Por Keller Maideth Gámez Pérez
Estudiantes del curso de Bioética
y Medio Ambiente, facilitado por la docente Vanessa Ramos, se posicionaron en
la plazoleta de la Universidad Autónoma del Caribe para poner en práctica los
conocimientos recibidos sobre el cuidado del planeta tierra. La unión de los
principios de no maleficiencia, beneficencia, autonomía y justicia, con los dos
modelos filosóficos, biocentrismo y antropocentrismo, se vieron reflejados en
las actividades didácticas que crearon los jóvenes para llamar la atención de
toda la comunidad universitaria sobre el cuidado al medio ambiente.
“Fueron dos
días de sensibilización que les permitió ayudar de forma activa a la sociedad al
medio ambiente, y vincular a la comunidad de la universidad. Buscamos que, desde
la academia, puedan ser mejores ciudadanos y profesionales”, dijo Vanessa Ramos,
docente de Bioética y Medio Ambiente.
Los bolos del medio ambiente
Los jóvenes diseñaron un juego de
bolos, utilizando materiales reciclables como botellas plásticas y arena. El
objetivo era llevar por medio de la recreación un mensaje de concientización
sobre el daño que día a día se le hace al planeta. Además, cuando los jugadores
lograban tumbar uno de estos, se topaban con una nota reflexiva: “No tendremos una sociedad si destruimos el
medio ambiente”.
Uno de los creadores del juego
nos comentó: “Si no cuidamos nuestro entorno hoy, mañana no tendremos nada. Ni
donde cosechar, ni donde vivir”.
La canasta del reciclaje
La iniciativa surgió de la idea
de buscar una solución para la contaminación en el alma mater. El grupo decidió
crear una actividad que constaba en lanzar la basura que encontraban en el
suelo, desde botellas plásticas hasta tapas que después serían recicladas, en una
canasta hecha de cartón, bolsa e icopor.
Cada uno de los participantes tenía
dos oportunidades para encestar, y aunque no lo hicieran, recibían un dulce
como recompensa por su intención.
Conecta con los principios
Esta dinámica consistió en unir
una imagen con el principio que la describía, ya sea el antropocentrismo o
biocentrismo. Las personas debían acertar en dos para que pudieran ganar una
manilla que tenía un mensaje relacionado con la temática: “Cuídame, soy tu único hogar”.
Si alguien adivinaba más de dos,
se ganaba una bolsa reciclable. También hubo espacio para la recolección de
tapas plásticas que tienen como destino ayudar a los niños con cáncer.
¿Oso amoroso o feroz?
Las personas tenían dos opciones,
ser amables con el medio ambiente o no serlo. De ahí salió el vigilante, un oso
que estaba pendiente de cada acción buena o mala. Si alguien arrojaba basura al
suelo, él iba corriendo ferozmente para hacerle entender que no era correcto.
Pero si ayudaban con la causa, le daba un abrazo lleno de orgullo; además,
podían recibir una paleta dependiendo de cuántas tapas plásticas donaran.
Todas las actividades se
complementaron con carteleras, folletos y materiales didácticos innovadores
para la concientización.
La comunidad de la universidad,
desde estudiantes a docentes, respondió de forma positiva; con risas y
entusiasmo acompañaron a estos grupos en su labor. El interés por cada una de
las actividades se reflejó en su constante participación.
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