Por
John Acosta
A las tres en punto de la
tarde, Petrona Esther Paso de Ríos saca la silla de plástico, cruza los escasos
dos metros de la calle empinada y se sienta en la sombra que da el árbol de la
casa del frente. Ya perdió la cuenta del tiempo que lleva con esa rutina
diaria, que comienza a las cuatro y media de la mañana y termina poco después
de las ocho de la noche, si no hay visita en su casa. Vive en El Difícil, un
pueblo del departamento del Magdalena, cuya topografía hace honor a su nombre.
No sabe con exactitud el número de veces que debe bajar los peldaños inclinados
que llevan a la cocina, pero sí sabe que todas las mañanas debe sumar a esa
bajada la escalera que da al lavadero de ropa del patio de su vivienda. Y todo
esto lo hace con la vista buena de su ojo derecho, no porque sea tuerta,
gracias a Dios, sino porque su ojo izquierdo no ha sido operado todavía.
Todas las casas de El Difícil
están construida sobre profundos desniveles del terreno, lo que hace que en sus
interiores tengan un laberinto de escaleras que llevan a los cuartos, a la
sala, al comedor, a la cocina. Petrona no solo lidia con esta dificultad todos
los días en su propio espacio, sino que, a veces, se enfrenta también a las
intensas subidas y bajadas de las calles de su pueblo para cumplir compromisos
socio-culturales sagrados de su entorno, como visitar a un enfermo e ir a dar
un pésame, bajo el asfixiante sol de su tierra.
Sonia Dávila hace el esfuerzo de pagar mensualmente la salud de ella y de su madre en Cafesalud |
Petrona tiene 75 años. Y,
desde antes de cumplir los 70, empezó a sentir cómo se le apagaba la vista. La
bruma se le interponía cada vez más entre sus ojos y el objeto que deseaba ver.
Necesitaba con urgencia hacer algo para recuperar la nitidez de su mirada. Hace
más de 20 años, su hija, Sonia Dávila, le está pagando la EPS. Saludcoop fue
fundada en 1994 y, casi inmediatamente, Sonia se afilió a ella, junto a su
madre. Ellas fueron una de los primeros clientes de esta entidad prestadora de
salud.
Todos los días, le toca subir y bajar los peldaños con que los albañiles de El Difícil se las ingenian para sortear el empinado terreno del pueblo |
No obstante, hace cuatro años,
no usó la EPS para su operación del ojo derecho. “Me la hice particular porque
necesitaba hacérmela con urgencia y en Saludcoop se demoraban mucho”, dice Petrona.
El esfuerzo para pagar esa intervención quirúrgica tuvo que haber sido grande:
Sonia no es una profesional universitaria que se gana el sueldazo de su vida.
Escasamente tiene estudios de bachiller y ha trabajado como independiente
siempre. De manera que el sacrificio para pagar su salud y la de su madre ya es
grande: pagar una cirugía de ojo es toda una fortuna; sin embargo, hace cuatro años
lo hizo, pero ya no tiene fuerzas para hacerla la operación del ojo izquierdo a
su madre.
Entonces, le tocó acudir a su
EPS, que ya no es Saludcoop por los problemas conocidos que tuvo esta entidad.
Petrona y su hija ahora están afiliadas a Cafesalud. El 27 de febrero viajaron
de El Difícil a Valledupar a iniciar la gestión para la operación del ojo
izquierdo. Solo hasta el 12 de marzo le dieron la autorización. “Ahí dice que
solo tenemos 90 días para la operación”, dice Sonia preocupada. En junio se
cumple la fecha.
La angustia de madre e hija es
que ya se van a vencer los exámenes que le hicieron para la operación. Han
regresado a Valledupar cerca de diez veces. Incluso, para escribir esta nota,
hablamos el 26 de marzo. Y, desde entonces, me han llamado a pedirme que no la
publique porque “nos dijeron que este martes sí la van a operar”. Todavía no ha
llegado el bendito martes prometido.
Petrona saluda porque identifica a los que pasan por el timbre de la voz |
La excusa es que no ha llegado
el lente intraocular que le van a implementar. ¿Hasta cuándo tiene que esperar Petrona el bendito
lente? ¿Es ese el trato que merece una anciana cuya hija lleva más de 20 años
pagando la afiliación a este régimen? “Empezamos pagando 40 mil pesos
mensuales, ahora estamos pagando casi 100 mil”, dice Petrona.
Cafesalud no puede seguir
dilatando esta cirugía. Petrona necesita tener sus dos ojos en perfecta
condiciones para poder subir y bajar con facilidad el laberinto de escaleras de
su casa y mirar con claridad a quienes pasan al frente de su casa, mientras
está sentada bajo la sombra de su árbol.
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