es mi verdad y no la voy a
cambiar.
Una aclaración
antes de seguir con esta nota: creo infinitamente en los procesos ambientales y
en el cuido del planeta, no habrá futuro de la raza humana si desoímos los consejos
serios que algunos de ellos nos están dictando.
Durante mi
experiencia laboral, se recibieron en Cerrejón muchos expertos de todo tipo,
especialmente ambientalistas, que fueron atendidos por sus pares de Cerrejón;
algunos de estos expertos que llegaron eran unos “cachaquitos” muy
tiesos y muy majos, que tenían un léxico exquisito, que, cuando hablaban, se le
caía a uno la quijada al piso al oírlos: los propios culebreros, “que bonito
hablan”, me decía. Hasta extranjeros, que hablaban en un perfecto inglés de
Inglaterra del siglo XV, que solo ellos entendían. Yo, que me ufanaba de entender
el sonido British del idioma Inglés por haber vivido en Inglaterra unos
años de mi vida y ¡qué decepción, no les cogía una! ¡Todos querían saber
qué hacía Cerrejón en materia ambiental y los controles que se estaban
implementando para mitigar sus impactos… pero, ¡para joderla!, ¡querían
cerrarla y hundirla! Esta es mi verdad y no la cambio. No me lo contaron, yo lo
viví.
Beber agua de las
lagunas de oxidación
Ocurrió un día que en las instalaciones de la mina un grupo de ambientalistas que nos visitaba, querían saber qué hacíamos con las aguas residuales del campamento, porque, según las escuchas, se decía que estábamos contaminando altamente el rio Ranchería. Recuerdo, como si fuera hoy, que el funcionario de la empresa Cerrejón que guio la visita de inspección a las lagunas de oxidación les explicó el proceso que allí se llevaba para autodepurar las aguas, las cuales viajaban a cada laguna, y en cada una de ellas se lleva un proceso de actividad bacteriana y relaciones simbióticas, etc, etc. ¡Ñerdaaa, mejor dicho! Seguía hablando el funcionario de Cerrejón, mientras pasaba por todas las lagunas, llegamos al final del grupo de ellas y dijo: “Señores, aquí les presento a esta agua final, lo que lleva es vida, agua libre de microorganismos patógenos, ¡agua aún más pura que la que lleva el río”; “nojoda, tronco e carretilla!”, dijeron al unísono los gringos… jejejejej, bueno, no dijeron eso, pero esa fue la cara que todos pusieron al oír hablar a este funcionario.
A
continuación, este mismo funcionario, sabiendo interpretar sus caras de
desconfianza, largó su mano a la laguna y recogiendo un poco de agua la bebió de
un sorbo, agua de la última laguna que se estaba vertiendo al río… ¡uyyyy, llave!...
quedamos todos fríos… incluyéndome…que le cuento… fue el clímax de la obra
recitada por la gente de Cerrejón, fui capaz de oírles los corazones batiendo a
los ambientalistas del silencio que se escuchaba… Qué sorpresa se llevaron estos
señores. Corría el año 1994… fue un cierre magistral de la obra. Esta es mi
verdad y no la cambio. No me lo contaron, yo lo viví.
