Por
John Acosta
La refundación de la
Universidad Autónoma del Caribe marcha a todo vapor. En el vergonzoso pasado
inmediato que precedió a la hoy orgullosa nueva universidad (nunca es más
oscura la noche como cuando está por despuntar la claridad del alba), la publicación
de un libro era un camino tortuoso en el que el autor claudicaba en el intento.
Los rodeos iniciaban con lo más sencillo del proceso: el registro de la obra
ante la Cámara Colombiana del Libro, pues nunca habían los míseros 70 mil pesos
que costaba el ISBN, que es como la cédula de ciudadanía del texto. El descaro
de la miserable actitud llegaba cuando el escritor debía sacar de su bolsillo el
dinero para obtener el bendito
reconocimiento de su creación, indispensable para la publicación de su trabajo.
Une vez registrada la obra, el autor debía esperar a que su libro despertara del
interminable letargo a que lo sometían porque en la litografía de la
institución no había ni papel ni tinta para el tiraje. Dos o tres años después
de que la suela del segundo par de zapatos del insistente creador se desgastara
de tanto ir a los talleres de publicación a averiguar por el estado del
proceso, le salían con un deshilachado pañito de agua tibia para que calmara un
poco la fiebre de publicar: le entregaban los tres (a lo sumo, cinco) únicos
ejemplares que pudieron parapetar.
Hasta que, quiso Dios, que
la intensidad de los rayos solares del ansiado amanecer venciera con gallardía
la tenebrosa mancha negra que no permitía otear los extensos campos del
conocimiento que, a pesar de todos los obstáculos, germinaban incólume en los
salones de clases. Y la dominadora claridad meridiana del día se quedó para
siempre en el horizonte de la nueva Universidad Autónoma del Caribe. Hasta la
Litografía llegó la luz que permitió descubrir los anaqueles sombríos en donde
reposaban las obras que los docentes de la institución habían esculpido con la
candidez de artesanos. Y centenares de ejemplares de cada uno de esos
maravillosos textos vieron, por fin, la diafanidad de las librerías. La Feria
Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) fue el escenario ideal en donde estas
obras pudieron hacerse justicia a sí mismas. En los estantes capitalinos
lucieron orgullosas las creaciones de los docentes de la nueva Uniautónoma y
deleitaron, con la exquisitez de sus líneas, los exigentes gustos de los
lectores voraces que visitaron este evento cultural.
Por un acto de elemental
justicia, dos libros míos no pudieron estar en la Filbo. A pesar de hacer una
larga fila de tres años (durante la tediosa tiniebla que nos antecedió), hubo
que darle prioridad a otros títulos que tenían mucho más tiempo de estar
represados en los anquilosados armarios del pasado reciente. Afortunadamente, les
llegó la hora de sacudirse el polvo a mis dos obras y el 30 de septiembre de
2014 fueron presentados en sociedad, durante la Feria del Libro de la
Universidad Autónoma del Caribe. Se trata de ¿Guajiros del montón?, en donde se recopilan 10 crónicas de
personajes comunes y corrientes, que, por su tenacidad, han logrado lo que se
han propuesto. Y Punzadas de la muerte,
cuatro textos de periodismo narrativo que exponen el drama de la muerte en el
Caribe colombiano.
¿Guajiros del montón? es
un homenaje que se le hace a varios seres humanos reales que coincidieron en
vivir aventuras en La Guajira colombiana. Así, una mujer que tuvo que vender su
rancho porque Tabaco, el pueblo donde vivía, estaba sobre una codiciada veta de
carbón, cuenta cómo es su vida ahora en la ciudad más grande de la costa norte
del país; una profesora de escuela pública confiesa los fantasmas que la
atormentaron cuando ella era la estudiante de primaria; un ex operador de
equipo pesado de la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo describe
el drama de su invalidez repentina por la desgracia de un disparo en Año
Nuevo; otro minero soñador narra las peripecias
de haber fabricado su propio carro; un bullicioso operador de camión de 320
toneladas de capacidad relata cómo llegó a ejercer ese oficio, sin ni siquiera
saber manejar una motocicleta; un grupo de indígenas wayuu decide honrar a un
foráneo con una de las más altas distinciones de su raza; dos mineros más
deciden, cada uno por su lado y de manera distinta, combinar su oficio de
obrero con una labor artística: pintar
la vida sobre el lienzo y esculpir figuras con técnicas exóticas; un anciano de
100 años rememora su quehacer en la época de la inocencia, entre los que estás
sus parrandas con el célebre Francisco El Hombre; y un humilde estudiante
comparte las luchas que padeció para conseguir su título profesional.
Este libro tiene dos
prólogos. El magíster en Lingüística Alejandro Espinosa Patrón, profesor de la
Universidad Autónoma del Caribe y Director de la revista Encuentro, indexada en
categoría B por Colciencias, y el doctor en Ciencias de la Información Jairo Valderrama,
profesor investigador de la Universidad de La Sabana, hacen una reflexión sobre
cada uno de los 10 textos del libro.
