Por John Acosta, @JoacoroHerminia Barrios y Andrés Castrillo
La entrevista terminó alrededor del medio día. Y, una vez agotado el tema del súper tanque de agua para Valledupar (que fue el motivo de ese encuentro), la señora Herminia Lucía Barrios Gutiérrez pudo, al fin, desahogar su segunda mortificación. “Vea, ¿cuándo nos ayuda el Semanario La Calle con ese colegio?”, le dijo al periodista, mientras señalaba, desde la terraza de su casa, a la Institución Educativa Consuelo Araújo Noguera. El reportero vio, entre las rejas que protegen la entrada de la vivienda de su anfitriona, que un trozo del muro de encerramiento del colegio estaba tirado en el suelo. La cita, finalmente, se concertó para el lunes siguiente.
Dos líderes que se apoyan
Herminia Barrios es la presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC) de la primera etapa del barrio 450 Años. Cuando La Calle regresó a su casa a cumplir con esa segunda visita, la señora Herminia no estaba sola. Ella presentó al señor Andrés David Castrillo Julio, quien acompañaría esa tarde a hacer el recorrido alrededor del colegio. Sólo hasta que se llegó detrás de la institución educativa, fuera del último muro de bloques de cemento, se tuvo certeza de quién era, realmente, Castrillo Julio. Las casuchas de tablas, con techos de zinc viejo, soportados con piedras sobre las humildes viviendas, apenas podían sostenerse en pie sobre el suelo, mojado por las corrientes del caudaloso arroyo que creció con furia debido al aguacero de la noche anterior.
Herminia Barrios |
El paralelismo de dos vidas que confluyen
Andrés Castrillo |
Después de ese primer matrimonio fallido, Herminia duró ocho años sola y se volvió a casar para tener tres hijos más. Con ellos llegó a Valledupar a los 40 años de edad. “Los crié sola: fui madre cabeza de hogar”, le contó a La Calle. Ya Andrés David ayudaba a sus padres rebuscándose en Maicao con el comercio: vendían ropa, zapatos, chancletas, toallitas hasta que el barro se les puso duro (se cayó el bolívar, la moneda venezolana) y la familia emigró hacia el sur de Bolívar. “En Simití fue donde mi mamá resbaló en un baño y se golpeó la cabeza”, le dijo a La Calle. Desde entonces, hay que bañarla. Luego, cada uno de sus hermanos emigró para un lugar diferente. “Hay en Aguachica, Bogotá, Bucaramanga, El Banco. La mayor acaba de llegar a Polonia, pero apenas está ubicándose”, dice. Él se vino para Valledupar.
"Cada dos años, me Turno con mis her- manos el cuidado de mi madre. Ahora tie- ne un año conmigo": Andrés Castrillo |
Andrés David Castrillo Julio llegó a Valledupar de 21 años a hacer lo que sabe: vendió verduras, frutas, plásticos surcando las calles de la ciudad, mientras empujaba una carretilla hasta que “el sol me jodió”, confiesa y se regaza las mangas de su pantalón para mostrar sus pies hinchados. “Tuve una compañera, con la que me nacieron dos hijos, pero se fue con ellos, cuando ya las piernas no me respondieron”, le dice a La Calle, con un dejo de tristeza. Herminia Lucía Barrios Gutiérrez puso en práctica lo que aprendió en el Sena de Barranquilla: enfermería. Trabajó en los hospitales Marino Zuleta Ramírez, de La Paz; en el Rosario Pumarejo de López y el Eduardo Arredondo Daza, de Valledupar. “A través de cooperativas que no pagaron seguridad social: con lo que me apareció en pensiones, hice estos dos apartamentos. El de al lado, lo tengo arrendado”, cuenta.
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