Vida marina en el
puerto y capacidad pulmonar indígena
Ocurrió otra vez en
Puerto Bolívar, que otro grupo de expertos ambientalistas querían conocer sobre
las emisiones de partículas de carbón que ocurrían alrededor de las
instalaciones de puerto porque dizque se estaban muriendo indígenas por
problemas pulmonares. “Las enfermedades pulmonares han aumentado en esta
comunidad y estamos preocupados por ellos”, decían. Como siempre, la visita de
inspección fue guiada por los expertos conocedores de lo que allí se estaba
realizando en esta materia y les fueron mostrados todos los controles que se
llevaban. Se les enseñó absolutamente todo: el sistema de aspersión del agua,
las trampas para controlar las emisiones y los vientos, el diseño de
apilamiento de carbón, el sistema de monitoreo de la calidad del aire con filtros
PM 10, que para ese momento eran los mejores en el mundo, etc. etc. Nada les
valió. Seguían intranquilos... visitamos las playas y dijeron que no creían que
podía haber vida animal marina tan cerca del cargue de carbón. La visita
incluía un paso por las zonas aledañas a las instalaciones donde estaban
asentadas unos pocos miembros de una familia indígena en ese lugar que no
habían querido hacer un arreglo con la compañía para su traslado. Yo estaba
guiando esa parte de la visita. Al llegar allá, y estando conversando un poco
con algunos miembros de esta familia, se presentó un viento fuerte, inusual. Y,
a decir verdad, traía un poco de polvillo de carbón. La alarma fue colectiva
entre los visitantes, el funcionario ambiental de Cerrejón estaba en shock porque,
a pesar de que sabía que técnicamente no había problema, se imaginaba que no
podía calcular cómo iban a reaccionar estos visitantes “expertos”. Nuestros
visitantes ambientalistas estaban de plácemes: les cerramos esta vaina y los
multamos, pensarían. No lo dijeron, pero esa era la intención, se les veía en
sus caras.
Les preguntaron a los indígenas que estaban en ese momento que cómo se sentían de salud. Y, para sorpresa de los visitantes, dijeron encontrarse perfectamente, sin ningún problema, pero nuestros visitantes insistían en sus preguntas. “Nos sentimos bien”, seguían contestando. Tampoco les creyeron. Con razón, tantos problemas pulmonares en esta gente, se decían entre ellos; su capacidad pulmonar está claramente reducida, decían otros. Cómo podrá respirar esta gente sin pulmones, seguían murmurando; entonces, habiendo entrado en materia, lancé los dados al azar y tiré mis restos. Les dije a nuestros visitantes: acompáñenme para que observen esto: llamé a 3 indígenas de esta familia y les dije “vamos todos a la playa”, que quedada enfrente de ellos a unos 300 metros, y les dije: “Queremos que nuestros invitados coman langosta”. Les pago dos veces el valor de cada una de ellas y, además, la más grande que salga les pago 3 veces su valor, pero hay una condición: solo pueden traer una cado uno”. Desde la playa, los mirábamos y veíamos cómo se hundían por un largo tiempo y salían y así sucesivamente hasta que cada uno de ellos trajo en sus manos una langosta, la que pensaron sería la más grande. Lo hice, por dos razones: la primera, para comprobar su capacidad pulmonar, obligándolos a permanecer por más tiempo buceando en el fondo del mar, buscando la langosta más grande solo con el aire de sus pulmones, para comprobarles, sin tantas fórmulas matemáticas, que su capacidad pulmonar estaba intacta; y, segundo, que la vida marina y su ecosistema no se había afectado. Lo que no sabían nuestros ilustres visitantes que ya yo había hecho esta operación varias veces con ellos cada vez que quería comer langosta. Esta comprobación no es ortodoxa, puede que, científicamente, no pruebe nada... no lo sé, pero me importa un chovi lo que digan. Les envié el mensaje duro y claro. Esta es mi verdad y no la cambio. No me lo contaron, yo lo viví.