En Punzadas de la muerte un
viejo narra, desde su ataúd, las incidencias de su propio velorio en tiempo
presente y recuerda, con nostalgia de muerto, varios aspectos de su vida. En
este relato, escribo sobre lo que siempre me llamó la atención: cómo viven en
los pueblos del Caribe colombiano las primeras horas de luto por el pariente
fallecido. Con él, me deshice de los espectros que me marcaron en la niñez con
el velorio de mi abuelo, a quien le dedico el trabajo. Se titula Las primeras punzadas de la muerte y le
da el título al libro. El texto Nadie
asesinará la alegría del pueblo recopila algunos de los padecimientos
vividos en La Junta, el terruño donde me crió mi abuela, durante la violencia guerrillera
y paramilitar; de cómo el Festival Folclórico del Fique sirvió, muchas veces,
como el paliativo eficaz para alejar los temores y las tristezas por los
muertos que caían por las balas asesinas. En Libardo ganó seis granos de maíz, un grupo de jugadores de dominó
cuentan, a su manera, las mismas historias tristes que han dejado en la
población el accionar sin escrúpulos de guerrilleros y paramilitares.
Finalmente, Riña estéril de un macho
invertido es la historia de un gran amigo gay, que me pidió en vida que se
la escribiera y que él alcanzó a leerla antes de morir de sida.
Esas son dos de las obras,
iluminadas por el resplandeciente sol que, en buena hora, surcó para siempre
los cielos de la nueva Universidad Autónoma del Caribe. Por supuesto, hay que darle los agradecimientos sinceros al rector de nuestra universidad, Ramsés Jonás Vargas Lamadrid, quien ha sido como el viento que despejó los nubarrones que quisieron interponerse entre el nuevo amanecer y el surgimiento de la nueva Universidad Autónoma del Caribe. Un abrazo enorme también para los colegas docentes, cuyos libros acompañan a los míos en este despejado trasegar entre exigentes lectores.
¿Guajiros del montón? se puede comprar en estos sitios web:
http://www.librosyeditores.com/tiendalemoine/literatura-y-critica-literaria/5435-guajiros-del-monton--9789584494405.html
http://www.buscalibre.com.co/libro-guajiros-del-monton/9789584494405/p/47339566
https://www.amazon.com/%C2%BFGuajiros-mont%C3%B3n-ACOSTA-RODRIGUEZ-Javier/dp/9584494406
http://www.libreroonline.com/libros/166933/acosta-rodriguez-jhon-javier/guajiros-del-monton.html
Punzadas de la muerte se puede comprar en estos sitios web:
http://www.librosyeditores.com/tiendalemoine/literatura-y-critica-literaria/5441-punzadas-de-la-muerte--9789584492821.html
http://www.buscalibre.com.ar/libro-punzadas-de-la-muerte/9789584492821/p/46874991
https://www.amazon.com/Punzadas-Muerte-Javier-ACOSTA-RODRIGUEZ/dp/9584492829
http://www.abebooks.com/Punzadas-Muerte-ACOSTA-RODRIGUEZ-John-Javier/18115533142/bd
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Lo importante es saber quién píntaba las nubes de negro...
ResponderBorrarAparecen en el campo finito de las letras escritas dos nuevos ejemplares de historias con un realismo mágico, que a veces no puedo entender si es el libro la fuente de la magia o definitivamente nuestra realidad es una vida mágica.
ResponderBorrarCuando leí nuestro nobel de literatura, me preguntaba cada 2 o 3 páginas, si esto ya lo había leído antes en otras obras o si estaba recordando historias de nuestra vida cercana. A manera de ejemplo, no he podido olvidar la reacción de los habitantes de Macondo, cuando en la segunda exhibición de una película con un actor que había muerto en otra película (la primera presentada una semana antes), destruyeron la incipiente sala de cine, porque era imposible que alguien hubiera vuelto a vivir; esta es la misma razón por la cual mi papá no ve películas cinematográficas.
Entonces vuelvo a la reflexión inicial, lo aprendieron de los libros o el libro "simplemente narra" nuestra realidad.
Espero encontrar en las páginas de tus 2 libros muchos recuerdos de este tipo.
Felicitaciones!!
2216
ResponderBorrarJohn "La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir".
Bueno Chiche, " ya podei mori tranquilo" después de tener tus hermosas hijas,haber sembrado un "palito" e' mango en la junta y escribir estos libros, con todo el profesionalismo que le impregnas a cada labor.Me siento orgullosa de ser Guajira, de haber sido una de las locutoras bien guidas, en radio Cerrejon, por este gran ser humano: John Acosta Rodriguez.. felicitaciones mi querido....
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