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Primeros capos. Arriba: Pablo Escobar Gaviria, los hermanos Gilberto y
Miguel Rodríguez Orejuela. Abajo: Gonzalo Rodríguez Gacha y
Carlos Lehder Rivas |
Por Keller
Maideth Gámez Pérez
Los
colombianos son narcotraficantes y consumidores de profesión. No existe ninguna
variación en la caracterización de sus habitantes, quienes nadan en el mar
de la compra, venta y consumo de drogas.
Así nos han
reconocido durante mucho tiempo. Este estereotipo le ha dado la vuelta al
mundo, y no precisamente en ochenta días, pues nuestros buenos amigos, los
otros países, nos ayudaron a construir nuestra propia cruz, pero, ¡OJO!, no a
cargarla.
Nuestro
país se encuentra en discordia por la fricción de los ideales, acompañado de
una disputa por el poder absoluto, disfrazado de buenas obras; la avaricia se impregna en los líderes, y en los que no, les llega un boleto de avión
directo a un descanso eterno y la política se asocia con el enriquecimiento
ilícito; mientras los demás aprovechan esto para hacer su jugada.