El viento que se
devuelve para hacer maldad
Ocurrió otro día, que el Concejo de Uribia y su Alcalde estaban citando a “la gente” de Cerrejón a una sesión porque iban a empezar a llamar a todas las entidades oficiales del medio ambiente y a la las autoridades indígenas del departamento y nacionales y, además, empezarían los contactos a nivel internacional a divulgar que la calidad de vida en Uribia se estaba deteriorando y ya se estaban viendo casos de afección pulmonar en sus habitantes por el paso del tren porque el viento que “soplaba llevaba el carbón que transportaba el tren directamente a la población”. La cita estaba estipulada y, aunque legalmente no teníamos la obligación de ir, tenía amigos concejales y fui a responder con cortesía su invitación. El ambiente estaba caldeado, la gente de la comunidad empezaba a levantarse, los políticos locales hacían su agosto… y el alcalde veía el espectáculo como cualquier reyezuelo. Empezó la sesión, salió el ambientalista a la palestra e hizo una explicación larga y tediosa, dijo y redijo hasta lo inimaginable sobre la contaminación y la muerte que les estábamos causando a la población uribiera, porque esa es la naturaleza de algunos malquerientes, estaba en su patio, y su naturaleza es alebrestar a la gente del común, confundirlos para pescar en río revuelto, tal cual como lo hace hoy en día este relator Boyd de la ONU: solo para las tribunas, no quieren explicaciones, ni entienden de razones porque se les daña el “paquito”. Me sorprendió la virulencia de sus ataques, de sus expresiones hirientes; la verdad no estaba acostumbrado a estos espectáculos. Para decir vedad, quise, como buen costeño, “levantarlo a física patà”. Al terminar, fue aplaudido y todos me miraron con furia, esperando oír sobre lo que yo tenía qué decir al respecto. Pero, nuevamente, ya yo estaba preparado, había visitado a algunos ingenieros del Departamento Técnico para que me explicaran cómo era la rosa de los vientos en ese sector. Había hablado con otros ingenieros del Departamento Ambiental para que me explicaran algunas otras cosas. Saqué un tablero y les dibujé el tren y la ubicación de la población de Uribia, les mostré dónde quedaba el norte y les conté la historia tal cual me la habían enseñado los ingenieros del Técnico: “Señores, les dije, el tren antes de salir le hacen una compactación y humedecen la coronilla del carbón, pero, además, lo más importante es que la rosa de los vientos corre en sentido contrario a la población de Uribia, así que es físicamente imposible que el viento se devuelva solo para llevarles el polvo del carbón”. El ambientalista se levantó de su puesto súbitamente y me dijo: “Bueno, entonces, hablemos de las ayudas que está haciendo Cerrejón a la comunidad uribiera… ja..! touchè..!”. Eran otros tiempos. Claro, ahora las comunidades tiene más información, pero el sentimiento de maldad sigue siendo el mismo. Esta es mi verdad y no la cambio. No me lo contaron, yo lo viví.
¡Tengo 35 historias
más para contar! No me las dijeron, ¡yo las viví!
Cerrejón es una
empresa seria, que trabaja con unos altos niveles de excelencia y altos
estándares en su operación. Eso no es un secreto para nadie, como tampoco
debería serlo para estos funcionarios ambientales locales y nacionales, y como
no, mundiales. Tampoco lo debería ser para los integrantes de la Corte
Constitucional, que, de buena fe y en mala hora -creo yo- están siendo
engañados por estos “traficantes de la verdad”, colectivos de abogados -otra
vez, estos benditos- que se dicen ser los adalides de la defensa indígena y
tienen su lado gris y sus intereses personales, puedo decir con certeza, que Cerrejón
es verdadera autoridad en todas estas disciplinas, ambientalmente, en materia
de seguridad en el trabajo, operacionalmente, etc. Se debe decir a voz en
cuello: Colombia aprendió sobre minería responsable con las actividades de Cerrejón.
¿no les es suficiente esta verdad? ¿Sabe la Corte Constitucional de Colombia de
esto? Nunca en el país se había realizado una minería tan responsable, como la
hace Cerrejón. Cerrejón fue el espejo donde se miraron las operaciones de las otras
minas grandes en la región. Debería tener este reconocimiento ¿por qué no
ocurre? No lo sabemos, pero es algo que realmente debe preocuparle a la gente
de bien. ¡Así que, se les debería enviar un mensaje en serio y de frente a
estas personas que solo quieren destruir a Cerrejón, deben ponerse en pie y
decirles basta ya! ¡No más juego con sus mezquinos intereses! ¡Dejen tranquilo
lo que bien funciona!
