25 nov 2024

Operó camiones de 250 toneladas y ahora, buseta de 25 pasajeros

Por John Acosta

Es posible que cuando Yolkin Caicedo le enseñó a conducir buseta a su hermana Claudia, pensó más en verla trabajando en una de las minas de carbón del Cesar que conduciendo una buseta urbana en Valledupar; de hecho, él llevaba trabajadores en ese vehículo donde aprendió ella, desde La Jagua de Ibirico, la población de los do
s hermanos, hasta la minera Prodeco. En todo caso, Claudia Caicedo ascendió, de esas clases informales de chofer, a operar camiones de 250 toneladas en ese enorme hueco a cielo abierto de donde la empresa subsidiaria de la suiza Glencore sacaba carbón.

Esos turnos, en medio del machismo de los rudos mineros, le formaron el carácter reservado que todavía hoy esboza cuando alguien se le sienta al lado, a entablar una conversación formal, mientras ella maneja la buseta de ruta urbana en la capital del Cesar. Claudia Caicedo no pasó, de una, de la mina a Valledupar. No: antes condujo un camión de reparto,a lo largo y ancho de su departamento, distribuyendo el producto de la empresa Aceros y Metales, donde laboró cuando Prodeco decidió cerrar operaciones en Colombia.

En esa empresa llegó a hacer unas vacaciones, pero, al terminarlas, volvió a morder el desespero del desempleo; gracias a Dios, no por mucho tiempo. El conocer las carreteras del Cesar, llevando material de un lado a otro, le dio la experiencia necesaria para manejar uno de los carros de las rutas intermunicipales de la cooperativa Sinaí, que llevaba pasajeros al Cesar ya La Guajira. Su base fue siempre La Jagua de Ibirico, por supuesto: allá nacieron sus dos hijos. Claudia Caicedo aspiraba a estar en una empresa que le brindara más estabilidad laboral. Y, por eso, no dudó ni un instante en enviar su hoja de vida a Movivalle, la organización valduparense donde una sobrina suya le dijo que necesitaban conductores.

A la semana la llamaron. Dejó a sus dos hijos en La Jagua de Ibirico y se vino a abrir camino a Valledupar. Ya tiene un año y tres meses transportando vallenatos dentro de la ciudad. Sus hijos la vienen a visitar en vacaciones y en un fin de semana largo, con puente. Su turno de trabajo no le permite ver a sus retoños con la regularidad que quisiera, pero le satisface saber que trabaja para ellos.



1 comentario:

  1. Es digno de admirar esa gran mujer teniendo en cuenta que se vino de su tierra natal donde deja A sus hijos sin su calor de madre para venir a otra ciudad a laborar en en un bus de mucho peso donde antes ese trabajo sólo era para varones,digno de admirar,Dios la acompañe siempre y en todo momento

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