Los amplios patios
de las casas de Bomba, Magdalena, la playa y los alrededores del Tarraplén
poseen frondosos árboles de uvito que soportan sequías.
Por Linda
Esperanza Aragón
Su
nombre científico es córdia dentata poir. Aunque, realmente, se le llama por su
nombre común: uvito o gomo. Pertenece a la familia de las boragináceas, y sus
lugares geográficos de origen son Suramérica y Centroamérica.
El
árbol de uvito puede medir 12 metros de altura, su tronco es curvo y huele a
caña de azúcar. Su follaje es de un verde suave. Sus hojas son ásperas al
manoseo, pero simples y alternas al mismo tiempo. Flores pequeñas de color
blanco agrupadas le dan una estética fresca y genuina. Asimismo, sus frutos,
que son bayas blancas ovaladas, carnosas y pegajosas, le dan a este árbol más
espesura. El árbol soporta hasta las más
severas sequías.
Sus
características naturales son espléndidas. Hablar de ellas detalladamente puede
ser sublime. Sin embargo, quisiera darle otro toque a este texto. Esto no se
tratará de una expedición botánica exhaustiva, tampoco tengo la intención de
crear un herbario en la web. Prefiero hacer de todo esto una serie de relatos
que intenten definir lo imprescindibles que son los frutos del árbol de uvito
en la cotidianidad de Bomba, Magdalena.
En
tiempos ancestrales, sus bayas se aplicaban en jarabes calientes como
emolientes y los campesinos las utilizaban para contener las hemorragias en los
terneros después de ser castrados. Pero, esencialmente, esos frutos conservan
un pegante que parece inmortal, no se agota y saca de apuros. Para qué la gota
mágica o el Colbón cuando hay uvito en los amplios patios, en la playa y cerca
al Tarraplén (sendero popular de la población). Nunca se ha comercializado,
solo basta con pedírselo a algún vecino o dirigirse a alguno de estos sitios
para conseguir el adhesivo.
Lo
mejor no es el uvito, sino lo que se hace con él. Con su sustancia glutinosa es
posible pegar hojas de papel y remendar billetes destrozados; incluso, el uvito
ha llegado a reemplazar ese producto cosmético comercial: el gel. Los muchachos
lo utilizan para hacerse peinados y resaltar sus cortes de cabello. Si no hay
para el gel, entonces, se emplea el uvito.
La
gente con imaginación es la que le da vida al uvito. Cuando hay que pagar las
deudas, pero algún billete resulta roto, no existen excusas: pa’ eso está el
uvito. Y es un artista aquel que resuelva este tipo de calamidades. Pegar con
uvito requiere de cuidado y creatividad, pues el billete, al final, debe
parecer flamante, como si nunca hubiese estado fraccionado.
Se
cree que gozar es irse de rumba o consumir todo lo que se posee frente a
nuestros ojos, sin embargo, gozar tiene otro significado más delicado, más
sublime, y es que gozar también puede tratarse de disfrutar una conversación,
de caminar hasta la playa para conseguir uvito, de valorar los privilegios de
la naturaleza.
Por
otro lado, este fruto representa cohesión social, pues cuando se va en busca de
un uvito a la casa de algún vecino, es imposible que no se dé una charla amena.
Siempre será importante saber qué fue lo que se rompió o qué es lo que se debe
pegar. De lo aparentemente trivial brotan diálogos que conservan el interés por
el otro y la solidaridad social. Por eso, el uvito no solo es adherente, sino
que, además, es un componente que permite el despliegue de la interacción.
- - Vea,
hágame el favor de regalame un gajo de uvitos.
- - Claro.
¿Qué va a pegar, comadre?
- -Lo
que pasa es que mi pelaíta tiene una tarea y necesita pegar hojas de papel.
- -¡Hombe,
cómo no! Espéreme aquí, ya le traigo el gajo.
La
poetisa argentina Alejandra Pizarnik dijo que el poeta es un gran terapeuta y
que el quehacer poético implica exorcizar, conjurar y reparar, de manera que
escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura.
El
uvito vendría siendo como la poesía: una bella forma de unir, soldar y
articular. Entonces, ¿para qué la gota mágica cuando hay uvito?
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Como se reproduce el uvito???
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