A Cerrejón quisiera decirles, que sé que la estrategia de usar los “comunicados de prensa” para desvirtuar o comunicar sus actividades son costumbre de esta empresa. No entrar en confrontaciones ni discusiones áridas es una buena estrategia, pero cuando se desbordan ciertos límites, es bueno repensar en otros caminos, retomar algunas estrategias del pasado es una buena conseja: en Cerrejón había visitas de información para dejarles saber sobre las actividades a todo nivel, a la prensa escrita local y regional, a los políticos nacionales y locales, a funcionarios y autoridades de todas las disciplinas del saber: Ambiental, de Trabajo, Relaciones exteriores, etc. Es bueno dar a conocer qué están haciendo en esta materia, queremos saberlo por favor, pero explíquenlo como si tuviéramos 12 años… pasar a la ofensiva mediática con la diáfana realidad operacional que siempre han manejado; háganlo porque los está cogiendo el run run de la desinformación. Hoy en día, cualquiera que tenga un celular y con los medios sociales informales los pueden destruir y no me parece justo que mueran con las botas puestas de la desinformación. Si no me creen, a funcionarios de Cerrejón los invito a que “googleen” la información sobre la recomendación que escribió solo hace 2 días, este bellaco de la ONU, David Boyd, para que se alerten de varias cosas graves que ahí se leen y replicadas infortunadamente por varias agencias informativas a nivel mundial: en primer lugar, deja la impresión que están afectando 400.000 mayuus, que les están robando el agua potable, que están matando indígenas “porque están respirando aire contaminado”, por “carecer de acceso a agua potable debido a las actividades mineras” , que “desconocen las acciones judiciales colombianas”; es decir, que ambientalmente son un desastre… etc. etc. ¡que bellaquería! Por no escribir otra palabra.
Respecto de la
comunidad indígena Wayyu, se sabe que es una población vulnerable. Todo lo que puedo
decir en esta nota -por ahora- es que es gente que está siendo engañada.
Traicionada algunas veces por su propia gente y/o por personas ajenas a su
cosmovisión, gente inescrupulosa y falta de ética que han dañado su corazón. Los
indígenas Wayuus son personas necesitadas y cualquiera en su lugar, se va tras
un canto de sirena que les ofrezca una solución de vida mejor de la que han
llevado hasta ahora -NO POR CULPA DE CERREJON- sino todo lo contrario. Ya
llegará el momento de contar todo lo que sé sobre este tema. Los que engañan a
estos indígenas Wayuus, son gente sin Dios y sin ley, sin ética, sin… tendrán
su merecido… si hay justicia divina… Todo esto no me lo contaron, yo lo viví.
Aquí puede leer los más de 30 artículos que se han publicado en este blog sobre Cerrejón
Eso que ha escrito Gustavo Téllez es la pura verdad, en Cerrejon se trabajo siempre bajo la filosofía de minería sostenible.
ResponderBorrarEl sistema de MONITOREO de aire más completo de la región y porque no del país se tiene en Cerrejon.
Por DIOS que no se Lacen este tipo de juicios sin conocer lo que los profesionales realizamos, este país desconoce toda la innovación y los record mundiales que se lograron en la mina de carbon a cielo abierto MAS GRANDE DEL MUNDO, que nos está pasando, cerrejon está viva y debe seguir así hasta que la humanidad termine de perfeccionar los sistemas de energía limpia.
Éxitos y PA LANTE!!!!!!
Gustavo, excelente publicación, la minería bien hecha es una bendición para todos, empleados, contratistas y comunidad
ResponderBorrarGustavo Tellez un profesional con el criterio técnico, la experiencia y madurez para abordar toda la verdad relacionada con cerrejón, lo ánimo que como siempre siga actuando en haras de la justicia. Me consta que nadie se lo contó, él lo vivió.
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